La sanidad necesita más eficiencia que aumento de gasto

Los fondos malgastados en intervenciones de poco valor bastarían para que los sistemas sanitarios pudieran hacer frente a la innovación con verdaderos beneficios clínicos.

Por diferente que sea a la nuestra, los expertos advierten en la sanidad estadounidense un problema que lleva tiempo advirtiéndose en Europa: las dificultades en el acceso a la innovación y en la sostenibilidad tienen mucho que ver con los fondos que se malgastan en intervenciones o tratamientos ineficaces. “Habría financiación suficiente si se eliminaran esas ineficiencias”, ha dicho tajante Mark Fendrick, experto en gestión sanitaria y salud pública de la Universidad de Michigan (Estados Unidos). Fendrick ha compartido reflexiones sobre la cuestión con Todd Culpepper y Michael Kleinrock (IQVIA), Rachel Klein (AIDS Institute), Silas Martin (Janssen) y Sayantan Niyogi (IQVIA) en un reciente encuentro virtual. Fendrick lleva años estudiando las ineficiencias del sistema sanitario. Entre sus trabajos recientes está un análisis sobre intervenciones que denomina “de poco valor”, a las que se refiere como actividades asistenciales -incluida prescripción de medicamentos- que generan gasto a cambio de un escaso beneficio clínico, “e incluso a veces efectos perniciosos”. Este trabajo indica que no se está corrigiendo la tendencia a gastar mal. Las acciones de este tipo no han decrecido en los últimos años en los servicios de salud estadounidenses en los que centró su análisis.

Silas Martin puso de relieve el valor de la investigación (en el encuentro se presentaron datos sobre programas de acceso a medicamentos en el sistema Medicare) por su complejidad, pero sobre todo porque “cada vez es más necesario investigar para conocer el impacto de las políticas y mitigar los fallos antes de que las situaciones se deterioren. Propone trabajar conjuntamente para eliminar los servicios de mala calidad y poner por delante la asistencia que ayuda a los pacientes. Considera que es algo que puede hacerse para mejorar el sistema y para que las terapias innovadoras lleguen a los pacientes, que es su único fin. Las políticas relacionadas con el acceso a los tratamientos deberían ser analizadas para perfeccionar lo que se hace. “Todo ello partiendo de la base de la investigación rigurosa”, ha insistido.

“Si compras cosas que no sirven, no estás ahorrando dinero”, ha añadido Fendrick. También considera que es necesario valor para dar un paso adelante y eliminar los servicios que se mantienen por lo que los clínicos llaman ‘inercia terapéutica’ (siempre se han hecho las cosas de una forma, y siguen haciéndose así). Cuando se identifica algo clínicamente beneficioso, hay que tener determinación para suspender las terapias que no sirven y costear lo que sí aporta valor. Evitar ese desperdicio ahorraría miles de millones que podrían invertirse en lo que sí salva vidas, asegura.

El experto aprecia una paradoja en el hecho de que “es un momento magnífico para ser médico, por los avances terapéuticos que se están produciendo”, pero las dificultades en el acceso ensombrecen esos hallazgos.

Klein suscribía este planteamiento diciendo que hay que buscar modos más “inteligentes” de asignar fondos.

En otro encuentro de expertos, organizado por el rotativo Financial Times para abordar el plan del cáncer de la Unión Europea, Andreas Charalambous, presidente de la Organización Europea de Cáncer (conocida por las siglas UICC), apuntaba que el 40% de todo el gasto sanitario “se desperdicia en recursos ineficientes”.

El encuentro, del que informó en su momento eE, fue uno de los foros en los que se ha sugerido reasignar recursos financieros a las terapias realmente eficaces, en ese contexto para dotar de financiación a la lucha contra el cáncer.

“El coste de la lucha contra el cáncer no es el coste de los medicamentos, vamos a tener que cambiar nuestra forma de abordar la cuestión”, planteó entonces el representante de la UICC.

Para Mark Fendrick está claro que “en Estados Unidos hay dinero más que suficiente para financiar el valor”. Percibe un acuerdo generalizado en la necesidad de dedicar entre un 20% y un 40% de los presupuestos públicos a sanidad.

“El problema es que estamos gastándolo en el servicio equivocado, en el momento equivocado, para el paciente equivocado y en el lugar equivocado” (parafraseando el lema de ‘ofrecer la terapia adecuada, al paciente adecuado, en el momento adecuado’ que se ha convertido en uno de los lemas de la industria farmacéutica en los últimos tiempos).

Con todo, él se muestra optimista y está convencido de que se puede conseguir llevar los avances a los pacientes “porque no va a costar más dinero”, la evidencia científica y el análisis riguroso van a mostrar donde deben asignarse los recursos “para salvar vidas”.

Rachel Klein también cree que basarse en la evidencia es una forma útil de dejar de “poner parches” a los problemas de acceso en los sistemas sanitarios y resolver las cuestiones de fondo.

Esa decisión para abordar las grandes cuestiones de forma colaborativa es algo que también Silas Martin ve como el mejor camino en materia de acceso y sostenibilidad.

En el marco del debate sobre la cuestión dentro de la Unión Europea y el plan para la lucha contra el cáncer, el europarlamentario Cristian Busol se sumaba a las voces que apuntan que en el actual contexto de crisis económica, el establecimiento de alianzas con el sector privado, sobre todo pensando en el largo plazo, será una de las estrategias clave que permitan superar la actual escasez de recursos presupuestarios.