La reproducción asistida facturará más de 25.000 millones en tres años

Las mujeres deciden ser madres cada vez más mayores. Con la edad la calidad ovárica disminuye lo que hace que tengan que acudir a este tipo de técnicas para tener la posibilidad de quedarse embarazadas.

Las nuevas tecnologías abrieron a las mujeres en la década de los sesenta un abanico de posibilidades para controlar su capacidad reproductiva. Se presentaron ante la sociedad como técnicas para paliar las dificultades para concebir de manera natural y desafiar las limitaciones impuestas por el reloj biológico. De hecho, el mercado de la reproducción asistida facturará 25.000 millones en 2026.

La gente es más consciente de que la infertilidad existe y de que la medicina reproductiva puede ayudar a llevar a término el embarazo. Por ello, cada vez un mayor número de mujeres acuden a la reproducción asistida con el objetivo de ser madres. De hecho, uno de cada diez nacimientos que han ocurrido en España en los últimos años se han llevado a cabo a través de las técnicas de reproducción asistida.

En España no solo se tienen menos hijos que hace unos años, sino que cada vez se tienen más tarde. El Instituto Nacional de Estadística (INE) indica que en 2022 nacieron 329.812 niños, 7.011 menos que en 2021. Esta disminución sitúa el número de alumbramientos en un mínimo histórico. Año tras año, por factores muy diversos, desde la precariedad laboral y la incertidumbre económica hasta la dificultad de asentar el desarrollo profesional, sobre todo de las mujeres con la maternidad, se va retrasando la edad a la que las mujeres son madres. “Antes la edad en la que se tenían hijos se situaba en 25 años. Ahora en 2022 llega a los 33 años, sin contar el caso de las mujeres empresarias o universitarias que aumenta hasta los 35”, indica el presidente de la Asociación para el Estudio de la Biología de la Reproducción (Asebir), Antonio Urries.

Además, la capacidad reproductiva aminora con la edad ya que la calidad de los óvulos disminuye con el paso del tiempo. “Cuanta más edad tienen las parejas, más problemas van a tener para quedarse embarazadas y posiblemente más veces tengan que repetir el ciclo”, asiente Urries. De hecho, con 39 años se produce un embarazo cada cuatro o cinco ciclos empleados, al contrario que cuando la paciente tiene 25 o 30 que prácticamente hay un embarazo cada dos embriones transferidos. “Un embarazo va a depender de muchos factores sobre los que no tenemos control. No tenemos ni de lejos el éxito asegurado”, recalca la directora de HM Fertility Center, Ana Gaitero

El perfil que acude con más frecuencia a las técnicas de reproducción asistida para quedarse en estado es una mujer de 39 años. “Es una dama sana, pero que fruto de una mayor edad le está costando quedarse encinta. Pasan uno o dos años y no se queda embarazada por lo que se preocupa y empieza a hacerse pruebas de fertilidad”, explica el presidente de Asebir. “Sabe que tiene dos opciones: seguir intentándolo por su cuenta o recurrir a técnicas de reproducción asistida”, añade. Por otra parte, se está incrementando con el paso del tiempo las mujeres que acuden en solitario. Según los últimos datos de la Sociedad Española de Fertilidad, en el año 2020 el 8% de los ciclos de Fecundación In Vitro se realizaron en este tipo de pacientes, un 0,6% más que en el ejercicio anterior. Otro perfil que está aumentando es la mujer homosexual.

Catálogo de técnicas

Quiénes recurren a la reproducción asistida suelen desembolsar entre 600 y 5.000 euros por cada intento de embarazo. Dentro del catálogo de tratamientos, el más solicitado es la fecundación in vitro. Este se recomienda directamente a mujeres a partir de 37 años. De hecho, sus tarifas son más altas (entre 4.000 y 5.000 euros) ya que es un tratamiento más largo que requiere más procesos y medicalización frente a otros. Mientras, la inseminación artificial se aconseja en la población femenina menor de 37 y su precio oscila entre los 1.000 y 1.500 euros.

Últimamente se está afianzando lo que muchas clínicas venden como “preservación de la fertilidad”, también conocida como la extracción de óvulos. Estos se congelan en la etapa más fértil para poder utilizarlos a posteriori. Se trata de una técnica que se está haciendo habitual en quiénes quieren ser madres más allá de los 40 años. Esta tiene un precio de entre 2.000 y 3.000 euros. No obstante, no garantiza el embarazo, pero “sí da una oportunidad en el futuro”, afirma Antonio Urries.

Por otro lado, se encuentra la donación de óvulos. Chicas de entre 18 y 25 años, normalmente universitarias, entregan sus gametos a cambio de una compensación económica, recogida en la ley, para que otras mujeres tengan la posibilidad de ser madres. Esta tiene unos requisitos muy estrictos lo que ha provocado que surjan los bancos de óvulos, al igual que los bancos de esperma. “Hay suficientes óvulos para las necesidades que puedan surgir en los centros de reproducción asistida, pero la verdad es que hacen falta más donantes para el número de ciclos que se realizan, sobre todo porque hay que tener en cuenta que una donante no sirve para todos”, explica Urries.

Cuando una mujer quiere quedarse embarazada a través de la reproducción asistida acude a los hospitales privados, públicos y centros especializados simultáneamente, es decir, no hay uno que destaque por encima de los demás. No obstante, si se trata de una paciente que no tiene pareja o su cónyuge es una mujer suelen acudir con más frecuencia a los centros privados. En España, existen 320 centros especializados en la prestación de servicios de reproducción asistida.

En 2022, el mercado de la reproducción asistida se valoró en 730 millones de euros, según un informe del Observatorio Sectorial DBK de Informa. En concreto, un 10,6% más que el año anterior (660 millones). Los centros especializados facturaron 570 millones de euros, un 2,7% más que el año anterior. No obstante, el mercado sufrió el mayor repunte en 2021. Se incrementó un 21,7% pasando de los 456 millones en 2020 a 555 millones.

La reproducción asistida todavía tiene camino que recorrer. El objetivo de toda técnica es el embarazo, no obstante, existe una línea delgada en la que no siempre se consigue a la primera. “Nuestro fin no solo es conseguir el embarazo, sino disminuir los abortos y el tiempo hasta conseguirlo”, afirma la doctora Gaitero. Para ello, los profesionales utilizarán nuevas tecnologías como la inteligencia artificial, el big data, avances en la secuenciación genómica y mejoras de los medios de cultivo embrionario. “Tenemos todavía muchísimo que aprender”, exclama Gaitero.