Acceso a la innovación oncológica: el camino es Europa

El cáncer es la enfermedad que más hace sufrir a la sociedad, a nivel mundial. Sin embargo, todavía hoy hay pacientes oncológicos sin acceso a un tratamiento. Y esto es un problema que tenemos que combatir con urgencia. Podemos asumir que España es un país pionero en cuestiones médicas relacionadas con el cáncer.

Es, de hecho, uno de los países con mayor proporción de ensayos clínicos en Oncología. Sin embargo, y a pesar de estar entre los países que lideran el desarrollo clínico, las innovaciones llegan tarde a nuestros pacientes. O lo que es peor, no llegan.

Esta es una de las principales conclusiones del informe Reflexiones sobre la situación actual de España y posibles áreas de mejora en el acceso de los pacientes a la innovación oncológica. Una iniciativa de la Fundación ECO, con la elaboración y metodología de Iqvia.

Lamentablemente, España es uno de los que menos porcentaje del PIB destina al gasto sanitario público, entre los países de nuestro entorno. Miramos hacia Europa y extraemos una conclusión abrumadora: faltan recursos económicos. Para financiar la innovación oncológica aprobada por la EMA, España tarda 469 días. En Alemania solamente 100.

Igual de alarmantes son las cifras de fármacos oncológicos financiados, frente a los aprobados por esta institución europea. El año pasado, en España solo se financiaron tres de cada cinco tratamientos aprobados. Mientras que en Alemania se financiaron todos. Dicha tesitura, sumada al evidente retraso de los diagnósticos provocado por la pandemia de Covid-19, muestra un escenario un tanto desolador para el verdadero damnificado, el paciente.

Hoy estamos retomando el camino, pero tenemos que mirar a nuestro alrededor. En Europa está el ejemplo. De momento estamos viendo solo la punta del iceberg. En los próximos años se va a seguir avanzando y no podemos quedarnos a la cola.

El informe que acabamos de presentar sugiere algunos puntos que marcan la senda hacia la mejora en la gestión de los tiempos, comenzando por ampliar la participación a lo largo del proceso de evaluación. No solo de los clínicos, también de las sociedades científicas y los pacientes. Es un asunto de todos y así debemos abordarlo.

Una solución podría ser la creación de grupos de colaboración, que garanticen el acceso equitativo por Comunidades Autónomas. Hace mucho tiempo que no nos debería penalizar el código postal en el que nacemos o vivimos. Si es necesario, tendremos que crear nuevos modelos que así lo contemplen.

Es importante recalcar que estos procesos de financiación -los de nueva creación y los ya existentes- deben ser específicos para la innovación, y mostrarse absolutamente transparentes, previsibles y con unos tiempos de introducción mucho más cortos. Una de las claves para conseguir todo esto es el trabajo previo: asegurar que existen suficientes recursos y que se estén gestionando de forma adecuada.

No obstante, independientemente de cualquier sugerencia económica, hay un dato que sirve de motor impulsor de todos estos esfuerzos por mejorar. Cada año, más de 290.000 familias reciben un diagnóstico de cáncer en España. Una realidad que no necesita más decoro.

Es el paciente quien tiene que estar en el centro de la atención sociosanitaria. España es un país a la vanguardia en recursos humanos para combatir al cáncer, ahora solo necesitamos facilitar los medios y recursos para que sea posible.