Un nuevo enfoque para la salud que nos proteja en el futuro

Los últimos acontecimientos sanitarios han puesto de relieve una problemática que subyacía desde hace muchos años. La pandemia nos ha enseñado cuan frágil es nuestra salud y nuestro sistema sanitario. Un virus que tampoco tiene una incidencia excesiva en la mortalidad ha puesto en jaque al mundo. Hemos visto una prueba piloto de lo que podría pasar si un virus con una tasa de mortalidad del 5 o 10% (en lugar del 1% del Covid) arrasara con todo como hizo el patógeno de Wuhan.

Para evitar nuevas zoonosis peligrosas, el ser humano debe cambiar el enfoque que tiene hacia el mundo que le rodea. Hace tiempo que en sanidad o, mejor dicho, en economía de la salud, se hace hincapié en que un sistema sanitario proactivo en lugar de reactivo sería la fórmula que más se acerca a la cuadratura del círculo: mantener la sostenibilidad del sistema estando a la última en cuanto a terapias y atenciones médicas. El concepto One Health pone de relieve algo similar. Cuida de lo que tienes alrededor, usa solo lo que necesitas si no quieres que la naturaleza se vuelva contra ti.

Además de los nuevos virus que pueden aparecer por la interacción con el mundo animal o por el cambio climático, también hay que cambiar el uso de los medicamentos, en concreto de los antibióticos. El mal uso, o abuso, que se ha hecho de los mismos a lo largo de los últimos años ha provocado una pandemia silente que se cobra la vida de 4.000 compatriotas al año y de 33.000 personas en Europa. Las previsiones de la falta de eficacia de los antibióticos ante estas bacterias, que han aprendido a defenderse de ellas, eleva la problemática a una de las principales causas de muerte para mediados de siglo.

Y ya no es solo la lucha sin descanso ante problemas de salud emergentes. Es que mientras se combate una pandemia, se olvida casi todo lo demás. Son muchos los datos que han ido arrojando los profesionales de la salud sobre la falta de diagnóstico en algunas enfermedades. Ha sido patente que el colapso de la atención primaria ha provocado un caos sanitario, porque cuando a una persona no le dan cita en el centro de salud, corre a urgencias. Esto, además de provocar retrasos, es un gasto económico ingente. No hay nada más barato y más efectivo para ciertas enfermedades (la mayoría) que la atención primaria. Una consulta en urgencias, es muchísmimo más cara.

Con todo, y casi como siempre, se dice que estamos a tiempo de reparar el daño. Esperemos que en esta ocasión no sea un canto a la esperanza y tenga visos de realidad. Si no lo es, al menos, trabajemos por minimizar el daño que provocarán nuevos patógenos emergentes.