El 19% de los antibióticos prescritos son innecesarios

Los sanitarios utilizan los antimicrobianos en los hospitales como primera herramienta para tratar a los pacientes debido a la falta de recursos, la presión asistencial y social

El uso inadecuado de antimicrobianos en el ámbito hospitalario es un hecho que amenaza a la salud pública. El 19% de los antibióticos que se prescriben no son necesarios, según el estudio Pausate: Prevalencia y adecuación del uso hospitalario de antimicrobianos en España, realizado por la Sociedad Española de Farmacia Hospitalaria. En estos casos, su utilización no garantiza la curación del enfermo o le supone un perjuicio inasumible para su bienestar. Ante esta situación, los expertos piden medidas para optimizar el uso de este tipo de tratamientos.

Un antimicrobiano se define como el medicamento que combate infecciones causadas por bacterias en los seres humanos ya sea eliminándolas o dificultando su crecimiento y multiplicación. El primer antibiótico, la penicilina, fue descubierto en 1928 por Alexander Fleming. Su uso a partir de la década de los 40 revolucionó la atención médica y redujo de manera drástica la mortalidad causada por infecciones.

Muchos antibióticos se recetan de forma innecesaria y se usan incorrectamente lo cual coacciona la utilidad de los fármacos y contribuye a la resistencia antimicrobiana, una de las amenazas más urgentes para la salud pública. Su mal uso hace que los microorganismos creen mecanismos para sobrevivir frente a los antibióticos. “Cuanto más utilizamos los antibióticos y si los usamos de manera inadecuada estamos favoreciendo que los microorganismos desarrollen mecanismos de resistencia que hace que cuando se vuelva a utilizar el antibiótico este no funcione”, recalca la farmacéutica hospitalaria y miembro del grupo de Afinf de la Sociedad Española de Farmacia Hospitalaria (SEFH), Aurora Fernández.

Además de ser inadecuada la prescripción de antimicrobianos en el 19% de los casos, también es mejorable en el 45% de las veces, según el estudio. “Si un paciente tiene una infección respiratoria y el profesional dice: bueno no tengo el diagnóstico todavía, sé que tiene un cuadro de infección respiratoria, pero no sé si es por virus o por bacteria, por si acaso le digo que haga 10 días de antibiótico”, cuenta Aurora Fernández. “Si este paciente tiene una infección vírica, el antibiótico no le es necesario ya que se va a curar igual con antibiótico que sin él, pero para lo que va a servir es para crear resistencia antibiótica”, explica. Los antimicrobianos hay que utilizarlos realmente cuando hay una sospecha clara o un diagnóstico franco de infección bacteriana.

A diferencia de otros fármacos, los antimicrobianos los puede prescribir cualquier médico, sea experto en infecciosos o no. Los profesionales sanitarios los utilizan como primera herramienta para tratar a pacientes en situaciones “dónde no tienen recursos”. “Un médico en urgencias con una saturación de pacientes que tiene mucha presión asistencial no tiene el tiempo suficiente para hac er un diagnóstico claro y su primera línea de actuación es un antibiótico”, recalca la farmacéutica hospitalaria. Esta no es la única razón del uso indebido de los antimicrobianos ya que en pediatría los padres de los hijos muchas veces “ejercen presión sobre el pediatra para que le manden un antibiótico a su descendiente”, añade Fernández.

Por otro lado, al prescribir un antimicrobiano de uso hospitalario, la elección del agente es inadecuado, es decir, ineficiente en el 3% de los casos, según datos del Estudio Pausate. También en el 23% de los casos la elección del agente no presenta una adherencia a los protocolos o guías de referencia y son alternativas terapéuticas igual de eficaces, pero menos seguras, ecológicas o baratas. Por otro lado, el registro en la historia clínica resulta ineficiente en el 34% de las prescripciones. “Hacer explícito un plan antibiótico en la historia clínica contribuye a que el médico reflexione las decisiones tomadas y además facilita la revisión del tratamiento antibiótico.”, indica el informe.

