Lo que queda en las alfombras sanitarias tras el coronavirus

Que lo urgente no despiste de lo importante. Esta es una de las frases que mejor ilustran el panorama sanitario que nos vamos a encontrar en los próximos meses. De hecho, ya hay en algunas patologías donde se comienza a ver la cantidad de tiempo que se ha perdido. No cabe duda de que la pandemia que hemos sufrido (y que aún sigue con nosotros) ha erosionado todos los cimientos del sistema sanitario, demostrando que ante una catástrofe poco más se puede hacer que achicar aguas. Pero eso fue la primavera de 2020, si quieren se puede sumar algún mes más de finales del año pasado y principios de este. Desde entonces, debía haber habido espacio en el tiempo de nuestros profesionales y responsables políticos para pensar en algo más que el coronavirus.

Antes de que llegara la pandemia, España se enfrentaba a grandes retos sanitarios para la presente década. La falta de profesionales -motivada por la jubilación de la generación baby boom- es uno de los más importantes que aún siguen sin resolverse. Basta echar un ojo a las elecciones de los residentes para comenzar el MIR. Nadie quiere ser médico de atención primaria, el único estamento que con financiación suficiente es capaz de sostener el sistema sanitario tal y como lo tenemos concebido. Pero también había problemas relacionados con la salud y uno de los más importantes era la resistencia a los antibióticos. Tanto es así, que a finales de 2019, la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas consiguió espacio en el Congreso de los Diputados para una jornada que reunió a todos los partidos y que consumió casi un día entero de trabajo.

Desde entonces se sabe por parte de nuestros representantes públicos, si no antes, que las resistencias a los antibióticos es un problema de una magnitud enorme. Hoy ya se producen multitud de muertes por este motivo y eso que no se recogen en las estadísticas todos. Cuando una persona con cáncer fallece, hay ocasiones que la puntilla la da una de estas bacterias multirresistente, pero en las estadísticas cuenta como una muerte oncológica. La OMS ya avisa de que a mediados de siglo, la prevalencia de muertes por este tipo de organismos que no atienden a antibióticos rondará las 400.000 en Europa.

Por cierto, un último apunte sobre el coronavirus. Tras la exitosa campaña de vacunación que llevamos en el segundo trimestre, clama al cielo que el ritmo se frene porque en las múltiples reuniones del Consejo Interterritorial no se haya pensado una fórmula que permita a los ciudadanos vacunarse allá donde vayan a estar de vacaciones tras un año muy duro. Es cuestión de cambiar el envío de dosis y es insólito que en 2021 no se pueda prever con ciertas garantías.