La terapia génica, al rescate de los pacientes que viven con hemofilia

Desde que se clonaron por primera vez, en los 80 del siglo pasado, los genes de los factores VIII y IX, que faltan a las personas con hemofilia y suponen que están en constante riesgo de hemorragia, las terapias no han dejado de avanzar hasta situarse en el umbral de la curación con tratamiento génico.

La Agencia Europea del Medicamento (EMA) recomendó a la Comisión una autorización -condicionada, es decir, provisional- de una terapia génica para la hemofilia A por primera vez en 2022. Están muy avanzados los estudios y las solicitudes de autorización de una nueva clase de tratamientos diseñados para corregir la alteración que impide la correcta coagulación de la sangre. Dos hospitales españoles, el Río Ortega de Valladolid y el Vall d’Hebron de Barcelona, participan en un estudio internacional que ya está arrojando resultados positivos con una terapia que, administrada una sola vez, podría ser la respuesta a la hemofilia A.

Luis Javier García Frade, jefe del servicio de hematatología y hematoterapia del Hospital Universitario Río Ortega, y uno de los investigadores que participan en este trabajo, explica que la terapia génica que se está analizando permite que un paciente que previamente estaba en tratamiento profiláctico regular pueda alcanzar niveles normales de factor VIII. Las personas en tratamiento profiláctico para evitar hemorragias pueden recibir terapias durante meses o años de forma continuada. “No hablamos de una total normalidad, pero sí de poder hacer una vida normal, sin necesidad de tener que someterse a inyecciones regulares para estar prevenidos frente a hemorragias o problemas en las articulaciones”, explica el experto.

Con motivo del día mundial para la divulgación sobre esta enfermedad, que acaba de celebrarse, el presidente de la Federación Internacional de Hemofilia (WFH, por sus siglas en inglés), César Garrido, declaraba que el control y la prevención de las hemorragias es determinante para que las personas que vivan con esta condición tengan mejor calidad de vida: “No hay nada más conmovedor para una persona de nuestra comunidad que saber que hay un niño con un trastorno de la coagulación que juega con sus amigos, va al colegio y sencillamente está mejor porque tiene acceso a un tratamiento adecuado”. En la jornada de este año, el lema era “Acceso para todos: La prevención de hemorragias como estándar terapéutico”.

La hemofilia es una enfermedad rara y debilitante que hace que quienes la padecen puedan sufrir un sangrado prolongado después de sufrir una lesión o en una cirugía, entre otras situaciones. Generalmente se hereda, aunque hay casos de hemofilia adquirida que se pueden dar en personas de mediana edad o ancianas y en mujeres jóvenes que han dado a luz recientemente o se encuentran en la recta final del embarazo.

De acuerdo con los expertos de la EMA, los tratamientos de la hemofilia son sobre todo sustitutos del factor de coagulación que falta, administrados en inyecciones semanales o mensuales durante toda la vida. “Existe una necesidad médica no cubierta de proporcionar nuevos abordajes de la enfermedad que puedan liberar a los pacientes de las inyecciones”, indica la organización.

Otra terapia génica, en este caso para la hemofilia B, es la de un nuevo tratamiento que, a partir de técnicas de bioingeniería ofrece también la posibilidad de que, una vez tratados, los pacientes generen el factor de coagulación que falta (IX).

García Frade pone el acento en el objetivo compartido de estos dos trabajos: reducir de forma significativa la carga de enfermedad. “Es muy importante contar con la posibilidad de no tener que realizarse una punción venosa de forma regular, algo que puede interferir de forma intensa en la vida cotidiana de los pacientes con hemofilia”, ha recordado.

También ha puesto de manifiesto la importancia de contar con un periodo de observación para evaluar las nuevas terapias a largo plazo y de poder incluir a más pacientes en los ensayos clínicos, un reto que comparten todas las enfermedades raras. En España hay 3.000 pacientes a los que se les ha diagnosticado la enfermedad. Como recuerda este especialista, en este momento los individuos que pueden participar tienen que cumplir unos criterios muy específicos, “pero ello no implica que estos criterios no puedan ir evolucionando en futuros estudios”.

Por otra parte, considera especialmente importante promover la colaboración y la coordinación entre centros de investigación, como la que se ha llevado a cabo entre Valladolid y Barcelona.

Las terapias génicas buscan restaurar el funcionamiento normal de las células y los tejidos que tienen alguna alteración en su material genético.

A diferencia de los medicamentos convencionales, que tienen que ser administrados de forma más o menos frecuente en función de las necesidades de cada paciente, se concentran en el control o el manejo de los síntomas y en la progresión de la enfermedad, las terapias génicas están diseñadas para ser administradas una única vez y actúan de raíz sobre la causa de la enfermedad.

En Europa, la primera terapia para la hemofilia B ha llegado este mismo año, a partir de un estudio que mostraba que el 96% de los pacientes no necesitaban recibir el tratamiento profiláctico tras una sola dosis.

Las nuevas terapias que se están estudiando comparten ese elemento de infusión (administración) única de virus modificados genéticamente (adenovirus) que transportan el gen que falta al hígado, haciendo que sea el propio organismo el que de ahí en adelante elabore el factor de coagulación necesario y lo libere al riego sanguíneo. Los análisis que observan el proceso, en marcha actualmente, han mostrado hasta el momento beneficios clínicos hasta cinco años después de esa única dosis sin que los efectos adversos hayan sido prolongados en el tiempo. Es un área de conocimiento en plena “y rápida” evolución, apuntan desde la Sociedad Americana de Hematología (ASH).