La mascarilla, el símbolo de una pandemia que ahora decimos adiós

En los primeros momentos de la pandemia en España, en primavera de 2020, no había mascarillas en España para los ciudadanos. Muchas compañías y particulares se lanzaron al reto de proveer de este material a todos. Ahora, se le dice adiós o hasta luego

No hay mascarillas. Ese es el mensaje que todos los españoles, en alguna ocasión en primavera de 2020 escuchamos en algún momento. Y era cierto. La demanda fue tal que las pocas unidades de las que se disponían se reservaron a los que más la necesitaban, y en muchas ocasiones pudimos observar cómo médicos y enfermeras de hospitales o centros de salud llegaban a usar cualquier cosa -hasta bolsas de basura- para tratar de protegerse.

La mayoría de la fabricación de mascarillas -y de otros equipos médicos- se había ido deslocalizando durante el siglo XXI a los países asiáticos, sobre todo China. Ahora, este país veía la oportunidad de hacer el negocio del siglo ante la demanda mundial y, entre las batallas campales por conseguir el equipo entre países occidentales, también se encontraban precios desorbitados por un equipo que meses antes no llegaba a costar ni diez céntimos.

Pero entonces llegó la mano de muchas empresas, grandes y pequeñas, así como de particulares, que se decidieron a llenar un vacío que provocaba contagios a diarios. Hubo compañías automovilísticas que cambiaron líneas de producción enteras para poder suministrar mascarillas. Otras empresas textiles dieron la vuelta a su negocio para poder cubrir la necesidad del país. En cuestión de pocos meses -quizá no más de dos- donde había un vacío comenzó a verse la luz. Cierto es que mucho material llegó -a precio desorbitado- de China, pero sin la estimable ayuda de las empresas españolas -el propio Gobierno se apoyó en una empresa vasca- no se hubiera normalizado la situación.

Más de un año después, decimos adiós a la mascarilla, aunque sea parcialmente. En exteriores, siempre y cuando no se esté en una multitud, podremos volver a ver las caras que hace meses que dejamos de ver. El mismo día 26 de junio, primer día de relajación en el uso de este equipo de protección, las redes sociales se llenaron de sonrisas que ya no hacía falta adivinar a través de los ojos.

Sin embargo, conviene recordar algunas cosas para que la mascarilla pueda terminar guardando solo un sitio en los botiquines domésticos. La pandemia sigue ahí y basta con pequeños descuidos para que las sonrisas enmudezcan. Basta con observar lo que ha ocurrido con un viaje de fin de estudios a las Islas Baleares, que por cierto es uno de los lugares de la geografía española con menor incidencia del virus a día de hoy. De nosotros dependerá que el adiós a la mascarilla no se convierta en un hasta luego demasiado pronto. Al menos, si eso ocurriera, hoy tenemos las infraestructuras necesarias para no padecer carestía.