El coronavirus ahoga la esperanza de un 2022 cerca de la normalidad

Sociedades científicas, equipos de investigación y hasta el sentir popular están de acuerdo en que 2022 va a ser un año para no bajar la guardia, vacunarse y tener cuidado

La línea de meta está lejos, tanto que no se ve, si hacemos caso a los representantes de las sociedades científicas, a los estudios que han publicado sobre el tema varios equipos de investigación y hasta en lo que, como sociedad, esperamos de la pandemia del nuevo coronavirus los ciudadanos de a pie. En eso sí hay consenso.

Marcos López-Hoyos, presidente de la Sociedad Española de Inmunología (SEI), advierte que es difícil hacer predicciones pero, como muchos de sus colegas, tiene un elevado grado de certeza sobre varias cosas: “Mientras no se administre la vacuna en todo el mundo, van a seguir apareciendo variantes; además, es muy importante que en nuestro medio se vacune el 100% de la población en la cual está indicada”. Para él, es la única manera de “parar esto, junto con las medidas de prevención no farmacológicas -mascarillas, distancia, ventilación- que hay que aplicar y seguir aplicando. “Hemos avanzado de forma increíble en cuanto al tratamiento de la enfermedad que provoca el virus, en el desarrollo de vacunas, etc., pero podemos seguir sufriendo sorpresas, y la mejor manera de que sean menos es vacunar”, advierte. También tiene palabras de elogio a los equipos de investigación que trabajan sin descanso en nuevas vacunas y nuevos métodos de inoculación, entre otros muchos.

A Ruth Figueroa, de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (SEIMC), le viene a la mente la gripe de 1918, “que duró años” para anticipar que la pandemia que ahora azota será similar en duración. “Vamos aprendiendo y la enfermedad y los fallecimientos (morbimortalidad) han ido mejorando, que es lo positivo. La tecnología de ARN que se ha empleado en las vacunas tiene también implicaciones enormes en otros campos de la medicina, y esta crisis ha acelerado su desarrollo, razona. Ella también aboga por vacunar de forma equitativa en todos los países, porque de otro modo las variantes seguirán apareciendo.

Figueroa se expresa en tono comprensivo en cuanto a la desazón que provoca la situación. “El cansancio se deja sentir en la población, profesionales sanitarios, hay cansancio físico y mental”, reconoce. De todas formas, además de los avances en el manejo de la enfermedad y su prevención, si se inclina por el optimismo es, “como microbióloga”, porque tradicionalmente los virus cambian para poder sobrevivir haciéndose más transmisibles, pero menos agresivos en términos de enfermedad, con el matiz de que no son cambios que se puedan predecir con exactitud. Para ella es particularmente importante prestar atención al índice de ocupación en los hospitales, que da idea de la gravedad de la enfermedad, y en mantener siempre presente la consigna de “proteger al frágil”.

Un equipo de investigadores británicos, de los varios que se han asomado a lo que podría ser el futuro de la pandemia, ha publicado un informe que pinta un panorama muy similar al de estos expertos. Sus autores recomiendan “seguir haciendo esfuerzos para limitar la transmisión y el impacto del virus. En los meses que vienen, uno de los retos va a ser, de acuerdo con los autores de ese trabajo, el resurgir de una serie de enfermedades infecciosas, como la gripe y el virus respiratorio sincitial (Figueroa asegura que ese repunte ya se ha producido, de hecho). Además, habrá que hacer frente a la presión asistencial generada no solamente por el Covid-19, sino por las enfermedades que han quedado desatendidas en los momentos de urgencia. El tercer desafío será mitigar esos problemas y prepararse para lo que queda de invierno.

Coincidiendo con la sexta oleada de casos en España, la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR) recordaba que no estamos, ni de lejos, seguros frente a la última variante de SARS-CoV-2 identificada, ómicron. Con el aumento de los diagnósticos en los centros de salud y hospitales del País Vasco y Navarra manifestaban que pueden producirse nuevas situaciones de colapso a corto y medio plazo. “El porcentaje de pacientes que precisan ingresos en unidades de críticos o semicríticos sería mayor que el observado en las olas previas de estas mismas regiones, con el consiguiente riesgo de saturación”. También han advertido que el porcentaje de vacunados con pauta completa, a expensas de recibir la tercera dosis de refuerzo, que ingresan en unidades de críticos o semicríticos está creciendo, “sobre todo en edades avanzadas y con factores de riesgo”. Los expertos de la SEPAR consideran que esta casuística puede extrapolarse a otras comunidades autónomas con bastante rapidez. Han instado a las autoridades sanitarias a adoptar medidas “suficientes y eficaces” para controlar la transmisión, agilizar la vacunación en población infantil y reevaluar la necesidad de una tercera dosis -hasta ahora, recomendada en personas mayores de 40 años- en la población general, dando preferencia a pacientes que presenten factores de riesgo de mala evolución.

El 65% de la población española no espera volver a la normalidad hasta dentro de seis meses como mínimo, según un sondeo de Ipsos. En todo el mundo, la proporción de gente con esa misma idea es del 66%, según ese mismo estudio. Quienes creen que no se va a volver a la vida tal como la conocíamos antes de la pandemia representan el 14% de la población mundial -el 12% en España-. Por otra parte, el 11% de los españoles opinan que la pandemia terminará cuando se alcance el 75% de la población vacunada.