La cumbre europea de oncología, un antes y después en cáncer de mama

Los expertos califican el último encuentro de la Sociedad Europea de Oncología Médica (ESMO) de encuentro crucial por las aportaciones en nuevas terapias para todos los tipos de cáncer de mama, incluyendo los más difíciles de tratar, con resultados considerados “increíbles”.

Como cada año, el 19 de octubre se celebra el Día Internacional contra el Cáncer de Mama, una jornada para recordar el compromiso de toda la sociedad en la lucha contra esta enfermedad. Es el tumor más frecuente en mujeres. Se calcula que una de cada ocho acabará desarrollando esta dolencia en algún momento de su vida. En la antesala de la jornada, durante el encuentro anual de la Sociedad Europea de Oncología Médica (ESMO), se han dado a conocer datos, ya en fases muy avanzadas de investigación, sobre la aportación de nuevos tratamientos que según los expertos van a dar un giro al modo en el cual se trata el cáncer de mama, con más opciones terapéuticas, en algunos casos, también para para las formas más difíciles de tratar.

Refiriéndose a la cantidad de estudios “señeros” de la convocatoria de este año, entre los cuales destacó los de terapias para el cáncer de mama -así como cervical, melanoma, próstata, colorrectal, de esófago, endocrino y de pulmón-, Antonio Passaro, responsable de comunicación de ESMO, ha hablado de una “resurrección” de la investigación en el campo de la oncología con mayor cantidad de estudios que supondrán cambios sustanciales en la práctica diaria de los especialistas y en la vida de sus pacientes.

Solange Peters, presidenta de ESMO, se ha referido a uno de los estudios sobre cáncer de mama (DESTINY-Breast05, con un medicamento llamado trastuzumab deruxtecan) presentados en una de las tres sesiones presidenciales como “increíble” por el impacto que tendrá en el tratamiento de los casos de cáncer de mama avanzado -con una mutación específica- inoperable, y con metástasis (extendido a otros órganos) después de que haya fracasado la primera terapia.

José Ángel García Sáez, oncólogo médico responsable de la unidad de cáncer de mama del Hospital Clínico San Carlos (Madrid) es una de las voces que ha puesto de relieve el especial peso que ha tenido este año en ESMO la investigación sobre cáncer de mama. Entre otros motivos, porque la enfermedad es “un problema de salud pública de primera magnitud”, con 34.000 diagnósticos al año (un nuevo caso cada 18 minutos). Dos tercios de los tumores tienen la mutación HER. Dentro del cáncer de mama -explica- hay dos etapas muy diferentes: cuando el tumor afecta únicamente a ese órgano y cuando se ha extendido. En este último caso no hay tratamiento que cure, sino que lo que se intenta es hacer la enfermedad crónica, buscando que la supervivencia sea lo más prolongada posible y con la mejor calidad de vida que permitan los tratamientos disponibles. La investigación en este campo ha dado un giro cuando, al conocer mejor los mecanismos de la enfermedad, se han investigado formas de prevenir la resistencia a las terapias o retrasarla. Los inhibidores de ciclinas son un tipo de fármacos que tienen ese objetivo. Nuevos resultados con uno de ellos, ribociclib (estudio MONALEESA-2), presentados en ESMO, han mostrado por primera vez que es posible no solamente retrasar la resistencia y controlar mejor la enfermedad, sino prolongar la supervivencia más allá de cinco años.

Mirando a ESMO en general, él percibe un “salto cualitativo” en las terapias para el cáncer de mama. Considerando los fármacos que ayudan al sistema inmune del propio paciente a combatir el cáncer, el experto opina que “en ESMO hay un antes y un después en el control del cáncer de mama, con avances significativos en todos los subtipos”. El estudio coopERA BC ha abierto la puerta a una nueva opción para tratar los tumores de mama antes de la cirugía. Otros se han centrado en el tratamiento adyuvante (complementario o de refuerzo) en cáncer de mama, como el estudio ASTEFANIA. Los avances se extienden a otros cánceres que afectan a las mujeres, como el cáncer de endometrio. Son entre otros el estudio GARNET y un análisis de los datos demográficos de estos tumores “en la vida real”, por oposición a los ensayos clínicos, que tienen unas condiciones muy controladas. Los datos en vida real -RWE en sus siglas en jerga médica- ofrecen una visión mucho más aproximada a la realidad del día a día para los especialistas en cáncer y para sus pacientes.