El catálogo de antimicrobianos cuenta con más de 15 grupos distintos que se diferencian por su estructura química y por las infecciones y bacterias sobre las que actúan. Tal y como señala el estudio, entre los más recetados se encuentra la conocida amoxicilina (7,2%), la ceftriaxona (6,4%), la Piperacilina-tazobactam (5,8%), Meropenem (4%), levofloxacino (3,3%), cefazolina (3%), Ciprofloxacino (2,4%), Cotrimoxazol (2,4%), Linezolid (2,1%), Vancomicina (1,8%), Fluconazol (1,7%), Metronidazol (1,3%), Aciclovir (1,3%), Daptomicina (1,1%) y la Azitromicina (1%).

La infección urinaria junto a la respiratoria son las patologías en las que más se realiza un uso inadecuado de antimicrobianos para tratarlas. Además, hay estudios publicados en los que la profilaxis antibiótica quirúrgica “es un área donde se utilizan muchos antibióticos para prevenir la infección en la cirugía”, indica Aurora.

En cuanto al rango de edad en el que más antibióticos se recetan, los ancianos es el grupo poblacional que más antibióticos toma y los pacientes más ingresados. No obstante, pediatría es un área en la que también se prescriben muchos antimicrobianos a pesar de los esfuerzos por parte de las autoridades sanitarias.

En cuanto a la duración del tratamiento, es decir, el tiempo que el paciente tiene que estar tomando el antimicrobiano, el 19% de las veces resulta excesivo mientras que el 2% es corto. De igual importancia es la monitorización de que el antimicrobiano está funcionando como debe ser. Esta es inadecuada en el 4% de los casos, según datos del estudio.

La mala utilización de un antimicrobiano tiene un coste económico para el sistema de salud. “Si tratas una gripe con un antibiótico el dinero que cuesta este lo estás mal utilizando porque no lo necesitas para una infección vírica”, indica la farmacéutica hospitalaria. También puede empeorar el estado del paciente produciéndose complicaciones que tienen un coste para el sistema, además de la resistencia antimicrobiana. Para combatirla habrá que utilizar unos fármacos de segunda o tercera línea que son más tóxicos y caros. Además, la cifra de la asistencia derivada de esta resistencia está en más de 1.500 millones de euros.

Resistencia antimicrobiana

El incremento de las resistencias bacterianas a los antimicrobianos se ha convertido en un problema de salud mundial. La Organización de Naciones Unidas (ONU) ha alertado de que en 2050 morirá más gente a causa de las resistencias bacterianas que por cáncer. Solo en Europa mueren alrededor de 330.000 personas a causa de bacterias resistentes.

Día tras día aparecen y se propagan nuevos mecanismos de resistencia que ponen en peligro la capacidad de tratar enfermedades infecciosas como la neumonía, septicemia o enfermedades de transmisión alimentaria, entre otras, ya que los antibióticos van perdiendo eficacia, según la OMS. Cuando ya no se pueden tratar las infecciones con los antibióticos de primera línea es necesario emplear fármacos más caros. La mayor duración de la enfermedad y del tratamiento en el medio hospitalario, incrementa los costos de la atención sanitaria y la carga económica para las familias y la sociedad.

La resistencia a los antimicrobianos (RAM) es una amenaza para la salud que compromete muchos avances médicos que dependen de los antibióticos, por ejemplo, la cirugía, la quimioterapia o el tratamiento de enfermedades crónicas. “Hoy solo existe un camino para combatirlo que es el desarrollo de nuevos antibióticos eficaces y el uso responsable de ellos”, afirma Farmaindustria. El desarrollo de nuevos antimicrobianos puede oscilar entre los 10 y 20,5 años. Actualmente 90 antimicrobianos están en desarrollo y están dirigidos a combatir 17 patógenos.

Para hacer frente a la prescripción inadecuada de los antimicrobianos, los expertos indican que es necesario un acceso universal a los test de diagnóstico más rápido. “Los test acortan el tiempo para confirmar si el paciente tiene una infección por un virus o por una bacteria”, recalca Aurora Fernández. También es necesario implantar los Programas de Optimización de Uso de Antimicrobianos que se están implantando de manera progresiva en los hospitales con el objetivo de medir y mejorar el uso apropiado de los agentes antimicrobianos para garantizar una terapia costo-efectiva. “Necesitamos recursos estructurales y humanos”, indica Fernández.