El valor de la farmacia y de las fábricas de medicamentos

Hay datos que son demoledores. Que el 50% de los medicamentos que se compran a través de Internet sean falsificaciones que no hacen el efecto terapéutico deseado es uno de los peores indicadores para la salud de una población. Pero para que esto no ocurra, cada ciudadano tiene en su mano las herramientas, aunque a veces se desconozcan. Por Internet, al menos en España, se puede comprar cualquier medicamento que no necesite receta médica. Analgésicos como el paracetamol, el ibuprofeno, la aspirina y un largo etcétera de fármacos para síntomas menores. Además, hay un canal habilitado por ley y vigilado por las autoridades. Cualquier farmacia de este país puede tener una página web donde vender estos medicamentos, previa autorización de la Agencia Española del Medicamento. Una página web que no tenga a su pie el membrete de este estamento gubernamental no está autorizado.

Este mes, además, se ha celebrado en Sevilla el Congreso, tanto nacional como internacional, de los farmacéuticos. Durante casi una semana, estos profesionales han puesto en valor su dedicación a velar por el medicamento y el paciente, además de pedir mayor protagonismo dentro del Sistema Nacional de Salud. Su papel durante la pandemia fue ejemplar, aunque podría haber dado más de sí con una legislación que les habilitase para ello. No se trata, ni mucho menos, de sustituir a ningún otro profesional sanitario, pero sí de aprovechar la capilaridad que otorgan más de 22.000 farmacias en todo el territorio nacional.

Más allá de la farmacia, España tiene que aumentar la capacidad de producción de medicamentos. Para ello, se espera un anteproyecto que se conocerá este mes y que modificará las partes más importantes respecto al precio de los medicamentos de la Ley de Garantías. Hay una cosa que es muy clara. Si se quiere recuperar parte de la producción que hoy hacen países asiáticos, se deben acompasar los precios al incremento de gastos, aunque solo se tengan en cuenta los laborales. De lo contrario, no habrá inversión y además de la pérdida de una oportunidad económica, se dejará al país de nuevo al albur de un mercado persa en la próxima pandemia.

Y hablando de pandemia, no se puede olvidar el papel que juega en España la sanidad privada. Se trata de un pilar de complementariedad básico para el buen funcionamiento de la sanidad pública. No se pueden hacer trampas al solitario. No hay dinero suficiente para absorber con un mínimo de calidad el trabajo que hoy por hoy desempeña la privada, con casi 11 millones de asegurados. Es el 20% de la población española y, sin ellos, hoy en el sistema las cosas no funcionan bien, sobre todo tras la pandemia.