Los servicios de Endocrinología y Nutrición, punta de lanza de la Telemedicina

El impulso de la telemedicina en España ha sido un hecho con la pandemia Covid-19. El 62% de los pacientes ha utilizado el sistema de teleconsulta, según una encuesta de la plataforma Capterra. Le siguen de cerca Canadá, con un 56%, y Reino Unido, con un 54%, mientras que Alemania, Italia y Francia se sitúan en los últimos puestos.

La pandemia de Covid-19 ha cambiado la forma de relacionarnos y la forma de interactuar a nivel social e incluso con los servicios sanitarios. Según los datos de esta encuesta, el 92% de los encuestados que realizaron teleconsulta en el último año lo hicieron por primera vez, aunque las preferencias por estos nuevos sistemas varían según cada país.

Cabe destacar que los servicios de Endocrinología y Nutrición están a la vanguardia de la Telemedicina en España, según los datos recogidos en el Informe RECALSEEN 2021. El 79% de los servicios de Endocrinología y Nutrición desarrollan teleconsulta programada, el 90% realiza consulta telefónica, el 29% vídeo consulta y el 45% consulta por correo electrónico. La Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN) fue sensible a esta necesidad de implementar modelos asistenciales no presenciales desde el principio de la pandemia. Mientras en titulares de prensa durante el confinamiento se destacaba la inquietud de los pacientes porque la teleconsulta pasara a sustituir totalmente la consulta presencial, la SEEN publicó en junio de 2020 un primer documento (Principios de Teleconsulta SEEN) en el que se establecían las bases necesarias para que esta asistencia fuera segura y de calidad. Tras varios meses de pandemia y de actividad de teleconsulta y un análisis más detallado, publicamos en marzo de 2021 el Manual de Teleconsulta de la SEEN, en el que se proponían criterios mínimos de calidad para la atención de pacientes con patologías más frecuentes del área de la Endocrinología y Nutrición.

Por supuesto, hay limitaciones de la teleconsulta que afectan a pacientes, profesionales y centros sanitarios: Los pacientes pueden tener un grado variable en el acceso y en el conocimiento de uso de las nuevas tecnologías. También pueden existir limitaciones físicas o psíquicas que dificulten o imposibiliten la asistencia telemática; Pueden tener cierta desconfianza ante el cambio impuesto de modelo asistencial. En muchas ocasiones no se ha consensuado con el paciente el modelo de visita y sienten que han perdido derechos y que se les ofrece una atención de peor calidad; Algunos médicos pueden mostrar resistencia al cambio, alegando deterioro de la calidad asistencial, falta de seguridad jurídica, mayor carga de trabajo o simplemente incapacidad de adaptación a las nuevas tecnologías. La situación laboral vivida durante la pandemia (alta carga de trabajo, dificultad para la previsión de la evolución de la pandemia, personal enfermo, miedo de contagiar a familiares/convivientes, etc.) no ha facilitado la implantación de este nuevo modelo asistencial que, pendiente todavía de disponer de todas las herramientas tecnológicas, supone en muchas ocasiones más tiempo que la consulta presencial. Por ello, cabe destacar que estas consultas requieren, al igual que las consultas presenciales, un tiempo establecido en la agenda de los profesionales.

Algunas situaciones clínicas requieren de exploración física o de técnicas diagnósticas o terapéuticas invasivas solo aplicables en una consulta presencial. En relación con los sistemas sanitarios, durante la pandemia se ha podido realizar un modelo de teleconsulta “provisional o de emergencia” para evitar cancelaciones de citas ya programadas. Se han constatado las necesidades que tienen los sistemas sanitarios (historias clínicas que incorporen plataformas para vídeo consulta, saturación de redes de telefonía, no disponibilidad generalizada de teletrabajo, limitación de medios técnicos básicos, etc.)

Frente a estas limitaciones, tenemos nuevas oportunidades: En el informe publicado por la Plataforma de Pacientes Estudio del impacto del COVID-19 en las personas con enfermedades crónicas se destaca la apuesta por potenciar la teleconsulta como modelo de atención permanente, siempre que sea posible y sin que ésta suponga la eliminación de la consulta presencial, ya que puede permitir agilizar y dar respuesta a la demanda de una forma más eficiente. La tecnología debe ser una herramienta que potencie la relación médico paciente; Frente a la interpretación de la pérdida de derechos que pueden percibir algunos pacientes con este modelo asistencial, es el momento de que remarquemos y expliquemos a los pacientes el papel protagonista que tienen en el control de la enfermedad, más destacado todavía en consultas remotas. Deben estar informados (qué datos se les va a solicitar, qué parámetros/registros deben aportar y cómo medirlos/registrarlos) y formados (paciente activo) en el control y manejo de síntomas. También desde la SEEN hemos hecho una gran apuesta en el proyecto del Aula Virtual, en el que ofrecemos material informativo y formativo para pacientes y cuidadores.

Para profesionales y sistemas sanitarios es el momento de consolidar una teleconsulta de calidad, segura, efectiva y afectiva. Son necesarias dotaciones tecnológicas, formación de sanitarios e información a pacientes y ciudadanía de las ventajas que ofrece este modelo asistencial. Somos conscientes de las ventajas, tenemos larga experiencia en algunas enfermedades (diabetes) y defendemos la utilización de las nuevas tecnologías, incluyendo la teleconsulta, como parte de los procesos asistenciales en las patologías de nuestra especialidad, para mejorar la calidad de la atención clínica que ofrecemos a los pacientes y optimizar el uso de los recursos sanitarios. Estas herramientas, sin embargo, deben utilizarse siguiendo unas directrices claras, que tengan en cuenta los aspectos éticos y legales, con manejo seguro de los datos y desde una perspectiva centrada en el beneficio del paciente. Si los pacientes no entienden, valoran y aceptan la teleconsulta, habremos fracasado. No deberíamos dejar pasar la oportunidad que nos trajeron las primeras olas. Debemos trabajar teniendo en cuenta las necesidades y opiniones de los pacientes y ser conscientes de que nos estamos jugando que se implante definitivamente o que fracase, lo que puede ser uno de los mayores avances en la asistencia sanitaria de la última década.