Las matemáticas deben prevalecer para sostener la sanidad

Parece poco razonable que con todo el dinero que cada año se destina a los sistemas sanitarios no haya un control o un algoritmo que mida los resultados obtenidos en función del presupuesto asignado. Pero así es. Los expertos coinciden en una cifra imponente. El 40% de los fondos de los que dispone la sanidad de los distintos países europeos se destina a intervenciones ineficientes. La palabra concreta utilizada habla de desperdicio, nada menos, de los fondos públicos.

Y claro, luego no hay dinero para nada. Una de las batallas más duras y también costosas que tienen por delante los países es la lucha contra el cáncer. La investigación avanza pero los presupuestos nacionales ahogan esa innovación, o al menos la espacian en el tiempo. No es de recibo que no se puedan incorporar nuevos medicamentos contra la patología con más muertes a sus espaldas mientras se tira el 40% de los presupuestos que tienen los sistemas sanitarios. Y quien habla del cáncer habla de cualquier otra patología, como las cardiopatías, que avanzan sin freno en las sociedades más avanzadas, económicamente hablando.

Una de esas bolsas de ineficiencia bien pueden ser el mal uso que se hacen de los antibióticos, que además conlleva un peligrosísimo riesgo contra la salud. El 19% de las prescripciones que se realizan en España no son necesarias, derrochando dinero al tiempo que se favorece a que las bacterias evolucionen para volverse invulnerables a estos antibióticos. Y eso que existe un plan nacional para el uso reacional de los antibióticos, aunque viendo estas cifras quizá sea otra bolsa de ineficiencia mientras no se mejore.

Los problemas de los sistemas sanitarios ya son demasiados como para que desde las instituciones se agraven. Urge poner coto contra este desperdicio económico, cuyas cifras, aunque no están calculadas bajo un estudio se aventuran muy elevadas. Mientras que esto no se haga, además de estar quemando dinero, se estará dejando a los ciudadanos sin unas herramientas que existiendo no pueden ser usadas.

Ahora se van a llevar a cabo dos reformas legislativas que atañen directamente a la gestión de la sanidad en España. No se puede pensar que serán soluciones mágicas, pero al menos sí que se les debe exigir que sean la primera presa de un río que se desboca. Si no se consiguiese o, incluso peor, agrandasen el problema, estaríamos ante una nueva oportunidad perdida y en sanidad van muchas. Desde la quimera de un Pacto de Estado que sobrevuela la política desde hace años, hasta regular a base de real decreto para, años después, corregir en sentido contrario con la misma técnica legislativa.