La búsqueda de la eficiencia para sostener el modelo de la innovación
Cada día aparecen nuevas terapias para diversos tipos de enfermedades, normalmente oncológicas, cuyos precios suponen a las administraciones un tremendo escalofrío. Su valor es incontestable, pero las estrecheces presupuestarias también lo son. Ante tal tesitura, que además no se solucionará en España en el medio plazo tras la renuncia del Gobierno a cumplir la promesa de invertir el 7% del PIB en Sanidad, todos buscan el modelo ideal para que los pacientes no se queden sin una terapia que puede cambiar radicalmente el devenir de su enfermedad.
Lo que hace unos años hubiese sido catalogado de frivolidad, hoy se está consolidando. Imaginen a un laboratorio poniendo a disposición de la administración su catálogo de novedades terapéuticas a cambio de una cuota (mensual, anual o del tipo que se quieran imaginar). O simplemente vean cómo una farmacéutica se viste de banquero y permite que se paguen a plazos sus innovaciones. Todo eso es ya una realidad tangible en algunos países, si bien en España apenas se puede hablar de implantación de una nueva realidad. Pero que está ahí latente y que será el futuro, no cabe duda. Hace pocos meses, en una presentación de resultados, la farmacéutica Bayer lo puso abiertamente sobre la mesa. Cuando el río suena con tanto estruendo, falta muy poco para que el caudal nos lleve hasta el siguiente embarcadero.
Los nuevos modelos de pago por medicamentos no nacen ahora. Hace unos años, en 2015, un tratamiento contra la hepatitis C, comercializado por Gilead, lo puso todo patas arriba. Ya existían algunas experiencias previas, pero los modelos de techo de gasto, pago por resultado o el riesgo compartido se emplearon a fondo para conseguir que en España los enfermos de hepatitis C se curaran. Hoy existe Valtermed, una herramienta que también vigila estrechamente a los medicamentos y que, en función de lo que consigan en vida real, le ajustan el precio.
Ahora lo que se vive es una vuelta de tuerca más. Ambas partes están interesadas, lo que provoca que lo que hoy son entelequias trufadas de experiencias piloto, mañana sea el pan de cada día. Los países como España saben que no pueden hacer frente a todo lo que se les viene encima, sobre todo a medida que envejece la población y la cronicidad aumenta. Las empresas están cansadas de ver cómo la mitad del tiempo que tienen para disfrutar de una patente se diluye entre ensayos y burocracia. Qué mejor que pagar una cuota mensual en el que vayan apareciendo las nuevas terapias y se puedan usar desde el primer minuto. No tardarán mucho los titulares que digan que el Estado ofrece un nuevo tratamiento a través de la plataforma de equis empresa.