La innovación se ‘abona’ a Netflix para sobrevivir

Los nuevos modelos para pagar las terapias más innovadoras (y caras) incluyen suscripciones al estilo Netflix, pagos de tipo hipotecario... y son cada vez más frecuentes en todo el mundo

La pandemia, los avances terapéuticos e incluso la propia investigación sobre políticas de precios de los medicamentos están cambiando el modo en el cual se compran y se venden fármacos en todo el mundo. Hay cada vez más hallazgos científicos que ayudan a superar graves problemas de salud, pero el coste de la innovación y el modo de determinar el valor de cada producto acaban creando barreras en el acceso a los tratamientos. Los expertos en este campo protagonizan más encuentros científicos y llevan a cabo nuevos análisis sobre el tema.

Un estudio publicado recientemente en la revista científica American Journal of Management Care indica que los modelos “alternativos” de pago son parte de una tendencia creciente a buscar fórmulas distintas a los tradicionales que consisten en elaborar acuerdos basados en el volumen por otros esquemas de pago que se inclinan por vincular el pago con el valor que aportan los medicamentos y los resultados en salud que se obtienen con su empleo en la práctica, más allá de los ensayos clínicos.

Para Alejandra Garitonandia, de la consultora Vistex, los nuevos modelos que van ganando más terreno entre los esquemas de pago están el ya conocido como ‘sistema Netflix’ o de suscripción y los planes de pago de tipo hipotecario. También otorga una importancia creciente a los precios diferenciados para un mismo producto con indicaciones diferentes.

En un sondeo llevado a cabo por otra consultora, PwC, entre ejecutivos de compañías farmacéuticas se han detectado seis modelos de pago como los más relevantes: el riesgo financiero compartido, los acuerdos de pago por resultados, los hipotecarios, los de suscripción, los de precio según indicación y los definidos por el volumen.

Dentro de sus particularidades y de su capacidad de adaptarse a cada tipo de producto, estos esquemas comparten la exigencia de obtener series de datos robustas que permitan analizar sus resultados, así como cambios en las organizaciones -sistemas de salud y otros pagadores, y compañías fabricantes- para poder moverse con éxito en este cambiante mercado farmacéutico a la vez que buscan el equilibrio entre precios y sostenibilidad con acceso a los tratamientos, según los autores de este análisis.

Quizá por menos conocido, al menos en Europa, en el reciente encuentro de Vistex llamaba la atención el modelo hipotecario. Consiste en permitir al pagador extender el coste de las terapias más caras a lo largo de un periodo de tiempo, sin la dificultad -presupuestaria- de hacer un sustancioso pago por adelantado. La estrategia detrás de este modelo es reducir el “miedo inicial” al precio y facilitar el acceso a las nuevas terapias a un número mayor de pacientes, ya sean ellos los pagadores, las aseguradoras o el sistema de salud.

Los productos sin competencia directa, como algunas de las nuevas inmunoterapias para el tratamiento del cáncer, medicamentos huérfanos y terapias celulares son buenos candidatos para este tipo de compra. El 50% de los representantes de compañías farmacéuticas de todo el mundo consultadas por PwC han declarado estar usando este tipo de pagos.

Jaime Espín, profesor de la Escuela Andaluza de Salud Pública y exasesor de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en materia de precios de medicamentos, matiza que el modelo de suscripción tipo Netflix y el hipotecario se emplean frecuentemente en Estados Unidos, pero no tanto en Europa, donde la balanza se inclina más del lado de los acuerdos basados en resultados en salud, “quizá, entre otros motivos, porque en Europa no hay productos cuyo precio supere el millón de dólares, algo que sí sucede en el mercado estadounidense”.

Por otro lado, aprecia una suerte de modelo mixto en el pago de las terapias CAR-T (para cánceres hematológicos por el momento, aunque sus indicaciones pueden extenderse en un futuro próximo), que se pagan en dos plazos, pero también están vinculadas a los resultados -la supervivencia de los pacientes más allá de un umbral-. Los modelos de riesgo compartido -puntualiza- pueden no ser la panacea, pero son una herramienta para contrarrestar la incertidumbre en casos en los cuales es imposible, por el escaso número de casos, llevar a cabo ensayos clínicos con grandes poblaciones de pacientes.

Otra consideración relevante es que, dado que en los presupuestos el gasto en medicamentos es parte del plan anual, prorrogar pagos más allá requeriría cambiar esa partida a “inversión”, como sucede con tecnologías sanitarias diferentes de los fármacos -aparatos de diagnóstico, entre otros-.

Las diferencias entre el mercado europeo y el estadounidense a las que alude el experto las aprecian también los autores de un reciente trabajo de la revista Regenerative Medicine. Según ellos, los mecanismos de pago innovadores se vienen considerando hace tiempo una solución potencial ante el lanzamiento de terapias “únicas y de alto valor” para las cuales existen pocos datos en el momento de su lanzamiento. Con la llegada de un número creciente de tratamientos de este tipo a ambos lados del Atlántico en los últimos cinco años se cuenta ya con numerosos ejemplos de cómo funcionan estos esquemas en la práctica. En su revisión, apuntan disparidades en los modelos en los mercados europeos más relevantes y en Estados Unidos.