Pero como decía la presidenta de ESMO, los avances han sido significativos en otros tipos de tumores. En cáncer de pulmón, un órgano tradicionalmente difícil de tratar en el cual los últimos años han sido prolijos en buenas noticias, se han presentado datos sobre nuevos modos de tratar a pacientes que ya han pasado por tratamientos previos pero han recaído a base de nuevas combinaciones de medicamentos (estudio CHRYSALIS-2).

En cáncer de próstata, otro de los tipos a los que aludía Solange Peters, se han presentado datos en fase III de un medicamento (enzalutamida) que puede aumentar la supervivencia en un tipo de pacientes concreto.

Además, se indaga sobre el empleo de fármacos ya conocidos en nuevos escenarios clínicos (existen aproximadamente 200 tipos de cáncer), como la investigación sobre trabectedin en pacientes con leiomiosarcoma inoperable y metastático, que fue presentado por el Grupo Francés para el Estudio del Miosarcoma.

Este año se han presentado casi 2.000 estudios, aunque la presencia de investigadores de todo el mundo hace que el eco de la reunión supere con mucho las fronteras de la UE. En esta convocatoria, de nuevo virtual, las organizaciones de pacientes se han hecho oír para pedir que, una vez diagnosticado y tratado el cáncer, sus efectos en la economía familiar “toxicidad financiera” lleguen también a su fin.

Hablan de dificultades para contratar seguros y préstamos, además de costes indirectos que pueden dejarse sentir mucho después de haber superado la enfermedad. La discriminación de las personas con cáncer es, a su modo de ver, un asunto que guarda relación con las percepciones existentes en nuestra sociedad en cuanto a esperanza de vida, unas percepciones que no reflejan la realidad de los enormes avances científicos que hacen que los pacientes con cáncer vivan durante muchos años después de haber sido diagnosticados.

Agata Polinska, de la Fundación Alivia-Cáncer, que opera en España y Polonia, ha dicho en la sesión del encuentro centrada en los pacientes que a fecha de hoy, millones de personas que han superado el cáncer se encuentran con menos oportunidades de este tipo.

La sesión se ha titulado La carga del cáncer: la toxicidad financiera y el derecho al olvido. Es un problema que también se traslada al ámbito laboral, donde estas personas sufren también discriminación. “Necesitamos que todos los implicados hagan un esfuerzo para afrontar el problema”, ha dicho Polinska en un comunicado difundido por la organización del congreso.

En la sesión se ha planteado que una forma de facilitar el acceso al empleo y a los servicios financieros en igualdad de condiciones que el resto de la población es concederles el “derecho a ser olvidados”. Eso significaría que los pacientes ya no se verían en la obligación de informar sobre su diagnóstico o tratamiento una vez que haya pasado un número determinado de años. Hay algunos avances en este terreno: en 2018, la Organización Europea de Cáncer y su Comité Asesor de Pacientes publicaron una resolución para exigir normativa que acabe con la discriminación financiera de los supervivientes del cáncer.

El umbral que proponen es el de diez años después de acabar con el tratamiento (cinco años en el caso de los niños). A partir de esa fecha, no debería ser obligatorio informar de que se ha padecido la enfermedad, sostienen. En 2020, el derecho al olvido se incluyó en el Plan Europeo Contra el Cáncer. El mismo año, también sirvió como título de una iniciativa de la Coalición Europea de Pacientes con Cáncer, que propone medidas para lograrlo. Tal como ha recordado Polinska, esos esfuerzos se han traducido en el reconocimiento legal del derecho al olvido en Francia, Bélgica, Luxemburgo y Holanda. “Ha llegado el momento de que otros países de la Unión Europea y más allá, aprueben legislación similar para proteger los derechos de los supervivientes del cáncer”, ha dicho en el encuentro.

Los problemas financieros pueden suponer una dificultad para recuperar la normalidad cuando el tratamiento del cáncer ha terminado. También los costes indirectos, como los traslados para recibir terapia, afectan a las familias de los pacientes y a sus cuidadores, con consecuencias que se dejan sentir a largo plazo, han apuntado.