La falta de psicólogos en la pública provoca que se tire de recetario

Se producen en España 4,2 millones de tratamientos de psicofármacos al mes lo que convierte al país en el primero a nivel mundial en el consumo de este tipo de terapias.

Los problemas de salud mental cada vez están cobrando más importancia lo que hace que los pacientes quieran ponerle solución lo antes posible. Más de 2,5 millones de personas consumen psicofármacos a diario en España. Este hecho demuestra la hipermedicalización de la población. Pero, ¿de quién es la culpa de que España sea líder mundial en el consumo? ¿De la falta de psicólogos clínicos en la atención primaria, del desconocimiento de los pacientes o de la ausencia de farmacovigilancia?

Desde la pandemia, las rutinas de todo el mundo han cambiado y esto ha tenido un impacto negativo en la salud mental y la demanda se ha disparado. Una de cada tres personas presenta problemas de ansiedad y una de cada cuatro de depresión. Además, el 40% de la sociedad sufren o sufrirán estos trastornos y más del 13% de los adolescentes entre 10 y 19 años sufrirán algún episodio. Por otro lado, el 16,97% de la población está solicitando mucha más atención psicológica y el 50% en algún momento ha tenido algún tipo de alteración emocional. Tal y como indican los últimos datos del Centro de Investigación Social (CIS), un 43,7% de la población ha solicitado asistencia psicológica por problemas de ansiedad y 35,5% de depresión.

Ante la alta demanda actual, no existen suficientes psicólogos clínicos en la sanidad pública ni tiempo para satisfacerla a pesar de los nuevos profesionales que salen licenciados de las universidades. Cada año surgen 200 plazas de psicología clínica a concurso para 4.000 aspirantes. “No vamos mal en cuanto a las personas que se gradúan, pero el problema está en la falta de recursos públicos”, afirma el psicólogo de Mentes Abiertas, Ignacio Calvo. Además, añade que el problema también está en que no hay suficientes plazas y no se apuesta por una asistencia psicológica que no solo se encargue de la propia terapia, sino también de la prevención.

El tiempo y la lista de espera son los motivos que hacen que el paciente se dirija a la privada. La demanda ha provocado que la lista de espera aumente y ahora de media los pacientes tienen que esperar entre consulta y consulta dos meses en la sanidad pública. “Muchos pacientes intentan solicitar la Seguridad Social, pero a veces el trámite es mucho más alargado en el tiempo, la frecuencia de las citas es muy amplia y el tiempo de las sesiones muy corto. Al final la persona no se queda satisfecha y acaba buscando otro tipo de tratamiento o intervención”, cuenta la coordinadora de la Unidad de Atención Psicológica Personalizada de HM Hospitales, Natalia Moreno.

Por otro lado, el tiempo ideal de una consulta debe ser como mínimo 45 minutos. “Parece mucho tiempo, pero realmente cuando quieres conocer a la persona y entender su complejidad es el tiempo ideal. En siete minutos es imposible tener un vínculo con una persona”, afirma Ignacio Calvo.

No obstante, no todo el mundo puede permitirse ir a la privada y se queda esperando en la pública. “La privatización de la atención a la salud mental la está provocando la administración”, afirma la psicóloga y vicesecretaria del Consejo general de la Psicología de España, Rosa Ramos. La profesional añade que el propio Gobierno es el que favorece la privatización porque ni aumenta las plazas de psicólogos especialistas ni permite que los psicólogos generales sanitarios entren en la sanidad pública.

La falta de tiempo de los médicos de la atención primaria hace que a la hora de tratar al paciente, la mayoría pongan un parche al problema a través de los psicofármacos. Esto más la adicción a las bezondiazepinas existente, ha convertido a España en el país con mayor tasa de consumo de ansiolíticos, sedantes e hipnóticos por cada 1.000 habitantes, según el último informe de la ONU. De hecho, Bélgica y Portugal son segundos con 84 y 80 consumidores respectivamente.

Una cosa está clara: hay una tendencia clara hacia la medicalización de los problemas emocionales. “Tenemos que tener en cuenta que si nosotros somos el primer país de Europa que lideramos el consumo de benzodiacepinas es porque es la primera medida que se adopta para Resolver los problemas de la salud mental”, afirma Rosa Ramos. En 2021 un 6,4% más de la población acudió a un profesional de la salud. De ese porcentaje, un 5,8% había recibido tratamiento farmacológico y de ese porcentaje el 58,7% tomó ansiolíticos y el 41,3% antidepresivos que mantuvo durante más de tres meses. A día de hoy, el 77,1% de esa población sigue tomando ansiolíticos, ¿pero a qué se debe estas tasas tan altas?

La prescripción de psicofármacos se lleva a cabo en la Atención Primaria “que es la primera puerta de entrada de las personas para solicitar ayuda”. En esa primera base el número de especialistas que existen en los ambulatorios es muy escaso. De hecho, solo hay seis psicólogos por cada 100.000 habitantes cuando la media europea está en 18. “Esta escasez de especialistas evidentemente provoca que se intente anestesiar los síntomas que tienen las personas y se ofrece este tipo de recurso al paciente en lugar de dotarle de un aprendizaje y de un desarrollo de recursos para afrontar los problemas”, explica Rosa Ramos. Los expertos recuerdan que los médicos de la primaria no tienen los conocimientos apropiados, hay sobreabundancia de pacientes y en muchas ocasiones la única herramienta que tienen es la prescripción farmacológica.

A este hecho hay que añadirle el poco tiempo que tienen para cada consulta (siete minutos de media). ¿Aprendería una persona a conducir si le dejaran un coche 20 minutos cada seis semanas? Esto es igual con las consultas: si estas se realizan cada dos meses y duran menos de lo que deben sus problemas no se solucionarán.

“Los psicofármacos lo que hacen es reprimir al sistema nervioso con el objetivo de que la activación del cuerpo no se produzca y la persona se sienta tranquila. El riesgo más importante que conlleva este consumo es la adicción”, afirma Ignacio calvo. Una persona a través de una pastilla se puede relajar y ya no puede salir de su casa sin su pastilla que lo lleva como un seguro cumplido”, añade. Tiene unas consecuencias y efectos secundarios que se van a ver a largo plazo. No obstante, el psicólogo de Mentes Abiertas recuerda que no hay que estar en contra de los fármacos ya que han tenido un desarrollo, llevan años en funcionamiento y su uso está totalmente normalizado, pero hay que tomarlos siempre y cuando los prescriba el médico y sean necesarios.

Los profesionales de la salud mental piensan que si se quiere disminuir las tasas de psicofármacos, debe haber un filtro en el primer nivel. “El médico debe realizar un buen cuestionario para ver si lo más recomendable para el paciente con el problema de salud mental es el ansiolítico o a lo mejor lo más eficaz es aplicar otro tipo de intervención como las terapias”, afirma Moreno. Además, el médico debe derivar al paciente al especialista correspondiente con el problema que presenta. Además, hay que acercar a la ciudadanía un servicio psicológico con sesiones y médicos suficientes. “A día de hoy, resulta que los tratamientos que se manejan son carísimos”, afirma Ignacio calvo. “Si ya de por sí parece que aumentar unos minutos el tiempo de un médico parece algo inviable imagínate plantear que haya profesionales que puedan atender a los pacientes 45 minutos por sesión con una frecuencia que suele ser semanal”, añade. Desde el planteamiento público es muy difícil que a día de hoy se encuentre la solución o ni siquiera que alcancemos una equiparación con países de Europa que tienen evidentemente más disposición de psicólogos, según los profesionales.