Invertir en la prevención secundaria de las fracturas es una medida eficaz

Los expertos coinciden en la inversión en tratamientos e infraestructuras para ahorrar costes, además de de la importancia de invertir en recursos humanos y tratamientos, claves para un sistema sostenible

El coste sanitario asociado a las fracturas por fragilidad en España en 2019 fue de 4.300 millones de euros y se estima que en 2030 esta cifra alcance los 5.500 millones. Si se desglosan estos datos, 1.810 millones corresponden a los costes directos de las fracturas incidentales, 2.190 millones a los costes de la discapacidad a largo plazo y 303 millones al coste de la intervención farmacológica. En Europa, el coste anual de las fracturas por fragilidad alcanzó 56.900 millones en 2019, un 3,5% del coste sanitario total. Se trata de una carga económica mucho más elevada que la de otras enfermedades crónicas no transmisibles.

En este contexto, es fundamental mejorar la calidad de asistencia a este tipo de fracturas. Para ello, es muy importante la detección de las fracturas osteoporóticas consideradas “menores” (muñeca, vertebra, húmero) para valorar iniciar el tratamiento de osteoporosis y abordarlo de forma multidisciplinar e individualizada.

Para tratar de dar respuesta a esta situación, elEconomista organizó, el pasado jueves en colaboración con Amgen y UCB, un encuentro que reunió a distintos expertos del sector. A este respecto, la doctora María Jesús Moro, jefe de sección de medicina Interna del Hospital Central de la Cruz Roja San José y Santa Adela, señaló que la prevención de la fractura secundaria, que incluye evaluación y tratamiento de la osteoporosis, “puede minimizar las consecuencias de futuras fracturas”. Pues los pacientes que han sufrido una fractura por fragilidad, explicó, “presentan una osteoporosis más grave, por lo que serán necesarios tratamientos innovadores que actúen de forma más rápida, mejoren la masa ósea y hagan el hueso más resistente”.

La investigación, incidieron los expertos, y dar voz desde las instituciones a la osteoporosis es primordial en una enfermedad crónica y progresiva que provoca que los huesos se vuelvan más porosos, débiles y con mayor propensión a fracturarse. Una enfermedad silenciosa que afecta a más de 300 millones de personas en todo el mundo y a casi 3 millones en España. Se calcula que el 22,5% de las mujeres y el 6,8% de los hombres mayores de 50 años tienen esta enfermedad.

La identificación de esta afección a tiempo es crucial para un correcto tratamiento del paciente. La osteoporosis, incidió José Ramón Caeiro, jefe de servicio de cirugía ortopédica y traumatología del Complejo Hospitalario Universitario de Santiago de Compostela “es una de las enfermedades más infradiagnosticadas”. “El 80% de las personas que han tenido, al menos, una fractura por fragilidad carece de diagnóstico, no son correctamente identificadas, no recibiendo el manejo posterior que debieran”, explicó.

Sin embargo, “a pesar de las graves consecuencias de la fractura por fragilidad, tanto en morbilidad, mortalidad, como el alto impacto socioeconómico y especialmente en la calidad de vida de los pacientes, la osteoporosis y las fracturas por fragilidad no reciben la atención que merecen”, afirmó Caeiro.

En nuestro país, las fracturas por fragilidad son la cuarta enfermedad crónica de mayor impacto. El informe SCOPE 21 destaca que, en España se espera un aumento en torno al 30% en el número de fracturas por fragilidad para el año 2034, alcanzando los 370.000 casos.

Con todo, del pronóstico del incremento del coste sanitario asociado a las fracturas por fragilidad en un 28% en la próxima década, “las fracturas de cadera son las más graves y las que suponen una carga clínica, social y económica mayor”, aclaró Antonio Naranjo, médico adjunto de Reumatología del Hospital Dr. Negrín. “Un año después de la fractura de cadera, la mayoría de los pacientes no son capaces de llevar a cabo actividades cotidianas y no vuelven a recuperar su autonomía”. Así, las fracturas de cadera “suponen un 62% de los 4.300 millones estimados como costes totales de las fracturas osteoporóticas para el Sistema Nacional de Salud (SNS)”, explicó Naranjo.

El paciente puede ir acumulando fracturas a lo largo de la vida si no se interviene. Y, “aunque la intervención no garantiza que se reduzcan a cero, sí que permiten reducirlas hasta un 50%-60%”, indicó. Por su parte, la fractura de cadera es la que produce un exceso de morbilidad mayor, “asociado con el evento de fractura en pacientes mayores de 80 años”.

A este respecto, Teresa Pareja, médico especialista en Geriatría del Hospital de Guadalajara, añadió que, para la persona mayor, “las consecuencias de la fractura pueden ser devastadoras, en términos de aumento de mortalidad, dependencia y necesidad de institucionalización”. La atención específica a estos pacientes debe considerarse un objetivo muy importante en la actualidad, dado el envejecimiento poblacional. Así, “se recomienda una auditoría de datos como medida muy útil para mejorar resultados de la atención clínica”, detalló.

En este sentido, las Unidades de Coordinación de Fracturas o FLS (por sus siglas en inglés), se consideran un modelo multidisciplinar de atención dirigido a aquellos pacientes que han sufrido una fractura por fragilidad y, como explicó Naranjo, “persiguen garantizar la evaluación y el tratamiento adecuado para todos los pacientes que han sufrido una fractura osteoporótica, mediante un protocolo estandarizado de la derivación del paciente a consultas especializadas en osteoporosis, que pueden ser de reumatología, medicina interna, geriatría, endocrinología, etc.”.

Las FLS son consideradas por los distintos expertos en el ámbito de la salud como una de las estructuras organizativas más eficaces para aumentar la evaluación y el tratamiento después de cualquier fractura por osteoporosis, por lo que, señaló Naranjo, en consonancia con la doctora Moro, “se recomienda su implantación, aconsejándose un entorno multidisciplinar y coordinado con Atención Primaria”.

De hecho, “el modelo de FLS es el más valorado por ser el más coste-efectivo para la prevención de fracturas secundarias”, según indicó Naranjo.

Desde la perspectiva del SNS, la implementación de una Unidad de Coordinación de Fracturas representa una intervención coste-efectiva frente al manejo convencional de los pacientes en prevención secundaria por fractura por fragilidad. Según un estudio reciente, basado en datos de FLS en España, en comparación con la atención estándar, estas unidades consiguen una mejora de la calidad y esperanza de vida, con un coste limitado, resultando en una ratio de coste-efectividad de 6.855,2 por cada año de vida ajustado por calidad (AVAC) ganado, en un horizonte de 10 años.

Por otro lado, se observa la importancia que tiene la existencia de puntos críticos en la prevención secundaria de las fracturas por fragilidad, por lo que se hace necesario implementar una serie de acciones de mejora que beneficien a los pacientes, al SNS y a la sociedad en su conjunto.

En este contexto, Manuel García-Goñi, catedrático de Economía de la Salud de Ciencias Económicas y Empresariales de la Universidad Complutense de Madrid, explicó la importancia del método de retorno social de la inversión (SROI), “que permite estimar cuál sería el retorno económico para la sociedad gracias a la implantación de diferentes medidas dirigidas a mejorar la salud de la población”.

Acorde a las medidas que incluye el método de retorno social de la inversión, se podrían conseguir, explicó García-Goñi, “medidas de optimización que tendrían un impacto positivo en la reducción del riesgo de fractura, lo que incrementaría a su vez la calidad de vida relacionada con la salud de los pacientes y disminuir la mortalidad asociada”.