Los avances tecnológicos abren la puerta a la investigación sin animales

En España se utilizaron en 2021 casi un millón y medio de animales en labores de investigación. Para que un medicamento sea aprobado es necesario la realización de pruebas de toxicidad. Sin embargo, actualmente existen otras alternativas que permiten probarla sin necesidad de recurrir a los animales.

Cada año se utilizan millones de animales en labores de investigación. Para que un medicamento sea aprobado por las agencias reguladoras es necesaria la realización de pruebas de toxicidad en roedores (ratones o ratas) y especies no roedoras (monos o perros). Sin embargo, actualmente existen otras alternativas que permiten comprobar la toxicidad de los fármacos sin recurrir al uso de animales. Los organoides o las técnicas de biología computacional se erigen como los principales métodos para reducir el uso de animales en experimentación.

El primero de los métodos descritos consiste en grupos huecos de células en 3D que se derivan de células madre e imitan tejidos específicos. Se han mostrado prometedores en la predicción de toxicidades hepáticas y cardíacas. Este potente sistema apareció hace quince años con la intención de ofrecer mayor complejidad que los cultivos celulares y los primeros que se hicieron fueron los del intestino. “Todos los sistemas que intentan reemplazar el uso de animales intentan conseguir al mismo tiempo la mayor complejidad posible. El nivel de organización de los organoides es superior al del cultivo celular, ya que son células individuales, pero sigue sin ser un nivel de organización tan alto como el del organismo”, explica César Obaleda, investigador científico del Centro Superior de Investigaciones Científicas en el Centro de Biología Molecular Severo Ochoa.

Otra estrategia, y por la que apuestan sociedades científicas españolas como el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) para usar menos animales es aprovechar los abundantes datos humanos que se han ido recabando desde hace años, y que ahora están almacenados en bases de datos en ordenadores. La biología computacional es la disciplina que hace posible aprovechar esta información.

“A través de metodologías computacionales intentamos analizar los datos de manera molecular. Durante estos últimos años se va adquiriendo cada vez más esa información que nos permite entender y empezar a modelizar computacionalmente con modelos matemáticos. Los animales se seguirán usando en investigación, pero nos están reclamando cómo reducir su uso. En algunos casos, estos métodos son mucho más baratos que usar cohorte de animales”, explica Fátima Al-Shahrour, responsable de biología computacional del CNIO.

Cuando se utilizan animales, los científicos tienen que garantizar el menor sufrimiento de los mismos, valorando el daño/beneficio del procedimiento planteado. En la actualidad, la investigación científica se rige por el principio conocido como las tres erres: Reemplazo, Reducción y Refinamiento de animales. La legislación europea ya recoge la aspiración de que en el futuro no sea necesario usar animales con fines científicos, pero la FDA estadounidense dio un paso al frente a principios de año al aprobar una normativa que permite que los medicamentos puedan recibir luz verde sin haber tenido que ser probados en animales.

“Yo creo que para determinados estudios parece necesario conocer lo que pasa en animales, pero me gustaría que con el tiempo se pudiesen ir reemplazando. No estamos tan cerca de eliminarlos por completo, pero sí de reducir el número”, recalca Al-Shahrour.

En españa, según los últimos datos publicados por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, en el año 2021 se utilizaron casi un millón y medio de animales con fines científicos y de docencia, lo que supone un aumento significativo respecto al año anterior, donde se utilizaron casi la mitad menos (732.831). Las razones principales que están detrás de este incremento son dos: el aumento del número de proyectos autorizados y la utilización de medio millón de larvas de lubina en los ensayos.

Una de las farmaceúticas que está apostando en los últimos años por la reducción de los animales utilizados en investigación es GSK. “La mayoría de las vacunas de GSK ya no requieren pruebas en animales para las pruebas de estabilidad y liberación de lotes. Estamos avanzando hacia nuestro objetivo de reducir los animales utilizados en las pruebas de control de calidad de vacunas en un 75 % en el período de 2015 a 2025”, concluye David Barros, director del centro de I+D de Salud Global de Tres Cantos de GSK.