Un plan de pensiones que ‘evoluciona’ con el ahorrador

Los planes de pensiones de ciclo de vida se adaptan a las necesidades cambiantes del ahorrador a medida que avanza su vida. Su objetivo es adecuar su riesgo de inversión a cada etapa de la vida de los futuros pensionistas

Ahora que la polémica está servida con la reforma del sistema público de pensiones que prepara el Gobierno, muchos ciudadanos se plantean constituir un ahorro privado para complementar su futura pensión pública. Entre las múltiples opciones que ofrecen los mercados financieros y asegurador están los planes de pensiones de ciclo de vida.

¿En qué consisten? Estos planes de pensiones de ciclo de vida se diferencian de los demás planes de pensiones porque adaptan la composición de la cartera en la que invierten a medida que su titular se acerca a la edad de jubilación. De esta manera, cuando el partícipe es más joven puede asumir más riesgo en sus inversiones a cambio de una mayor rentabilidad o, si las cosas van mal, a cambio de mayores pérdidas que tendrá más tiempo para recuperar.

Una vez que se acerca la edad de jubilación -cada vez más alejada en el tiempo, a medida que aumenta la esperanza de vida- el partícipe tendrá más aversión al riesgo y tenderá a tener un perfil más conservador. El Santander lo resumen así: “en general, los planes de pensiones de ciclo de vida lo que hacen es dar mayor peso en la cartera a los activos de renta variable cuando el partícipe es más joven y le quedan todavía muchos años para jubilarse, e ir reduciendo ese peso en favor de activos de renta fija cuando se aproxime la edad del retiro”.

Así, en las primeras etapas de esta herramienta suelen apostar por la renta variables, más volátil y que percibe como de mayor riesgo de inversión, en detrimento de la renta fija, percibida como más estable y de menor riesgo, aunque no siempre es así, como ya se vio en la crisis financiera de 2008. Con los años, el gestor del fondo de pensiones de ciclo de vida irá variando el peso de renta fija y variable para adaptarlo a los perfiles de inversión de los partícipes, hasta llegar a la fecha prevista de jubilación con una cartera prácticamente en liquidez.

Ventaja del ciclo de vida

La principal ventaja de esta herramienta para complementar la pensión pública de jubilación es que el cambio de las carteras de inversión no lo hace el ahorrador, sino el gestor del fondo de pensiones a través del cual se invierte el plan de pensiones. Y esos ajustes deben hacerse siempre para maximizar la rentabilidad del plan en cada momento de la vida del ahorrador.

Así, entre los 20 y los 30 años es cuando podría producirse la primera inversión en este tipo de soluciones, cuando, además, la capacidad de ahorro no es muy elevada. Lo primero debería ser elegir el tipo de perfil de inversión. Esta edad es buena para exponerse a mayores volatilidades y tratar de conseguir rentabilidades más altas. Entre los 40 y los 50 años, la meta de la jubilación está más cerca. Por eso, llega el momento de plantearse si interesa exponernos tanto a la volatilidad. Hay que seguir buscando rentabilidad, pero quizás la opción de fondos de pensiones moderados se convierte en una opción atractiva de cara a futuro, señala Renta 4. Ya a partir de los 60 años, la mejor opción sería un plan conservador, e incluso monetario, en los que el riesgo está minimizado.

En el otro lado de la balanza, los inconvenientes de los planes de pensiones de ciclo de vida son los mismos que afectan a todos los planes de pensiones. Por un lado, su fiscalidad a la hora de retirar el capital ahorrado. Tras años de diferimiento fiscal de las aportaciones, una vez que se rescata el plan de pensiones es hora de pasar por caja y saldar cuentas con Hacienda. Antes de llegar a este momento, la falta de liquidez es otro de los inconvenientes de estos productos. La rentabilidad y las comisiones son dos aspectos que todo partícipe debe tener en cuenta a la hora de contratar un plan de pensiones, aunque siempre es importante tomar en cuenta que cualquier rentabilidad pasada no asegura una rentabilidad futura. Y el gran inconveniente -como en cualquier producto de inversión- es que el partícipe puede perder el capital aportado a no ser que invierta en un producto garantizado.

Más allá de sus riesgos o ventajas, la importancia del ahorro finalista, y por consiguiente de los planes de pensiones de ciclo de vida, es comenzar a ahorrar a edad temprana, preferiblemente cuando comienza la vida laboral, para así generar un hábito que perdure a lo largo de toda la carrera profesional del trabajador.

Crecimiento imparable

Este tipo de planes de pensiones están creciendo mucho en los últimos meses y cada vez son más las entidades y gestoras que los comercializan. Según datos de Inverco, las cinco principales firmas de inversión, que acaparan el 70% de los más de 84.000 millones de euros que gestionaban los planes del sistema individual a cierre del primer trimestre del año, ya tienen el 14% de sus activos bajo gestión en planes de pensiones de ciclo de vida. Este tipo de gestión del ahorro finalista también está llegando cada vez con más interés a los planes de pensiones de empleo.