La nueva carrera por las vacunas del Covid se juega entre Francia y España

Mientras que Bruselas compra vacunas de ARN mensajero (Pfizer y Moderna), el Ministerio de Sanidad asegura que utilizará las basadas en proteínas, aún sin aprobar

La primera carrera por la vacuna ha tenido un claro ganador, que además ha demostrado un suministro fiable y caudaloso de vacunas que le ha servido para erigirse como el socio principal de la Unión Europea. Ese antígeno es el de Pfizer y Biontech, que utiliza la nueva tecnología del ARN mensajero y que ha demostrado su capacidad de inmunización a la población. Sin embargo, si bien 2021 será prácticamente suyo, no está tan claro qué ocurrirá de cara a 2022.

Hay dos hechos incontestables que, irónicamente, chocan entre sí. Por un lado, Bruselas ha hecho un acopio muy importante de vacunas de ARN para los dos años siguientes. LE ha comprado a Pfizer y Biontech 1.800 millones de vacunas (900 millones de dosis más otras tantas opcionales) además de haber adquirido recientemente más dosis de Moderna, quizá provocada por el fiasco -aún sin resolver definitivamente- que se ha llevado Von der Leyen con Curevac.

Sin embargo, en España no se piensa tanto en las dosis de ARN mensajero para el recuerdo (booster) de la vacunación que deberá hacerse la población entre finales de este año y principios del que viene. Desde el departamento que dirige Carolina Darias se asegura a este medio que la pauta a seguir con las vacunas de recuerdo será heterogénea, es decir, con otra vacuna diferente a las de ARN mensajero o las de adenovirus (Janssen y AstraZeneca) aprobabas. “El recuerdo se hará con vacunas basadas en proteínas, como son las de Sanofi, Novavax o la española Hipra”, aseveran desde el Ministerio de Sanidad.

Estas tres vacunas mencionadas por un alto cargo ministerial no están aún aprobadas por la Unión Europea. La mejor posicionada de las tres es Sanofi, no tanto por su desarrollo clínico, del que aún no se conocen resultados en fases tardías de investigación, sino porque ya le vendieron a Bruselas 300 millones de dosis en 2020. Tampoco está mal colocada, quizá por patriotismo, Hipra, ya que es española y “contará con el respaldo del Gobierno”, en palabras de Pedro Sánchez. Con todo, es cierto que es la más retrasada de todas en cuestiones de desarrollo clínico -se espera que empiecen las pruebas en otoño-. Además, surge un problema añadido con esta vacuna. Si la situación del coronavirus se queda controlada por una población casi totalmente inmunizada, quizá tengan difícil el reclutamiento de pacientes para las fases de desarrollo más avanzadas.

La última en discordia es la vacuna de Novavax, un antígeno que estaba llamado a ser parte de la solución en el segundo trimestre, pero que por falta de materias primas para fabricar vacunas se tuvo que retirar de la primera carrera. Sin embargo, aunque existe un preacuerdo entre farmacéutica y Bruselas para una compra centralizada, la firma final se está retrasando sin explicación alguna. Esta vacuna también tendrá alma española, ya que se fabrica en Galicia por el Grupo Zendal.

Pero, ¿Por qué España, que está dentro de las compras centralizadas de Europa y que por tanto tiene en su haber millones de dosis de Pfizer y Moderna para el año que viene está pensando en otros antígenos que aún están sin aprobar? La respuesta a esta pregunta es un misterio. Cierto es que las aseveraciones sobre la pertinencia de usar la tecnología de proteínas estuvieron enmarcadas en una férrea defensa del estudio Combivacs. Sanidad quería presionar a las comunidades autónomas díscolas con sus recomendaciones de la pertinencia de inocular Pfizer a los menores de 60 años que había recibido AstraZeneca.

Julio debe recuperar la semana perdida

Mientras se piensa en el futuro a medio plazo, la campaña de vacunación sigue avanzando. La falta de vacunas que se ha producido de acuerdo a las previsiones del Gobierno ha provocado que se lleve de retraso una semana respecto al calendario de Sánchez. Sin embargo, en la primera semana de julio se ha producido un récord de suministro con más de 6,5 millones de dosis. Ahora está en manos de los profesionales sanitarios corregir las desviaciones que se producen en las previsiones.