La inversión en fármacos atenúa el gasto sanitario

En 11 de los mayores mercados, los fármacos se llevan un 15% de la factura sanitaria en las dos últimas décadas.

Un nuevo informe de IQVIA sobre la dinámica de la factura farmacéutica en los mayores mercados del mundo entre 1995 y 2020 indica que el gasto en fármacos representa “una pequeña proporción” de la factura sanitaria total. El promedio obtenido en este análisis es del 15%, con un rango que oscila entre el 9% y el 20%. Además, está creciendo a un ritmo más lento que la factura sanitaria total, y la tendencia se está haciendo cada vez más uniforme en los diferentes países que se han estudiado.

Los autores atribuyen este fenómeno, entre otros elementos, al uso cada vez más extendido de los medicamentos genéricos y de las versiones biosimilares de las nuevas terapias biológicas en diferentes áreas terapéuticas, entre las cuales destacan el cáncer.

Los mercados incluidos en el estudio son los de Estados Unidos, Japón, Alemania, Francia, Italia, España, Reino Unido, Brasil, Canadá, Corea del Sur y Australia. En total, estos países dedicaron 618.000 millones de dólares a adquirir fármacos en 2020, lo que constituye aproximadamente la mitad del mercado mundial de medicamentos. A pesar de las diferencias entre modelos sanitarios entre ellos, los patrones y tendencias observados en cuanto a factura farmacéutica son comparables. Se han incluido tanto los medicamentos adquiridos en farmacias como los de uso en hospitales.

Los únicos mercados en los cuales el gasto en medicamentos crece a un ritmo superior al de la factura sanitaria total son Brasil, Reino Unido y Canadá, donde la inversión en medicamentos es menor cuando se compara con el saldo de la inversión total en sanidad. En el extremo de países que dedican menores proporciones del gasto sanitario a comprar medicamentos están Reino Unido (9%) y Canadá (10%). Por otro lado, los países en los cuales la proporción del gasto total que se dedica a medicamentos es más alta tienen todos una factura sanitaria menor. Entre ellos están España, Italia y Corea del Sur, donde todo el gasto sanitario no llega a los 3.000 dólares per cápita.

A finales de la década de los 90 del siglo pasado, en casi todos los países incluidos en el estudio se produjo un alza significativa del gasto farmacéutico. A partir de ese punto, y durante las dos últimas décadas, la norma ha sido la estabilidad.

El país en el cual el gasto sanitario es mayor es Estados Unidos (10.841 dólares per cápita, equivalentes a 9.345 euros). Los pagos a hospitales y a médicos, junto con los gastos administrativos asociados a los seguros y servicios sanitarios representan los elementos que más empujan al alza esa partida.

En el curso de los últimos 25 años, el empleo de medicamentos se ha desplazado de las marcas a los genéricos a medida que los productos originales perdían la protección de las patentes. Con este fenómeno -indican- “se ha establecido un ciclo vital que tiene un efecto estabilizador consistente en los 11 países durante el periodo de tiempo observado”. En la mayor parte de estos mercados, el gasto en medicamentos de marca muestra una tendencia “entre plana o descendente”, mientras que el empleo de medicamentos en general se ha elevado hasta niveles sin precedentes.

Aunque se aprecian ciertos picos en las tendencias de gasto en años puntuales, que pueden atribuirse al lanzamiento de algunos nuevos productos, lo habitual es que sean compensados por los ahorros derivados del final de las patentes.

Desde el punto de vista de las clases de medicamentos, hay también estabilidad. Las principales 20 categorías de fármacos han representado de forma estable un 75-82% del gasto total. Considerando únicamente los que aún gozaban de patente en 1995, las categorías de medicamentos del área cardiovascular, los antimicrobianos, antiulcerosos, terapias para salud mental y contra el colesterol eran las cinco clases más representadas. Representaban el 53% de la factura en ese año. Esta categoría ha mostrado un descenso colectivo del 6% en los últimos años, “debido al empleo de genéricos y las limitaciones en cuanto a innovación”, escriben los autores.

En 2020, los cinco grandes por clases son fármacos de las áreas de oncología e inmunología, antidiabéticos, anticoagulantes y antivirales para la infección por VIH. Han pasado de representar el 11% del mercado en 1995 a llevarse el 62% en 2020.

En este último año, la oncología sola representó el 15% del mercado farmacéutico, un incremento del 3% respecto a 1995.

Este acusado repunte se debe a la intensa innovación en este campo. Las sucesivas “oleadas de crecimiento” de los medicamentos contra el cáncer coinciden con nuevos mecanismos de acción que mejoran la eficacia de las terapias, compensadas por la entrada de genéricos y biosimilares. Al respecto auguran que hay un número notable de patentes próximas a expirar, “lo cual tendrá un impacto en su crecimiento en el futuro”.

En el campo de la inmunología, el gasto se ha elevado por efecto de un aumento en el uso (con un 10% más de días en tratamiento, un incremento interanual mantenido en la última década), mientras que el precio ha permanecido estable en muchos países, “por la disponibilidad de biosimilares”.

Se espera que en los cinco próximos años se lancen aún más biosimilares de esta clase, que van a afectar a medicamentos que, en la actualidad, representan más de la mitad del gasto farmacéutico del área de inmunología. Dos de ellos son adalimumab y ustekinumab, cuyas versiones biosimilares se esperan en el mercado estadounidense en los años 2023 y 2024, respectivamente, según han especificado los autores de este trabajo.

De acuerdo con este análisis, el impacto de los medicamentos biosimilares en los mercados estudiados en los últimos años se caracteriza por la “maduración” de este tipo de productos, particularmente acusada en Estados Unidos, a pesar de que habían sido adoptados con anterioridad en Europa.

En cuanto a los medicamentos antidiabéticos, más de la mitad del mercado corresponde a los fármacos basados en nuevos mecanismos de acción: DPP4, GLP-1 y SGLT2, aunque su empleo varía de forma considerable de unos países a otros.

Para el control del gasto, los países se han centrado en estrategias diferentes: creación de mercados competitivos para los genéricos, controles sobre los precios... Son medidas que cada vez se combinan más, dando como resultado evoluciones similares.