Miguel Zaballos, director de investigación clínica en Janssen: La supervivencia de los ensayos clínicos durante lo peor de la pandemia

Confinamientos domiciliarios y avisos gubernamentales para que la ciudadanía no se acercase a los hospitales bajo ningún concepto. En ese escenario, los ensayos clínicos, tanto para el coronavirus como para el resto de patologías, se tuvieron que reinventar para sobrevivir

Cuando se recuerda el panorama de hace un año, la piel se eriza. El mundo y la forma de vivirlo cambió de la noche a la mañana y en la nueva realidad que consumía muchas esperanzas, todo lo que quería sobrevivir tuvo que reinventarse. No fueron una excepción los ensayos clínicos, vitales para muchos pacientes, pero también para hacer frente a una pandemia que, entonces, se cobraba vidas por miles a diario en España. Cuando se declaró la pandemia teníamos que aportar soluciones y alternativas para poder continuar nuestra actividad de investigación clínica en los hospitales, ya que para muchos pacientes el ensayo clínico es la única forma de tratar su enfermedad. Fue un reto para muchos de nuestros monitores de ensayos clínicos el poder acceder a los hospitales por las limitaciones establecidas y muchos servicios estaban saturados -enfermedades infecciosas, neumología, etc.-. Aun así, pudimos seguir desarrollando nuestra actividad, sin pararla en ningún momento con el apoyo y colaboración de los profesionales sanitarios”, explica Miguel Zaballos, director de investigación clínica en Janssen.

Sin embargo, no fue fácil, ni las investigaciones relacionadas con el coronavirus ni otras. “La situación era muy complicada y en los primeros momentos sobre todo había que hacer frente a la incertidumbre y buscar fórmulas diferentes y dinámicas que hasta ese momento no se habían aplicado o se estaban estudiando aplicar. Por ejemplo, establecimos el DTP (direct to patient) con el fin de que los participantes no tuvieran que ir al hospital a recoger su medicación y home nursing -atención por parte de enfermería a domicilio- para administración de medicación o toma de muestras”, recuerda.

Él fue, junto al esfuerzo de muchos otros profesionales, artífice de que la ciencia no se detuviese. “Nuestra compañía ya había empezado a trabajar para ofrecer soluciones a la pandemia en enero, desde que se publicó el genoma del SARS-CoV-2, y ya en marzo teníamos seleccionado nuestro candidato a la vacuna. Desde ese momento España se consideró como país candidato para implementar uno o varios proyectos de desarrollo clínico de nuestra vacuna por ser un país con calidad demostrada, predecible, y competitivo en la ejecución”.

El verano de 2020 pareció ser un bálsamo de normalidad que pronto se esfumó. “Después del verano hubo una tregua que se complicó posteriormente en el otoño con la segunda y tercera ola y tuvimos que volver a establecer las medidas oportunas”. Y aún hoy, la situación sigue sin parecerse a la que se vivía en 2019. “Todavía no podemos hablar de normalidad en la actividad puesto que hay que adaptarse a las medidas que se establecen de acuerdo con la situación. Si tuviera que llevarme un aprendizaje de esta pandemia sería que no hay nada imposible”, concluye Zaballos.