El radar de la innovación dirige el rumbo hacia las biotecnológicas

La mayor parte de la innovación está en manos de ‘pequeñas’ empresas biotecnológicas. Dos de cada tres medicamentos que pueden llegar al mercado se encuentran en pleno desarrollo dentro de los laboratorios de estas compañías y menos del 10% de ellas cuenta hoy por hoy con el músculo financiero de las Big Pharmas. Esta es, quizá, la principal razón que sustenta el cambio del mercado de las fusiones y adquisiciones en los últimos años.

Desde hace unos años, pocos, se ha visto un cambio sustancial en las operaciones que protagonizan las grandes empresas. Lejos parecen quedar aquellas adquisiciones que superaban con creces los 50.000 millones de euros. Ejemplos como el de BMS con Celgene, o el de Takeda con Shire protagonizaron la década pasada, pero ya nada queda de eso. El último rumor del mercado, en plena pandemia, apuntó a AstraZeneca con Gilead, pero la posibilidad de un nuevo gran negocio se diluyó como un azucarillo. Ahora, prácticamente cada semana, aparecen compras más modestas pero que responden al gran potencial de estas empresas biotecnológicas.

No es la única explicación, claro está. Dentro de esta coctelera también habría que incluir otros ingredientes. Entre ellos está la focalización de las grandes farmacéuticas en sus áreas de negocio. Al unísono de esta búsqueda por nuevas promesas terapéuticas se están produciendo concentraciones del negocio, con sus consecuentes ventas de áreas terapéuticas o, incluso, grandes escisiones de compañías, como MSD y Organon, por poner un ejemplo.

También está la dificultad por rentabilizar las apuestas terapéuticas. Cada día cuesta más sacar adelante un proyecto, tanto por tiempo como por dinero. Es mucho más seguro apostar por moléculas con gran potencial en últimas fases de desarrollo o incluso en fases tempranas cuando la necesidad médica a la que se dirigen no está cubierta. Por todo ello, estas empresas biotecnológicas son el nuevo maná. En un mundo donde cada día cuesta más todo, encontrar a grandes profesionales a los que solo les hace falta un empujón financiero se ha convertido en ese oscuro objeto de deseo.

Esta situación no es ajena a la biotecnología española. En las primeras fases donde se encuentran la mayoría, se ha conseguido despertar el apetito de los fondos de capital riesgo. Con el tiempo, entre dos y cinco años, los proyectos que siguen adelante son adquiridos por las grandes farmacéuticas. Este es el camino habitual del éxito, pero no sería justo vender que todo el monte es orégano. Por el camino se quedan muchas, tanto españolas como extranjeras, porque en ciencia, el negocio es muy difícil.