Los trabajadores quieren que sus jefes se preocupen por su salud mental

Cuando en marzo de 2020 tuvimos que encerrarnos en casa para afrontar más de un mes y medio de confinamiento, empezamos a hacernos preguntas -y a encontrar respuestas- sobre todo aquello que nos rodeaba en nuestro día a día, pero a lo que no prestábamos demasiada atención. Dejamos de lado la localización de la casa y empezamos a pensar si teníamos suficientes metros cuadrados, si entraba suficiente luz por las ventanas, o si disfrutábamos de una terraza o balcón al que asomarnos cuando queríamos tomar el aire.

El hecho de tener que pasar tanto tiempo en nuestras casas sin poder disfrutar de plena libertad para salir a pasear, tomarnos una caña con nuestras amistades o ver una exposición de arte acabó pasándonos factura.

Esta situación de incertidumbre ante cómo habría que vivir con una pandemia mundial aún con grandes repercusiones no solo a nivel sanitario, sino también socioeconómicas, tuvo un efecto palpable en nuestra población: las ventas de ansiolíticos y antidepresivos en España aumentaron un 4% y un 6% respectivamente en 2021, siendo los españoles los mayores consumidores de estos medicamentos en Europa, según JIFE.

Cuando parecía que volvía la normalidad e intentamos hacer como si nada hubiera pasado, nos dimos cuenta de que ya nada era igual. Todos conocíamos a alguien que había sufrido ataques de ansiedad o sus niveles de estrés se habían disparado, si no nos había pasado a nosotros mismos. Sin embargo, esta tragedia nos trajo algo positivo: se empezó a hablar de la salud mental de manera más natural.

Asimismo, aunque ya empezábamos a ser conscientes de la importancia del bienestar emocional, los lugares de trabajo no se adaptaron al ritmo que nuestro cuerpo exigía, lo que afectó a nuestro estado de ánimo y rendimiento. En concreto, el 43% de los profesionales en España afirmó sentir cierta sensación de agotamiento o fatiga en el trabajo, según la Guía del Mercado Laboral de 2022. Y lo peor es que, el 70% de ellos cree que la situación se ha agravado tras la pandemia.

Esta sensación de agotamiento o burnout se ha convertido en un problema real y más habitual de lo que a todos nos gustaría. En nuestro país, el 30% de las bajas se producen por el estrés laboral, y suelen extenderse durante una media de 83 días.

Ayudar, prevenir y cuidar la salud mental y bienestar de los empleados es una de las tareas pendientes para la mayoría de las empresas. Aquellas compañías que crean que con dinero o unos pocos beneficios es suficiente, están muy equivocadas.

Actualmente, muchas de las empresas tratan de dar una respuesta tras la baja de un empleado. Sin embargo, eso solo es un parche. La mejor solución es la prevención. Las compañías deben adoptar medidas que favorezcan el bienestar y la salud mental de los empleados. En concreto, tienen que ofrecer las herramientas que faciliten el desarrollo personal, con el fin de aumentar la resiliencia e impulsar el rendimiento de todos los miembros de la empresa.

Esta solución integral no debe basarse únicamente en beneficios como el teletrabajo, tickets restaurante o pagar el gimnasio. Se trata de tener una estrategia que demuestre la preocupación de las empresas por la salud mental y el bienestar de sus equipos.

Implementar este plan no solo trae beneficios para los empleados, también afecta positivamente a la cuenta de pérdidas y ganancias de la compañía. Distintos estudios han demostrado que un nivel de bienestar alto aumenta la productividad y la implicación de los equipos. En este sentido, según el informe The ROI in Workplace Mental Health Programs: Good for People Good for Business, de Deloitte, toda inversión en salud mental y bienestar se multiplica por cuatro, debido al aumento de productividad y a la reducción del número de bajas por enfermedad. Además, se calcula que en España se pierden más 25.000 millones de euros al año a causa del absentismo laboral y el estrés, según la AMAT. Si a esa cantidad le sumamos los 55.000 millones de euros que se estima que las empresas dejan de ingresar, las pérdidas reales ascienden a 80.000 millones de euros al año.

Garantizar la salud mental de los trabajadores se ha revelado como algo prioritario, rentable, y que aporta un valor añadido a las empresas. Esta prioridad no hará sino incrementarse en el futuro y aquellas compañías que no sean conscientes e implementen estas estrategias, están destinadas a quedarse atrás y, a buen seguro, perder el mejor talento.

No basta con poner una mesa de futbolín en la oficina u ofrecer descuentos en marcas de ropa. Las compañías que quieran contar con el mejor equipo y mayor productividad deberán desarrollar planes integrales centrados en mejorar la salud mental y bienestar de sus empleados.

De hecho, los profesionales, especialmente los más jóvenes, cada vez son más exigentes a la hora de aplicar a un puesto de trabajo, y no siempre el sueldo será un factor determinante. Aquellas empresas que no sean capaces de presentarse -y demostrarse- como compañías con una gran responsabilidad para con el bienestar de sus empleados están destinadas a la pérdida de talento, porque las altas retribuciones económicas ya no son la única prioridad.