La industria farmacéutica, colaborador estratégico para impulsar la economía

La industria farmacéutica es un sector estratégico en España que puede contribuir a la reactivación económica y al impulso de un nuevo modelo productivo para los próximos años. En este escenario, los grandes sectores clásicos de la economía española, como son turismo o automoción, pueden complementarse por otros vinculados a la innovación y el empleo de calidad y con capacidad de atraer nuevas fuentes de inversión internacional.

Esta es la oportunidad que ofrece la industria farmacéutica. La principal contribución a la economía de un país que genera este sector se realiza a través de la mejora de la salud de la población. Contar con ciudadanos sanos no solamente contribuye al bienestar personal, sino que permite que todo el país sea más productivo. Desgraciadamente, la pandemia nos ha recordado, entre otras cosas, que sin salud no hay economía.

Durante el último año se ha podido observar el enorme esfuerzo de la industria farmacéutica y del tejido investigador por afrontar esta urgencia sanitaria y desarrollar vacunas y tratamientos que pudieran hacer frente al virus SARS-CoV-2. Si habitualmente el tiempo necesario para desarrollar una nueva vacuna varía entre los 5 y los 15 años, las vacunas se han desarrollado en una décima parte del tiempo normal. Y lo mismo ha ocurrido en el caso de los tratamientos para el Covid-19, cuyo desarrollo se ha acelerado enormemente. En este ámbito, Lilly ha sido una de las empresas innovadoras que más firmemente ha apostado por la investigación clínica de calidad para obtener tratamientos eficaces frente al coronavirus con la mayor celeridad posible.

Para ello, pusimos todo nuestro conocimiento científico e investigador al servicio del desarrollo de nuevos fármacos para el covid. La misión y el propósito de Lilly de mejorar la salud de la población ha cobrado un sentido especial en este contexto. España, como hemos visto en otras ocasiones, ha mostrado un enorme protagonismo en la investigación de soluciones para combatir la pandemia. Como ejemplo, la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios ha aprobado 76 estudios relacionados con Covid-19 y somos el segundo país de Europa y el tercero a nivel mundial en investigación en el área, solo por detrás de Estados Unidos y Francia. Son datos que dicen mucho de la calidad, profesionalidad y del gran nivel científico de los médicos e investigadores españoles; una realidad que, sin embargo, no es conocida por la población.

Como tampoco lo es el hecho de que la investigación clínica, dirigida al desarrollo y descubrimiento de nuevos fármacos, es en su gran mayoría promovida por la industria, que aporta fondos para que los hospitales y el sistema sanitario pueda ejecutarlos.

Añadido a la mejora de la salud de la población, la industria biofarmacéutica española deja otros impactos positivos. Es un sector líder en I+D. Como muestra, cabe señalar que uno de cada cinco euros que la industria española invierte en I+D procede de las compañías farmacéuticas.

Además, es un sector líder en producción y exportación de alta tecnología, con el 24% del total. Y es líder, asimismo, en empleo de calidad, pues proporciona un empleo estable -el 94% de los empleados en el sector farma son indefinidos-, cualificado -dos de cada tres son titulados universitarios- y diverso -el 52% son mujeres y casi uno de cada tres nuevos empleos corresponden a jóvenes de menos de 29 años-.

Más allá de estos datos, cada empleo directo en el sector farma genera hasta cuatro adicionales, y cada euro invertido genera entre uno y dos euros en otros sectores. Se puede decir, por tanto, como apuntaba el presidente de Farmaindustria, Juan López-Belmonte, en un reciente encuentro, que la industria farmacéutica es un sector de vanguardia, vinculado a la innovación y al conocimiento y con potente efecto tractor sobre el resto de la economía. Por todo ello, se posiciona como socio estratégico para impulsar capacidades industriales de alto valor en España.

Por todas estas razones, Lilly ha encontrado en España el entorno de calidad adecuado para establecer una afiliada en la que desarrollar todas las capacidades que abarcan todo el proceso de vida de un fármaco, desde la fase de preclínica pasando por la investigación clínica y la producción hasta llegar a la fase de comercialización.

Así, ofrecemos un centro de I+D único en nuestro país, desde el que realizar investigación preclínica, dirigida al descubrimiento de nuevos fármacos. La importancia que Lilly otorga a España es tal que de los 1.000 empleados que trabajan en la filial española, un 10% se dedican a la investigación preclínica.

En el ámbito clínico, España es uno de los países en los que Lilly realiza más investigación clínica. Muestra de ello es que, en 2020, se realizaron 93 estudios clínicos, en los que participaron aproximadamente 2.400 pacientes y 683 equipos de investigación en centros sanitarios.

Un enorme esfuerzo que supuso, el año anterior, un año atípico marcado por la irrupción de la pandemia por Covid, una inversión de 55,3 millones de euros en investigación clínica, preclínica y otras actividades investigadoras.

Nuestra empresa está movida por un firme propósito: mejorar la vida de las personas mediante el descubrimiento de nuevos fármacos innovadores, nuevas moléculas con actividad terapéutica y potenciales futuros fármacos.

El camino no es sencillo, ni corto. Pero estos obstáculos no nos frenan porque sabemos que, si lo conseguimos, se beneficia toda la sociedad.