Diagnóstico rápido, un as en la manga para el ahorro de costes

La neumonía es una de las enfermedades infecciosas más frecuentes en nuestro país y la que causa una mayor morbimortalidad en adultos y en niños. En el año 2021, fue la causa de 6.800 fallecimientos en España, y en Europa, se estima que la neumonía supone un coste de 10,1 billones de euros al año.

Ante estas cifras, el diagnóstico rápido es fundamental para poder elegir, entre otras cosas, un tratamiento adecuado y dirigido que sortee las resistencias microbianas, reforzando de paso las buenas iniciativas impulsadas en España alrededor del Plan Nacional frente a la Resistencia a los Antibióticos (PRAN). Estas soluciones diagnósticas permiten optimizar el uso de antimicrobianos para los pacientes, al identificar el patógeno causante de la infección de forma rápida y precisa.

Gracias a estas herramientas, observamos una reducción de la carga asistencial que se traduce en la disminución de la morbimortalidad de los pacientes con neumonía, en el número de pruebas complementarias, en la duración de los ingresos hospitalarios y los tratamientos (incluidos antibióticos) o en el número de procedimientos invasivos. Estas son algunas de las conclusiones que arrojó la jornada ofrecida por el Grupo de Expertos de Diagnóstico Rápido Avanzado (GEDRA) en el Colegio de Médicos de Barcelona.

En la última década, hemos asistido a sólidos avances tecnológicos en el área de diagnóstico microbiológico, si bien es cierto que todavía existen importantes desafíos en su desarrollo y entorno regulatorio, así como económico, dado que sus cortos ciclos de vida limitan el retorno a la inversión. Por el momento, el uso de estas pruebas de diagnóstico para la neumonía es infrecuente, pese a que su impacto clínico al aplicarlas junto con programas de optimización terapéutica es elevado. Una de las razones podría ser unos modelos de financiación y remuneración antiguos.

Los modelos de financiación e incentivos que se utilizan actualmente para estas tecnologías se suelen definir en base a sus costes (modelos cost-plus) y la evaluación se concentra en las características técnicas. Sin embargo, esta regulación no ofrece los incentivos adecuados para desarrollar tecnologías de más valor.

Una posible solución a estos problemas de incentivos sería implantar modelos de financiación en base al valor que aportan, en forma de ahorro de costes, las herramientas de diagnóstico rápido. Un ahorro que puede ser empleado en nuevos dispositivos que amplíen la capacidad diagnóstica para los pacientes y, de forma complementaria, favorezcan la sostenibilidad del sistema. De ahí que podamos hablar de las técnicas de diagnóstico rápido como un as en la manga.

En la actualidad, algunos países están no sólo armonizando los procesos de evaluación para las tecnologías sanitarias (e incluyendo tanto tratamientos como pruebas diagnósticas), sino estudiando cómo se podrían complementar ambas evaluaciones.