La pandemia: una oportunidad para impulsar la investigación del cáncer

El Día Mundial Contra el Cáncer de este año lo conmemoramos en una de las peores situaciones a las que hemos tenido que hacer frente como sociedad en la historia reciente. La pandemia hace ya un año que llegó a nuestras vidas y todavía no somos capaces de ver su final. El inicio de la esperada vacunación, que avanza a un ritmo más lento de lo que a muchos nos gustaría, ha llegado en medio de un incremento preocupante de los contagios, los fallecimientos y con un sistema sanitario al límite, con una ocupación de las camas de UCI que empieza a ser crítica. Por no hablar del hastío de los profesionales sanitarios, a los que quiero dar las gracias por tanto esfuerzo y dedicación, que llevan ya demasiado tiempo luchando contra esta enfermedad de la que todavía conocemos poco y que tantas vidas se está llevando por delante, y como no, con el cansancio de toda la población en general por la duración de la pandemia y los efectos en la economía de ésta.

Mucho se ha hablado de los efectos que está teniendo la pandemia en el diagnóstico y tratamiento de otras enfermedades, como el cáncer, y, aunque todavía tardaremos un tiempo en conocer el alcance real de su impacto, los oncólogos sí que hemos visto un 12% menos de primeras visitas de pacientes diagnosticados de algún tipo de tumor y un 20% de pacientes que no se han diagnosticado y que nos han llegado en una fase más avanzada de su enfermedad. Aun así, todos los profesionales centrados en el tratamiento e investigación del cáncer han dedicado todos sus esfuerzos para minimizar el impacto de esta situación en los pacientes oncológicos potenciando las visitas virtuales, no aplazando las intervenciones urgentes o manteniendo abiertos los ensayos clínicos que, para muchos pacientes que ya han pasado por tratamientos previos sin éxito, suponen la única alternativa de encontrar una terapia que les ayude.

Creo que, de toda esta situación, de la que confío que podamos salir pronto, debemos quedarnos también con lo que nos ha enseñado. En nuestro caso, nos ha obligado a reorganizar y optimizar nuestros circuitos y procesos para que los pacientes no sufrieran, además de la incertidumbre propia de la pandemia, por sus tratamientos y por la evolución de su enfermedad. Además, el SARS-CoV-2 ha puesto el foco en la importancia de la investigación, tantas veces olvidada. Conseguir realmente una vacuna eficaz, para una enfermedad desconocida, que haya pasado por todas las fases del proceso de aprobación en tan poco tiempo, nos ha demostrado que cuando se apuesta por invertir en investigación, como sociedad ganamos y avanzamos.

En este sentido, me parece interesante destacar que el laboratorio BioNTech, que ha desarrollado la vacuna contra la Covid-19 junto a Pfizer, ha usado la misma tecnología de ARN mensajero que ya inició como tratamiento experimental contra el cáncer y que hace tiempo que estamos probando en ensayos clínicos. Estas vacunas lo que hacen es aumentar el número de proteínas y fragmentos genómicos extraños relacionadas con un tumor para que el sistema inmune lo reconozca. El motivo es que en un 75% de los tumores el sistema inmune no reconoce la enfermedad porque no detecta las células tumorales como algo diferente a las otras y, por tanto, no las ataca. Es el mecanismo que tiene el tumor para engañar al sistema inmune. Este es uno de los grandes retos que estamos abordando con la investigación en inmunoterapia, una de las grandes revelaciones en la investigación oncológica de los últimos años que consiste en entender cómo podemos favorecer que nuestro sistema inmune, las defensas propias del organismo para luchar contra las infecciones y los tumores, contribuya a destruir la enfermedad. Actualmente, podemos tratar con inmunoterapia un 25% de los tumores, especialmente en melanoma, riñón, pulmón, cáncer de cabeza y cuello.

Pero la inmunoterapia es sólo uno de las líneas de investigación que se están desarrollando para encontrar nuevas terapias más efectivas en algunos tipos de tumores. Los grandes avances que hemos tenido en el cáncer se han dado cuanto más multidisciplinarios han sido los tratamientos; cuando hemos combinado la cirugía con una mejor radioterapia, mejores tratamientos biológicos dirigidos a vulnerabilidades que tiene el tumor, mejor inmunoterapia, mejor quimioterapia...y no quiere decir que todo haya que utilizarlo siempre pero sí de la forma más apropiada en función de las características de cada tumor y de cada paciente. Es lo que conocemos como medicina personalizada o de precisión que consiste en poder ofrecer a cada paciente un tratamiento individualizado, adaptado a él y que sea lo más efectivo posible.

En la investigación del cáncer, como paradigma en relación a otras especialidades médicas, llevamos ventaja en el abordaje del tratamiento más individualizado de la enfermedad. Esto implica estudiar de forma más profunda las características de cada tumor y sus alteraciones genéticas y que pueden ser diferentes respecto a otro paciente que tenga el mismo tumor. Este conocimiento nos ha permitido diseñar fármacos dirigidos a dianas moleculares de las células malignas y probarlos en ensayos clínicos más personalizados. Este enfoque ha supuesto una revolución en el tratamiento de algunos tipos de cáncer y nos ha permitido pasar del 30% al 65% de tasas de curación del cáncer en 20 años, y aspiramos a llegar al 70%-80%. Pero, los que no curemos queremos convertirlos en enfermos crónicos y que puedan vivir con buena calidad de vida.

En definitiva, para que la investigación avance, además de incrementar la financiación, especialmente la pública en nuestro país, es importarte volver siempre al laboratorio para buscar las respuestas que nos hacemos en la clínica y poder encontrar nuevos tratamientos más eficaces. Esa coordinación entre la investigación más básica y la clínica con la mirada siempre puesta en el paciente, creo que es una de las claves del éxito del modelo que hemos desarrollado en el Campus Hospitalario Vall d’Hebron y en el Instituto de Oncología Vall d’Hebron (VHIO). Por último, creo que no debemos olvidar que la pandemia pasará y deberemos convivir con el virus, vacunas mediante, como con otros como el de la gripe, pero la incidencia del cáncer seguirá aumentando: se prevé que en las próximas dos décadas, el número de casos nuevos se incremente en un 60%.