Una nueva agencia europea (SANT) para evitar 10 millones de muertes

Si siguen aumentando al ritmo actual, las resistencias a los antibióticos van camino de provocar 10 millones de muertes al año en todo el mundo y de reducir entre un 2% y un 3,5% el Producto Interior Bruto global. El nuevo subcomité europeo de salud pública SANT tiene como objetivo evitar que eso suceda.

El nuevo subcomité europeo de salud pública (SANT) tiene ante sí la hercúlea tarea de poner freno a la que, instituciones como la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la propia Unión Europea, han situado como una de las mayores amenazas futuras para la población: la proliferación de bacterias que no responden a los antibióticos. Las resistencias, que se conocen por las siglas AMR (de ‘resistencias antimicrobianas’ en inglés, o RAM en español, van camino de causar 10 millones de muertes al año en todo el mundo y provocar un deterioro de la economía mundial que se cifra en una reducción del PIB en 2%-3,5%. Los daños económicos se calculan en 100 trillones de dólares (con doce ceros por detrás, equivalentes a cien millones de millones) si no se toman medidas eficaces a tiempo. Preside SANT el europarlamentario polaco Bartosz Arlukowicz, pediatra de profesión y que también ha estado al frente del comité especial del Parlamento Europeo para la lucha contra el cáncer. Era la propuesta de la también europarlamentaria Dolors Montserrat. En su primera intervención como cabeza del comité, señaló la nueva estrategia farmacéutica europea como uno de los grandes retos para proteger la salud de los ciudadanos europeos en el futuro. Facilitar el desarrollo de nuevos fármacos que eviten las resistencias es una de las claves señaladas en el debate público sobre esa estrategia.

Al representante de la República Checa Ondrej Knotek se deben algunos de los comentarios recientes sobre la cuestión. En un debate sobre cómo la UE está diseñando la lucha contra las RAM, ha recomendado que “se invierta menos en paneles solares y se aumenten las inversiones en I+D y producción de antibióticos”. En su intervención, ha recordado que las resistencias constituyen una de las mayores amenazas para la salud de los europeos, y ha recordado que el número de muertes debidas a ellas “va a seguir aumentando a menos que se tomen las medidas adecuadas”.

La esperada propuesta de la Comisión Europea para la modificación de la normativa farmacéutica, retrasada en cuatro ocasiones, se dio a conocer a finales de abril. Incluye una recomendación para hacer frente a las resistencias bajo el modelo llamado One Health, que viene a consolidar y poner en práctica la teoría de que tanto la salud humana como la animal y el medio ambiente están estrechamente ligados.

En la propuesta de la Comisión hay unos bonos que hacen las veces de incentivo para el desarrollo de nuevos antibióticos, y que se concederían, de seguir el plan adelante, a las compañías que inviertan en este campo, ofreciendo un año adicional de protección en el mercado. En su documento de preguntas y respuestas sobre las resistencias a los antibióticos, la UE afirma que está trabajando en otros incentivos financieros “en forma de garantía de retorno de la inversión”.

Asimismo, el documento define los objetivos de la agencia, que incluyen reducir en un 20% el consumo de antibióticos en humanos y conseguir que al menos el 65% de los que se administran a pacientes pertenezcan al grupo de acceso denominado AWaRe, que la OMS ha identificado como fármacos que tienen menor potencial para el desarrollo de resistencias. Otro objetivo es la reducción de las infecciones por tres bacterias resistentes específicas: Staphylococcus aureus resistente a meticilina (en un 15%), Escherichia coli resistente a cefalosporinas de tercera generación (en un 10%) y Klebsiella pneumoniae resistente a carbapenémicos (en un 5%). El plan “hermano” en el terreno de la salud animal, que se incorpora a los objetivos en ese documento, tiene como meta llegar a la reducción en un 50% de las ventas europeas de antimicrobianos usados en los animales de granja y en la acuicultura.

