Trabajando por el humanismo sociosanitario

La actual situación sociosanitaria se halla en un punto de inflexión, en el que los diferentes actores buscan fórmulas que den respuestas efectivas a las necesidades individuales, profesionales y organizativas, pues todo ello es sensible ante una desmedida tecnologización en detrimento de la calidad de las relaciones humanas. El avance científico, necesario y eficaz, choca con una despersonalización cada vez mayor de estas relaciones mutuas entre profesional, ciudadano, paciente y organización, y hace necesaria una revisión de éstas, enriqueciendo no una moda ni corrientes, sino una apuesta como es la “humanización en la asistencia sociosanitaria”.

Su origen no debe ser la “asistencia centrada en el paciente”, paradigma de pasadas décadas, sino el “humanismo sociosanitario”. Es decir, un trabajo de armonización del profesional, del ciudadano y de las organizaciones en el entorno de la ciencia, con el respeto al individuo, la empatía a su realidad y las mejores herramientas de comunicación. Que afronte el reto de toda política sanitaria centrada en promover actitudes y habilidades en profesionales, gestores y responsable políticos, orientada a ofrecer una relación amable entre el paciente y el sistema, no agresiva, que dé respuesta no sólo a sus necesidades sociosanitarias, y que considere el entorno social e individual.

La humanización se entiende como la aproximación del sistema sanitario al paciente en una vertiente de calidad humana, potenciando la empatía y el abordaje integral. El paciente es la razón de ser del sistema sanitario y sus profesionales, y debe ser tratado como un ser humano, no como una enfermedad o patología.

El interés por mejorar los aspectos humanísticos de la asistencia sanitaria es creciente y necesita colaboración multidisciplinar en todos los ámbitos del sistema sanitario, así como recursos para poder integrarla en su cultura. Ésta es la casilla de salida para cualquier plan de Humanismo sociosanitario, abierto a los profesionales sanitarios en contacto con el paciente, y con impacto directo sobre la cultura de las organizaciones sanitarias, sobre la administración, las políticas sanitarias y sobre pacientes y cuidadores.

La integración e impulso de los aspectos humanísticos de la asistencia sanitaria implican un cambio de cultura en el desarrollo de la sanidad, profesionales, organizaciones y pacientes que se encuentra con numerosas dificultades en su implementación, y ese cambio se produce desde dos ámbitos: El primero es desarrollar el liderazgo organizacional y cultural de la asistencia sanitaria y ejercido por todos los implicados en los sistemas sanitarios: desde la administración pública hasta el paciente. Por otro lado, el segundo lo conforman las actuaciones formativas de los implicados en los aspectos humanísticos de la asistencia sanitaria, con programas integrados en estudios universitarios y de desarrollo profesional continuo, incluyendo la enseñanza de competencias y habilidades relacionadas con la comunicación y la humanización.

Este proceso no está exento de dificultades y barreras, que han sido identificadas: la falta de tiempo para dedicar a los pacientes por parte de los profesionales sanitarios; la falta de recursos humanos y económicos que permitan una atención sanitaria de calidad; la formación y sensibilización de los profesionales sanitarios; y la formación de los pacientes.

Este último punto -la formación y sensibilización de los ciudadanos en aspectos relacionados con su salud- es fundamental para garantizar el éxito de la cultura del humanismo sociosanitario.

Con esta finalidad, en nuestro país diversas Comunidades Autónomas, a través de sus sistemas de salud, han elaborado planes de humanización, siendo pioneros Castilla-La Mancha con su Programa Dignifica, o la Comunidad de Madrid, que desde el año 2014 tiene implantado un amplio abanico de medidas humanísticas en sus hospitales. También los recientes planes de Andalucía y el Principado de Asturias, con una presencia cada vez más extendida de escuelas de salud dirigidas a pacientes y profesionales, como foco de diseminación de estas políticas.

Es cierto que el proceso de humanización ha sido muy anómalo, pues desde el primer plan de Humanización de la Asistencia hospitalaria del extinto INSALUD, en 1984, se suceden décadas en las que la acción humanística es poco menos que simbólica, en aras de un imparable desarrollo tecnológico y arquitectónico, con la aparición de los “grandes” hospitales, tanto en tamaño como en servicios, relegando al paciente a un mero papel de actor invitado.

Hoy en día, la humanización abarca aspectos diversos como la gestión emocional, la empatía, la comunicación asertiva, la gestión de espacios adaptados a pacientes cuyas circunstancias especiales así lo requieren (ingresados en la UCI, paliativos, niños y adolescentes, ancianos, parturientas, personas con discapacidad física o mental)... Sin olvidar, en ningún caso, a los familiares, surgiendo iniciativas muy relevantes como el Proyecto HU UCI que desde el año 2017 pretende trasladar estos principios al entorno de los cuidados intensivos, con éxito.

El reto para todos los implicados en el humanismo sociosanitario es asumir el nuevo paradigma, implicar a los gestores sociosanitarios públicos y privados, representantes de los trabajadores profesionales y ciudadanos para crear el modelo más eficaz adaptado a la realidad de cada institución, proveedor de cuidados o población afectada.

Y ese trabajo es una de las misiones de la Fundación Humans, que persigue definir, estudiar, potenciar e investigar el campo de la “homosfera sociosanitaria”, entendida como el conjunto de interrelaciones mutuas entre los profesionales sociosanitarios, las organizaciones y los pacientes, que integra todos los elementos que garantizan una atención humana en sus campos psicoafectivo y social, para que todas las personas, cuando son pacientes, se sientan acogidas con la humanidad necesaria por los sistemas de salud.