
La insuficiencia cardiaca toma el relevo del Covid-19
Un estudio constata que el ingreso por insuficiencia cardiaca ha sido el episodio más frecuente en España después de la hospitalización por Covid-19.
Un estudio recientemente publicado en la Revista Española de Cardiología se suma a las evidencias científicas de que existe un estrecho vínculo entre la infección por SARS-CoV-2 y las enfermedades cardiovasculares. Martín Negreira, uno de los autores de este trabajo, ha explicado que el objetivo era “analizar la incidencia acumulada de eventos cardiovasculares mayores (MACE en la jerga médica) durante el primer año tras una hospitalización por Covid”. El principal hallazgo fue una elevada incidencia de eventos cardiovasculares tras el ingreso. “Uno de cada 16 pacientes hospitalizados por Covid-19 sufrió algún MACE el primer año tras haber superado la infección, un tercio de ellos durante los primeros 30 días”, ha apuntado el investigador. El más frecuente de todos ellos fue la insuficiencia cardiaca (IC).
Si la IC tiene el dudoso honor de ser el evento más frecuente de quienes han estado ingresados por Covid, la enfermedad tromboembólica venosa (ETEV) fue el más precoz, sobre todo en forma de tromboembolia pulmonar (oclusión de vasos sanguíneos que llevan la sangre desde el corazón a los pulmones para cargarla de oxígeno). El 75% de los casos de ETEV se produjeron en los primeros 30 días, y el 62,5% fueron tromboembolias pulmonares, todas ellas ocurrieron precozmente tras la hospitalización.
Estos datos respaldan la hipótesis de que el SARS-CoV-2 actúa como un factor que modifica la enfermedad cardiovascular, algo parecido a lo que se ha visto con otros virus, como el de la gripe.
Sin tener en cuenta el impacto de la pandemia en la salud de quienes han estado ingresados por Covid-19, la insuficiencia cardiaca afecta a un porcentaje de españoles que oscila entre el 2% y el 6% según los estudios. Se caracteriza porque el músculo del corazón no puede bombear la sangre como debería hacerlo, algo que puede ocurrir por debilidad o por rigidez del órgano. Cuando esto sucede, la sangre puede retroceder, y se acumula líquido en los pulmones, lo que provoca falta de aliento. Entre sus síntomas figuran, además de la característica sensación de falta de aire, fatiga y debilidad, hinchazón en piernas, tobillos y pies, alteración del ritmo cardiaco, intolerancia a la actividad física, tos o pitidos al respirar y dolor en el pecho. La IC puede afectar al lado izquierdo, el derecho, o ambos lados del corazón. En la IC izquierda puede acumularse líquido en los pulmones, en la IC derecha puede acumularse líquido en el abdomen, las piernas y en los pies, causando hinchazón.
Hay diversas condiciones cardiovasculares, como la hipertensión arterial, que van dañando progresivamente el corazón y contribuyen a que una persona desarrolle insuficiencia cardiaca. Por eso, una forma eficaz de prevenir la IC es prevenir y controlar afecciones como la diabetes y la obesidad siguiendo las recomendaciones de los médicos en cuanto a hábitos alimenticios y actividad física adecuados para cada persona. Mantener un peso saludable, reducir la sal en la dieta, hacer ejercicio y controlar el estrés son algunas de las cosas que pueden mejorar la calidad de vida y reducir el riesgo de insuficiencia cardiaca.
Manuel Anguita, especialista en cardiología del Hospital Universitario Reina Sofía de Córdoba, además de coordinador de la Estrategia en Salud Cardiovascular junto con el Dr. Héctor Bueno, destaca el gran impacto que la insuficiencia cardiaca tiene en la calidad de vida de los pacientes: “Son abundantes los estudios sobre calidad de vida en insuficiencia cardiaca, y lo que observamos es que la enfermedad altera este aspecto en la misma medida -e incluso más- que la mayor parte de los cánceres y de las enfermedades crónicas, incluidas las respiratorias”.
A pesar de que el manejo de la enfermedad es complejo, este experto indica que los pacientes pueden mejorar con el tratamiento y los cuidados necesarios. Para este especialista es fundamental evitar las descompensaciones que llevan a estos pacientes al hospital, porque son un punto de inflexión en su evolución que suele llevar a mayor riesgo de reingresos. Para evitar llegar a esa situación, y considerando que el tratamiento es complejo, aboga por desarrollar programas o unidades especiales para el control de los pacientes en las cuales colaboren los propios cardiólogos, especialistas en medicina interna, médicos de familia y otros profesionales. “Es algo que la Sociedad Española de Cardiología viene preconizando hace tiempo”, indica.
Su apreciación sobre la importancia de dar el máximo en el manejo de la insuficiencia cardiaca para evitar descompensaciones coincide con la de José Ramón González-Juanatey, cardiólogo del Hospital Clínico Universitario Santiago de Compostela. Con un arsenal terapéutico enriquecido por relevantes innovaciones en las últimas décadas, para este especialista ahora es clave prevenir la progresión de la enfermedad, y el reto es una organización asistencial de ámbito local en la que se combinen las habilidades de cardiólogos, internistas, médicos de familia y enfermería para mantener estables a los pacientes con insuficiencia cardiaca. No se trata únicamente de atender a quienes acaban ingresados (o reingresados) en el hospital, sino de llevar a cabo un seguimiento estrecho y colaborativo que aleje esa posibilidad cada vez más en beneficio de los pacientes, y hacerlo desde una perspectiva local, próxima a ellos. Son miles de pacientes por área de salud, por eso es tan importante contar con los profesionales de Atención Primaria, que son en gran medida responsables del día a día de la enfermedad, apunta.
Dando un paso más, sugiere que todo el proceso debe evaluarse para irlo afinando de forma progresiva, documentando los resultados que se obtienen y replanteando las necesidades a partir de esas evidencias.
Asimismo, apunta que la insuficiencia cardiaca es un problema de salud importante porque es la condición que genera mayor gasto sanitario global como patología única.