En España, la lucha contra las resistencias es responsabilidad del Plan Nacional frente a la Resistencia a los Antibióticos (PRAN), que se puso en marcha en 2014. Participan en su desarrollo todas las comunidades autónomas, diez ministerios (Sanidad, Consumo, Agricultura, Economía, Educación, Ciencia, Universidades, Interior, Defensa y Transición Ecológica), más de 70 sociedades científicas, organizaciones colegiales, asociaciones profesionales y universidades, y alrededor de 300 colaboradores expertos.

El plan español tiene seis líneas estratégicas o grupos de iniciativas: vigilancia del consumo de antibióticos y de la resistencia a estos medicamentos, control de la resistencia, medidas alternativas de prevención y tratamiento, investigación para conocer mejor las resistencias y cómo combatirlas de forma eficaz, formación dirigida a los profesionales sanitarios y campañas de comunicación dirigidas a la población general o a grupos específicos de la ciudadanía.

En su último boletín, la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología clíncia (SEIMC) considera que “en el contexto actual de incremento de la resistencia antimicrobiana y ante la falta de nuevos antibióticos” son bienvenidas terapias como la fágica: el empleo de bacteriófagos, virus que infectan a las bacterias. Los expertos de la SEIMC describen la relación entre bacteriófagos -o fagos- y bacterias como “una carrera armamentística constante, de forma que las bacterias han adquirido mecanismos de defensa para evadir la infección por sus depredadores los fagos, mientras que los fagos por su parte han adquirido mecanismos de defensa para evadir a las defensas de las bacterias”.

La publicación difunde un estudio que analiza las proteínas de 21 nuevos fagos depredadores de Klebisella pneumoniae, una de las bacterias explícitamente mencionadas entre los objetivos de la Comisión Europea.

Los hallazgos de ese trabajo se consideran importantes en cuanto a capacidad de explicar algunos mecanismos que definen la relación entre las bacterias y los fagos, pero “se requieren más estudios en este campo para mejorar la eficacia de la terapia con fagos”.

Para los expertos de la Organización Mundial de la Salud, resulta “especialmente alarmante” la rápida propagación mundial de bacterias multirresistentes y panresistentes (denominadas también “superbacterias”) que provocan infecciones que no pueden tratarse con los medicamentos antimicrobianos al uso, como los antibióticos.

La organización explica que, a medida que la farmacorresistencia se propaga por todo el mundo, los antibióticos son cada vez más ineficaces, lo que conduce a más infecciones difíciles de tratar y al aumento de la mortalidad. Se necesitan urgentemente nuevos antibacterianos, por ejemplo, para tratar las infecciones debidas a bacterias gramnegativas resistentes a los antibióticos carbapenémicos que figuran en la lista de la OMS de patógenos prioritarios.

Uno de sus mensajes clave guarda relación con el modo en el cual se están usando estos medicamentos, al margen de la potencial aportación de la investigación y el desarrollo de nuevos tratamientos. Aseguran que, si no se cambia la forma en que se utilizan actualmente los antibióticos, los fármacos del futuro tendrán el mismo destino que los actuales y se volverán ineficaces por efecto de las resistencias.

“Sin herramientas eficaces para la prevención y el tratamiento adecuado de las infecciones farmacorresistentes y la mejora del acceso a antimicrobianos nuevos y existentes de calidad asegurada, aumentará el número de personas para quienes el tratamiento está fallando o que morirán a causa de la infección. Será más arriesgado llevar a cabo procedimientos médicos como las intervenciones quirúrgicas, incluidas las cesáreas, la implantación de prótesis de cadera, la quimioterapia contra el cáncer y el trasplante de órganos”, advierten.

Para infecciones bacterianas comunes -como infecciones urinarias, septicemia, infecciones de transmisión sexual y diarrea- se han observado en todo el mundo tasas elevadas de resistencia a los antibióticos utilizados habitualmente en los tratamientos, lo que indica que ya se están agotando los antibióticos eficaces.