Retos y oportunidades en sanidad

El sistema sanitario en España es hoy fruto de un enorme esfuerzo colectivo con el Derecho constitucional a la protección de la salud y con la Ley General de Sanidad en 1986 que puso en pie el Sistema Nacional de Salud (SNS) universal y descentralizado.

Hoy, con una inversión de alrededor de 73.000 millones de euros (un 6,5% del PIB) y una muy amplia cartera de servicios, es un sistema que ha sido capaz de contribuir de manera muy satisfactoria a disponer de indicadores de salud que resisten comparación con los de los mejores sistemas sanitarios de los países de nuestro entorno y ha sido un motor efectivo en la disminución de las desigualdades en salud que nos caracterizaban en los años en los que fue creado. Por su parte, la sanidad privada con más de 33.000 millones de euros, un 2,7% del PIB, desarrolla su labor asistencial para alrededor de 11,5 millones de asegurados.

La sanidad es un ámbito de actuación en el que tiene cabida de una manera muy relevante la innovación. El avance científico continuo de la biomedicina explica las mejoras en la lucha frente a la enfermedad y sus consecuencias con nuevos avances en prevención de enfermedades y en el tratamiento más efectivo de las mismas que (a veces) consiguen la curación definitiva. También, los diagnósticos son más precisos y precoces por la disponibilidad de técnicas diagnósticas que ponen a nuestra disposición empresas punteras de tecnologías sanitarias.

La innovación farmacológica y de tecnologías sanitarias es una característica del sector salud y encuentra en el sistema sanitario un campo propicio para el desarrollo de ensayos clínicos y otros procesos de investigación que requieren inversión de importantes recursos financieros que propician la disponibilidad de nuevas patentes. Tanto por iniciativa propia como la colaboración entre los sistemas públicos y las empresas privadas, sanidad es un ámbito con un gran potencial de desarrollo económico y de innovación.

Las dificultades en su funcionamiento por los recortes presupuestarios aplicados desde 2012 no se pudieron reponer a tiempo cuando, en 2020, la pandemia Covid-19 golpeó con dureza al sistema sanitario generando mayores listas de espera quirúrgicas y más retrasos en el diagnóstico y seguimiento de patologías, al haber tenido que priorizar la atención a la pandemia.

A estos desafíos organizativos hay que unir los actuales niveles de cronicidad que caracterizan las necesidades que tiene que afrontar y que serán mucho mayores en los próximos años, como consecuencia de la evolución demográfica que apunta a un crecimiento importante del envejecimiento de la sociedad. Algo que afectará al conjunto del sistema de bienestar tanto en su funcionamiento, como en su alcance y su sostenibilidad.

Una de las derivadas de esta situación es el incremento de necesidades ligadas a las situaciones de dependencia que interpelan a la obligación de redefinir y potenciar la atención primaria; de hecho, el espacio sociosanitario aparece como un ámbito de enorme potencial para el desarrollo de iniciativas que mejoren las respuestas a los problemas de un sector social (los mayores y las personas en situación de dependencia) cada vez más numeroso.

En este contexto, la digitalización aparece como un desafío y como una oportunidad porque puede ofrecer opciones válidas para una mejor accesibilidad con los pacientes, una mayor efectividad de la práctica clínica al aplicar los procesos de inteligencia artificial en las decisiones o el análisis de grandes volúmenes de datos para la evaluación de los resultados de las técnicas y tratamientos aplicados en vida real o (también) al hacer más eficiente la organización potenciando la telemedicina y las sesiones clínicas virtuales.

Todo ello abre opciones de colaboración entre el sector público y todas aquellas empresas con capacidad de desarrollo y aplicación de estas tecnologías. Aquí, los fondos Next Generation encuentran un espacio para la inversión productiva que comienza a hacerse visible paulatinamente en las convocatorias en marcha, así como las que en el futuro inmediato seguirán articulándose.

Y es que la modernización del sector salud tiene un enorme potencial si se acierta en el desarrollo de un espacio de colaboración efectiva entre el sistema sanitario y el mundo de la empresa.

La sanidad es, sin duda, uno de los bienes valorados como esenciales para la inmensa mayoría de la sociedad; disponer de un buen sistema sanitario ofrece un colchón de protección de la salud que tiene una enorme importancia en el desarrollo de las políticas públicas. Las necesidades de reforma y transformación que tiene la sanidad abren oportunidades de inversión imprescindibles para modernizar este importante sector, tanto en el sector público, como en el sector privado (con un crecimiento relevante en los últimos años).

Pero en sanidad, tanto la digitalización como la inteligencia artificial, comienzan a tener también su aplicación en los procesos diagnósticos y terapéuticos y son cada vez más numerosos los procedimientos que se van incorporando en el marco de las buenas prácticas que permiten avanzar en la medicina de precisión, personalizada e incluso predictiva. Incluso el metaverso se está incorporando a los servicios clínicos y asistenciales con un impacto de potencial creciente.

Todos estos elementos generan la necesidad de articular políticas públicas renovadas para una transformación de la sanidad hacia las necesidades de la población generando contextos más eficientes y más efectivos con una apuesta por la colaboración intensa con el sector empresarial que produce la innovación disruptiva, sea esta específica del ámbito sanitario (medicamentos, tecnologías sanitarias, etc.) o sea innovación general con aplicación en el campo de la sanidad.