Los riesgos de la ‘operación bikini’
Cuando llega el calor muchos desean ponerse en forma y en apenas un par de meses realizan todo el trabajo que deberían haber realizado a lo largo de todo el año. La llamada ‘operación bikini’ tiene, casi, más riesgos que beneficios para la salud.
A ver, que sí, que a todos nos gusta lucir en verano una bonita silueta, bronceada y armónica. Pero claro, no podemos (o no debemos) pretender lograr en dos semanas lo que hemos ido posponiendo durante todos los meses previos. Si durante todo el año nuestro estilo de vida ha sido medianamente saludable, el momento de recuperar la ropita ligera y los bikinis del verano anterior es un mero trámite. Sin embargo, a veces, se convierte en una “pesadilla”: ¡ay que hice!, ¿cómo pude en algún momento entrar en ese pantalón?
Aunque muchas personas se disgustan y se sienten incómodas con esos kilitos de más, no es recomendable someterse a dietas (como la de la piña, los ayunos de más de 12 horas, incluso desaconsejan la célebre dieta Dunkan) y prácticas que prometen resultados casi inmediatos y sin esfuerzo. Aparte de su escasa fiabilidad, tales métodos pueden poner en riesgo la salud y eso sí que no vale la pena. Esto además del terrible “efecto rebote”, uno de los más peligrosos de las dietas de bajo aporte calórico, pues a largo plazo ralentiza el metabolismo y provoca una considerable disminución de la masa muscular. Cuantas más dietas se sigan, más fácil es engordar después.
Otros de los efectos más indeseables son las lesiones por el aumento radical de la actividad física. Si el cuerpo no está acostumbrado a la práctica regular de ejercicio, un sobreesfuerzo puede dar lugar a lesiones físicas, deshidratación, desmayos y lipotimias graves. Además, la privación de carbohidratos aísla al cerebro de su principal fuente de energía y afecta a su funcionamiento.
Los daños psicológicos tampoco son desdeñables. Una persona que no se gusta a sí misma sufre una presión horrorosa no sólo impuesta por los cánones estéticos del momento, sino (y muchísimo peor) por su propia percepción. No hay mayor enemigo de la realidad que uno mismo.
Que no cunda el pánico: una operación bikini saludable es posible.
Es obvio que realizar ejercicio de manera progresiva y adecuada a la forma física de cada persona y evitar los malos hábitos -dejar de comer para perder peso, elegir una dieta milagro sin consejo médico, abusar de los sustitutivos alimentarios o hacer un sobreesfuerzo en los entrenamientos- son dos premisas imprescindibles.
Como no existen fórmulas mágicas, debemos asumir que la operación bikini no es cosa de un rato, sino de todo el año. De toda la vida, en realidad, pues el organismo requiere tiempos determinados para asimilar los cambios. Hay que ser constantes y pacientes, practicar deporte con asiduidad y mantener una alimentación ordenada sin saltarse comidas ni realizar excesos (tampoco en Navidad).
Si, pese a todo, los kilos se acumulan, los suyo es acudir a los profesionales. Los médicos endocrinos y nutricionistas conocen bien las necesidades y, por supuesto, las causas del sobrepeso y las dificultades personales para recuperar la forma, pautando las dietas más adecuadas.