Sanidad basada en valor y diagnóstico rápido avanzado de las infecciones respiratorias

Las infecciones respiratorias son un enorme problema de salud para todos los sistemas sanitarios en todo el mundo, y tienen impacto en todos los niveles asistenciales, por su gran prevalencia en la comunidad y por su gravedad en el entorno hospitalario.

Antes de la pandemia por SARS-CoV-2 ya se estimaba que las infecciones respiratorias suponían la segunda causa de morbimortalidad tanto en población pediátrica como en adultos a nivel mundial. Además, el tratamiento antibiótico inadecuado de estos pacientes contribuye a la crisis de resistencia antibiótica bacteriana.

Con el fin de mejorar los resultados de salud en estos pacientes, es preciso seleccionar el tratamiento apropiado de la manera más rápida y fiable posible. Lo cierto es que por los requisitos del proceso diagnóstico microbiológico, en muchas ocasiones se deben tomar decisiones empíricas, para lo que hay que tener en cuenta tanto la situación del paciente como la flora más habitual en el contexto en el que se produce la infección.

Consecuentemente, la prescripción de antibióticos para el tratamiento de las infecciones puede llegar a ser incorrecta de entrada entre un 30% y un 50% de los casos según trabajos realizados con pacientes no ingresados en hospital.

Por lo anteriormente expuesto, una de las necesidades no cubiertas más importantes en las infecciones respiratorias es la del diagnóstico rápido (preciso y exacto) que permita tomar decisiones sobre el tipo de asistencia y tratamiento requeridos.

Idealmente y con el fin de mejorar la gestión basada en valor de los sistemas de salud, y tal como apuntaba Sir Muir Gray, antiguo Chief Knowledge Officer del National Health Services inglés, una intervención diagnóstica rápida avanzada para una condición prevalente debe afrontar los cinco problemas comunes a todo sistema sanitario: variabilidad injustificada de calidad en los procesos y de resultados en salud para los pacientes y la comunidad, fallos de seguridad en el sistema que causan efectos adversos, desperdicio de recursos por realizar intervenciones carentes de valor (do not do), inequidad de acceso a pruebas (sobreuso de recursos en aquellos que menos lo necesitan e infrauso de los mismos en los más necesitados) y deficiente capacidad para la prevención de la enfermedad.

Por ello, las pruebas de diagnóstico rápido de enfermedades respiratorias de origen infeccioso deberían cumplir los siguientes requisitos:

1. Tener la mayor efectividad posible, comparado con los métodos disponibles en el mercado,

2. Generar los menores efectos adversos (daño), derivados del mal uso de las mismas,

3. Mejorar los resultados reportados a los pacientes y que sean accesibles y generalizables,

4. Mejorar la experiencia del paciente y del profesional en su toma de decisiones,

5. Tener un coste económico aceptable,

6. Reducir el tiempo consumido en el ciclo asistencial completo hasta llegar a la solución del problema de salud que presenta el paciente,

7. Contribuir a disminuir la huella de carbono (menor consumo de energía del sistema en el ciclo completo asistencial).

Desde el punto de vista de un gestor del sistema sanitario, una prueba rápida para diagnóstico de enfermedades infecciosas debería tener alta sensibilidad y especificidad, ser sencilla de realizar e interpretar (a ser posible dentro de una plataforma) y fácilmente reproducible, que no sea invasiva para el paciente, que no requiera un gran número de profesionales ni de tecnología de alta complejidad (con automatización del procedimiento, a ser posible), con alto rendimiento, dentro de un modelo de point-of-care y que, por tanto, evite desplazamientos innecesarios de los pacientes.

Los resultados deben ser fácilmente capturables, de manera que los datos estén disponibles, tras ser validados, en sistemas de información compartidos dentro de todo el sistema para que sean explotables para uso primario (clínico) y secundario (investigación).

Aunque este sería el modelo ideal, muchas de las soluciones diagnósticas actuales incumplen un gran número de requisitos y, en muchos casos, no son todo lo fáciles de usar por los profesionales que tienen que tomar decisiones cerca del paciente por la complejidad de los procesos asistenciales.

La pandemia por SARS-CoV-2 ha hecho todavía más patente la necesidad de incrementar la calidad de la asistencia a pacientes con enfermedades respiratorias mediante la incorporación de tecnología de diagnóstico rápido de la infección que sea efectiva, segura y eficiente, fácil de utilizar, y que se pueda aplicar lo más cerca posible del punto de prestación de la asistencia.

De esta manera sería posible avanzar en un modelo sanitario orientado a generar valor en la asignación de recursos para los gestores, valor técnico para los profesionales, y valor personalizado y poblacional para los pacientes y la sociedad en su conjunto.