España necesita números que cuadren

El pasado 19 de octubre el presidente del Gobierno de España Pedro Sánchez Castejón, puso el foco de su intervención, durante el acto de clausura de la jornada para la reactivación y la recuperación económica y presentó dicho plan estratégico en los fondos europeos.

Era de esperar un marcado triunfalismo que puede aceptarse en materia de vacunación, cifras de vacunados y adherencia a la profilaxis. Sin embargo, no debemos perder de vista que el desastre económico provocado a nivel mundial por la pandemia ha afectado de forma diferente a cada país en función de la gestión local de la situación.

A fecha de hoy sabemos que el tribunal constitucional ha declarado inconstitucional el primer y segundo estado de alarma establecido a los españoles, y que con esta base para la puesta en marcha de regulación y legislación sin pasar por la soberanía nacional se establece un marco de IN-seguridad jurídica muy peligroso en España.

De hecho, ya estamos viendo como el precio de la energía, sea combustibles fósiles o las eléctricas se han disparado hasta límites nunca vistos en la historia en España, la punta del iceberg, o cómo parece que todos los problemas de los españoles se van a solucionar con las ya implementadas “cartillas de racionamiento”, bono para comprar comics o ir al cine para los jóvenes, bono para la calefacción este invierno para familias desfavorecidas. Miserias que nos recuerdan a tantos países en situación de pobreza curiosamente gobernados por regímenes totalitarios.

Por tanto, ante este panorama, los fondos europeos destinados a la recuperación de la economía en España aportados por los Next Generation, estimados en más de 70.000 millones de euros, no parece que vayan a solucionar gran cosa dado que además cualquier dinero europeo que llegue a España será sobre la base del cumplimiento de los compromisos de España con la UE quien entre otras cosas exige presupuestos generales del estado aprobados, al margen de que el gobierno de España cumpla también con las exigencias de la UE en sus acuerdos con los socios de gobierno, peligrosos y poco deseables, que no parecen estar muy de acuerdo con estos compromisos.

En definitiva, la llegada de fondos a España en la medida que se necesitan no parece estar muy cerca si no se aprueban presupuestos o no se rompe con los socios disruptores del camino del crecimiento. Por supuesto, la política actual en España no parece ser el camino para el crecimiento económico y eso Europa y la historia lo saben. Por cierto, eran inicialmente 140.000 millones de euros lo destinado a España, pero parece que Europa dice no, y sabemos porque es.

En este escenario todo el planteamiento de renovación, crecimiento, mejora del acceso de los pacientes al medicamento, mejora del sistema sanitario -hasta hoy uno de los mejores del mundo, por encima del primero y el tercer mundo-, mayor cobertura terapéutica, competitividad e innovación, no parece que pueda tener posibilidades de éxito.

España es un país realmente estratégico, ideal para el desarrollo de la innovación. Con casi 50 millones de españoles, España es un pool importante para el reclutamiento de pacientes en ensayos clínicos, y el talento investigador en España supera con creces el de muchos países europeos, con cientos de nuevas empresas con base en la innovación farmacéutica. Si en lugar de destinar fondos a cuestiones banales, ineficaces y absolutamente innecesarias, ministerios y exceso de cargos públicos sin sentido, se destinaran realmente a la I+D+i, sin prostituir este acrónimo tantas veces usado para mejorar el discurso, realmente seríamos capaces de recuperar la economía, con el apoyo a las empresas de innovación, el trabajo y el esfuerzo de los españoles, que de todo eso hay mucho.

Los que trabajamos en el sector estamos hartos de ver como increíbles ideas para aportar nuevos tratamientos altísimamente innovadores se quedan en el cajón de la falta de fondos para continuar. Innovar es arriesgar, y el que no arriesga no gana, y si no disponemos del apoyo del gobierno nuestra valentía se convertirá en desgana, cobardía y tibieza y con ello, la ruina....

Dejémonos de palabras bonitas escritas con un generados de discursos, pongámonos a trabajar, no aprueben al muchacho una asignatura sin esfuerzo, no dediquen dinero a estupideces, y por el contrario invirtámoslo, que lo hay, hay dinero, pero pongámoslo donde hay que ponerlo, en educación con esfuerzo, en investigación y desarrollo. Parecen frases hechas, pero es de primero de economía. La riqueza de un país o su PIB futuro será debido a la adecuada inversión en EDUCACIÓN, y en I+D.

Lejos de ser catastrofista, personalmente creo en España y en la capacidad de trabajo de los españoles, ya lo demostramos día a día tras nuestra guerra en otros países extranjeros donde se llenaron ríos con el sudor y el trabajo de españoles emigrados, y la añoranza de haber salido de una tierra maravillosa que hoy no reconocerían nuestros abuelos si levantaran la cabeza. Pero para ello parece que hay que vencer de nuevo una rivalidad nacional que parecía más que superada.

Hoy, 28 de octubre de 2021, ya no valen las palabras huecas y bonitas. España necesita números, y hoy no cuadran, podrían cuadrar, hay capacidad para ello, pero no cuadran.