Energéticas, ‘telecos’ y aseguradoras podrían capitalizar un mayor potencial del ‘IoT’

La vivienda inteligente ya no es ciencia ficción y, si bien una casa totalmente domótica no está al alcance de todos los bolsillos, sí lo está automatizar distintas funciones de los dispositivos del hogar como persianas, iluminación o electrodomésticos. El Internet de las Cosas (IoT) lo ha hecho posible, democratizando el hogar inteligente. Y la tendencia continuará incrementándose. Esto ha provocado una importante consolidación del mercado del hogar inteligente.

De hecho, durante el primer trimestre de 2020 ha crecido un 3,8% en comparación con el mismo trimestre del año anterior. En Europa se han superado los 22 millones de unidades vendidas según los últimos datos publicados por IDC; y se espera que este nicho de mercado alcance los 200 millones de unidades suministradas en 2024, registrando una tasa de crecimiento anual compuesta del 16,15% desde 2020.

Dentro del mercado en auge que está creando el IoT, compañías del sector de la energía y operadores de servicios móviles están especialmente bien posicionados para ganar presencia. Su enorme conocimiento del consumidor y experiencia de usuario, sumados a unas fuertes redes comerciales y los ya potentes canales de distribución de que disponen les sitúan en una posición privilegiada para ganar terreno, pero aún existen oportunidades para general valor adicional a la hora de integrar soluciones que protejan de forma integral los nuevos hogares inteligentes.

Ofrecer energía y/o conectividad deja de ser suficiente per se para generar niveles de lealtad entre los consumidores. Hay que proporcionar soluciones que atiendan a sus necesidades diarias, y dentro de estas, empiezan a ser clave los seguros y servicios de asistencia en el hogar que cubran incidencias en el nuevo ecosistema de conectividad en el que, por poner apenas un ejemplo, tu móvil da instrucciones a tu lavadora y tu frigorífico conecta directamente con el centro comercial para hacer un pedido online al ver que se están agotando determinadas existencias.

El nuevo contexto IoT, igual que ofrece beneficios sin precedentes, abre la puerta a nuevos potenciales riesgos desconocidos hasta ahora, ya sea porque los sistemas fallen o porque cualquier siniestro dañe alguno de sus elementos. Un hogar así necesita una protección muy específica. Sobre todo en materia de seguridad, ya que, al estar conectado a una red, puede ser víctima de la actividad maliciosa de un hacker.

Esta es, precisamente, la mayor preocupación de los usuarios. Domotizar una casa, si bien es rentable a medio plazo, no es barato. Este coste justifica sobradamente la necesidad de contar con una póliza que plantee indemnizaciones y otro tipo de garantías para proteger la casa y la tecnología de la que depende. Esto se traduce de igual modo en una clara oportunidad para los proveedores de servicios a la hora de proporcionar a sus clientes soluciones diseñadas para paliar estos riesgos.

Proveedores de servicios de telecomunicaciones, energía y aseguradoras pueden avanzar juntos en este sentido. Si combinamos nuevas fórmulas enmarcadas en ciberseguridad con aquellas otras ligadas a asegurar dispositivos de electrónica de consumo, electrodomésticos y asistencia en el hogar, se abre un amplio abanico de servicios que, de un lado, añadirá un valor inigualable a los hogares y las vidas de las personas. De otro, abrirá nuevas vías de ingresos y rentabilidad a los agentes de los sectores implicados.

Un ejemplo sencillo y práctico de cómo podría funcionar esta integración cabría resumirse así: un sensor inteligente instalado en el hogar detecta una fuga de agua y avisa inmediatamente y en paralelo al consumidor, a la aseguradora y al proveedor de servicios del hogar, facilitando la rápida asistencia de profesionales para su reparación y evitando que se produzcan más daños.

Hablamos también de una oportunidad magnífica para que los proveedores de servicios optimicen la personalización de sus ofertas a cliente y las aseguradoras proporcionen pólizas más adaptadas gracias a la evaluación del riesgo, que puede ser incluso individualizada para cada cliente a través del análisis de los datos recopilados del hogar inteligente a asegurar gracias a la tecnología IoT.

Este seguro deberá responder a las necesidades concretas de los usuarios, y no serán las mismas para aquel que solo dispone de un sistema de videovigilancia o un electrodoméstico que para los que dependen completamente de un hogar conectado con IoT, donde se generan muchas más interacciones, muchos más datos, y muchos más riesgos asociados.

En este caso, estas necesidades pasan por una asistencia continua, ya que se trata de instalaciones y dispositivos especiales que, al depender de la red, pueden presentar problemas que requieran la ayuda de un experto. Por eso, este tipo de seguros deben ofrecer la mejor asistencia informática y tecnológica posible, tanto para solucionar problemas como para recibir asesoramiento sobre cuestiones tan importantes como la privacidad y la seguridad cuando se está conectado a una red.

Si tenemos en cuenta esto, no hay duda de que la integración es el camino que debemos seguir para lograr que el hogar inteligente sea, además, seguro. Nadie ha aprovechado aún todo el potencial que ofrece el IoT de consumo en este sentido. Quien lo haga antes tiene muchas posibilidades de convertirse en referente del mercado con una estrategia a largo plazo muy prometedora.