Doce terapias que van a cambiar el futuro de la clínica

En un encuentro anual en el prestigioso Hospital Mass General Brigham expertos de la Universidad de Harvard señalan las doce terapias disruptivas más prometedoras

En un juego de palabras de difícil traducción con el título de la película ‘Doce del patíbulo’, entrevistas con cientos de cargos de responsabilidad en la facultad de la Universidad de Harvard y un riguroso proceso de selección posterior dan lugar a la ‘Docena disruptiva’ que cada año se presenta en el marco del Foro Mundial de la Innovación Médica. Este año, como todos, la docena en cuestión agrupa a terapias que tendrán más probabilidades de marcar la diferencia en los próximos 18 meses. La lista de este año incluye terapias para el control de los niveles de colesterol en el organismo, tratamientos para enfermedades hematológicas (de la sangre) frecuentes, instrumentos para la edición genética, para tratar la diabetes e incluso una “nueva generación de terapias CAR-T”. La reunión de expertos fue virtual para el público en general, pero con las medidas de seguridad necesarias los debates entre especialistas pudieron llevarse a cabo desde la tradicional sede del Foro en la ciudad de Boston.

Más que una terapia, los primeros en la lista son ungrupo de tratamientos para reducir los nivles de colesterol. Los investigadores han apuntado a genes clave en el metabolismo de los lípidos, colesterol incluido, que van a convertirse en “dianas prometedoras” para el diseño de los medicamentos del futuro inmediato. En lugar de bloquear una proteína específica relacionada con la enfermedad, las terapias de este tipo se diseñan para silenciar los genes, lo cual consigue que esas proteínas sencillamente no se fabriquen en el organismo de los pacientes. Otro avance con potencial transformador en este apartado es la edición genética conocida como CRISPR, una tecnología que ofrece no solamente precisión sino “una permanencia potencial”: Los pacientes podrían someterse una única vez al procedimiento y mantener niveles saludables de colesterol durante el resto de su vida. Esa es la idea, al menos.

También la edición genética va a tener impacto en dos enfermedades hematológicas frecuentes: la betatalasemia y la enfermedad de células falciformes. En la primera el organismo produce menos glóbulos rojos sanos y menos hemoglobina de los necesarios y en la segunda la alteración afecta a la forma de los glóbulos rojos. Además de la edición genética CRISPR, la reactivación de hemoglobina fetal puede ofrecer buenos resultados en este terreno. La terapia CRISPR ya está en fase de ensayos clínicos, con “alentadores” resultados preliminares, según el comité de expertos que elabora la lista. De hecho, todas las técnicas de edición genética de nueva impronta, que ofrecen esperanza para atajar enfermedades de todo tipo (cardiovasculares, hematológicas, de la visión, etc.) constituyen en sí mismas la tercera categoría de esta docena disruptiva: la edición genética de bases. Si su desarrollo sigue adelante con éxito, los científicos no descartan que tengan utilidad en enfermedades tan prevalentes y severas como el alzhéimer.

En cuarto lugar están los nuevos “medios de transporte” para la edición genética. las primeras terapias que han estado disponibles utilizan virus modificados genéticamente para transportar de forma segura y eficiente los genes en el organismo. Aunque logran llevar el material genético a las células, que es su objetivo, los virus no son “la solución perfecta”. Ahora se están empezando a fraguar las alternativas del futuro, empezando por unas “burbujas extremadamente sofisticadas” que se producen a través de nanopartículas.

Otros avances son los que se centran en la utilización de células de la médula ósea. Hasta ahora, su obtención, necesaria para diferentes tratamientos, ha resultado laboriosa, con “protocolos prolongados y asociados a dolor, náuseas y otras complicaciones”. La quinta categoría es la de nuevos abordajes para acelerar este proceso y reducir barreras para el empleo de estas terapias en una serie más amplia de enfermedades. Las nuevas técnicas se podrían aplicar no solo en trasplantes de médula ósea, sino en otros tratamientos que dependen de la manipulación de células con este origen. Se conocen como terapias genéticas ‘ex vivo’: las células se obtienen, se manipulan (mejoran) en el laboratorio y se administran a los pacientes.

Por otro lado, ya está disponible en Estados Unido un tratamiento para una forma poco frecuente de ceguera hereditaria con una única inyección. Esta familia de nuevas terapias, con potencial utilidad también en la sordera, constituye el sexto avance de la lista de Harvard. La siguiente es un “revolucionario” abordaje de la enfermedad de Parkinson, que afecta aproximadamente a diez millones de personas en todo el mundo y para la cual aún no se dispone de un tratamiento. Aunque no es curativo, sí permitirá reemplazar las células dañadas en el sistema nervioso para una mejora funcional. Más amplia aún es la población que podría beneficiarse del siguiente avance: 400 millones de personas con diabetes tipo 2. En la actualidad se investiga (para diabetes tipo 1, aunque podría ampliarse la indicación si todo va bien) la posibilidad de reemplazar las células dañadas que causan la enfermedad por otras. Dado que la diabetes tipo 1 es una enfermedad autoinmune, este nuevo abordaje propone usar células que bloqueen la respuesta inmune del propio paciente, que es la que provoca esos daños. Volviendo a los virus, el panel de expertos destaca la investigación para perfeccionar los adenovirus, modificando su estructura para que se dirijan a órganos específicos cuando se utilizan como portadores de terapias. A mayor precisión, no solamente se conseguiría una mayor eficacia, sino que su empleo podría ampliarse a un espectro bastante amplio de dolencias, han apuntado.

La sonora expresión ‘oligonucleótidos antisentido’ (ASO, por sus siglas en inglés) es la penúltima de las elecciones del comité de sabios. Algunas terapias tienen como objetivo reparar carencias del organismo, como genes silenciados que necesitamos activos, pero otros son más “peregrinos” y su deterioro da lugar a fenómenos inesperados y difíciles de controlar. Ahí entran en juego los ASO, porque se diseñan con precisión bioquímica para detener la actividad de esos genes díscolos. Su territorio de aplicación: las enfermedades neurodegenerativas. En los últimos cuatro años, la agencia estadounidense del medicamento, la FDA, ha aprobado seis medicamentos basados en esta técnica. Se esperan “muchos más”, han advertido.

En último lugar figuran esperanzadoras nuevas formas de tratar el glioblastoma, la forma más frecuente de tumor cerebral, frecuentemente de mal pronóstico -la mayor parte de los pacientes fallece entre un año y un año y medio después del diagnóstico-. Entre las nuevas técnicas los expertos consultados han destacado el diseño de “virus asesinos de tumores”, tecnología CAR-T con células defensivas del propio paciente, modificadas para combatir el cáncer e incluso la modificación de las propias células tumorales en el laboratorio, que se extraen del sujeto y luego se reinfunden en el organismo y “vuelven a casa” -el tumor originario- para destruir otras células de su clase.