El cáncer de páncreas exocrino es una necesidad sanitaria no cubierta con una altísima mortalidad

El cáncer de páncreas exocrino, que representa más del 90% de los casos de cáncer de páncreas y se origina en las células pancreáticas que sintetizan las enzimas digestivas, es una necesidad sanitaria no cubierta. Aumenta su incidencia desde hace décadas. Con más de 130.000 nuevos casos al año en la Unión Europea (UE), se convertirá en la segunda causa de muerte por cáncer en la década de 2030. Desde 2019, mueren más pacientes por cáncer de páncreas que por cáncer de mama en la UE, siendo cinco veces menos frecuente.

Los médicos lo diagnosticamos tarde por la agresividad biológica del cáncer y por la carencia de síntomas específicos. El diagnóstico llega cuando ya suele estar en una etapa avanzada y en ese momento, solo entre el 15 y 20% de los pacientes son candidatos a una cirugía con intención curativa, de los que un 70% recaerán. No podemos seguir hablando de que a los cinco años solo vive un 7% de los diagnosticados.

Resulta imprescindible la concienciación de este problema por parte de la sociedad y de los responsables de la política sanitaria. Hay que estar atentos a síntomas como la pérdida de peso de forma inesperada, un dolor de espalda o de abdomen superior inespecífico, la aparición de una diabetes o de trombosis venosa, cambios en el hábito intestinal, depresión o ictericia, que son signos de alerta temprana relacionados con el cáncer de páncreas exocrino.

El objetivo de los científicos y de los responsables de la política sanitaria debe ser una prevención primaria, promoviendo hábitos saludables de vida, no fumar, no beber, evitar el sobrepeso, hacer ejercicio físico y, sobre todo, apostar por un diagnóstico precoz.

Detección como prioridad

Empezar por identificar el grupo de personas con alto riesgo de desarrollar un cáncer de páncreas esporádico, para poder hacer un cribado en dicho grupo. Para aplicarlo es necesario desarrollar un programa de cribado fiable y sencillo a través de biopsia líquida, firma del microbioma fecal, radiómica...

Una vez diagnosticado el cáncer de páncreas por anatomía patológica, la obtención de una biopsia por eco-endoscopia, y si es candidato a cirugía, debe operarse en un centro donde, al menos, intervengan 15-20 casos anuales. La cirugía será más segura, precisa y con menos complicaciones.

Estos centros de alto rendimiento tienen acceso al análisis genómico del tumor que puede guiar un tratamiento personalizado con menor toxicidad y mayor eficacia. Son, además, la puerta de entrada a ensayos clínicos de los que se puede beneficiar el paciente con fármacos potencialmente útiles que todavía no están comercializados. El cuidado nutricional, sicológico, y el entrenamiento físico son fundamentales para tolerar mejor cualquier tipo de tratamiento, estimular la inmunidad y obtener el mejor resultado posible.

La fórmula que debemos seguir es el trabajo en red entre todos los países de la UE, que nos permita poder acceder fácilmente al sistema sanitario de cada país y acreditar los centros de experiencia (Comprehensive Cancer Centers). Así el tratamiento será de alta calidad para todos los ciudadanos de la UE y reducirá las desigualdades.

En la actualidad, se necesitan fondos finalistas suficientes en un programa plurianual para la investigación en el laboratorio, con cultivos celulares, organoides, animales de experimentación, etc.; en definitiva, innovación en la prevención, diagnóstico y tratamiento del cáncer de páncreas exocrino. No existen tratamientos dirigidos a dianas terapéuticas específicas para poder tratar eficientemente el cáncer de páncreas e incrementar su supervivencia. Seguimos tratándolo con quimioterapia, como los cánceres de mama, colon o pulmón hace 30 años. Por el momento, muere el 90% de los diagnosticados.

Nuestro grupo del Instituto Ramón y Cajal de Investigación Sanitaria (IRYCIS) está trabajando, entre otros proyectos, como la radiómica y estudio de la microbiota en la detección precoz del cáncer de páncreas asintomático, en el análisis del ADN liberado por las células cancerosas a la sangre, conocido como ADN circulante. Dada la dificultad para obtener muestras de tejido de este tipo de tumor para el estudio, su heterogeneidad y su cambio constante, es posible detectar mediante un análisis de sangre (biopsia líquida), la existencia de un cáncer pancreático no diagnosticado todavía, o determinados marcadores que identifiquen potenciales dianas terapéuticas de las que se beneficie el paciente con un tratamiento personalizado, además de correlacionarlo con el conocimiento de la respuesta temprana de la enfermedad al tratamiento prescrito.

Es para seguir investigando. Aún nos queda mucho camino por recorrer.