Europa busca su independencia en la fabricación de fármacos esenciales
La producción de medicamentos en Europa se ha visto desbordada por el frenético ritmo de crecimiento de la industria en Asia. Los expertos urgen a los gobiernos a apoyar esta actividad para evitar depender de terceros países, sobre todo en lo tocante a medicamentos esenciales. Los planes están en marcha.
Europa va a necesitar un impulso a la actividad industrial farmacéutica existente en su territorio si quiere dejar de depender de terceros para contar con los medicamentos que su población necesita. Es una de las recomendaciones que se han hecho durante un encuentro virtual organizado por la patronal europea que representa a los fabricantes de medicamentos genéricos, Medicines for Europe.
Para Andreas Meiser, máximo responsable de la consultora Mundicare, Europa debe centrar sus esfuerzos en reforzar “lo que queda” de la producción farmacéutica en el Viejo Continente en lugar de intentar recuperar lo que ya se ha perdido en beneficio de otros territorios del mundo. Sería realmente difícil recuperar la producción de los API (principios activos) cuando “hay elementos importantes de la industria en los que deberíamos centrarnos de aquí en adelante”, explicaba. La diversificación sería una mejor opción que intentar la recuperación total de la actividad que ha dejado de realizarse en territorio europeo, según el ponente.
De acuerdo con los datos de un reciente estudio llevado a cabo por Mundicare, no se trata de que Europa haya perdido capacidad de producción “que, de hecho, ha aumentado”, sino de que en Asia ese crecimiento ha sido vertiginoso, aunque incluso antes de la pandemia empezó a dar signos de estabilización, “lo cual es buena señal” desde la perspectiva europea.
Meiser presentó como ejemplo de buena estrategia la que se ha aplicado en la última planta para producción “totalmente integrada” de antibióticos en el mundo occidental: la de Novartis/Sandoz en Kundl (Austria): “Novartis y el Gobierno austriaco han asegurado la producción a largo plazo de antibióticos en Europa, para lo cual se ha diseñado un plan de inversión conjunto de más de 150 millones de euros. El Gobierno austriaco aportará 50 millones”.
El sector también necesita, a entender de Meiser, más agilidad en procesos administrativos. “Muchas veces nos dicen [los fabricantes] que antes de que se les autorice a construir una planta en Europa, en la India las instalaciones ya estarían terminadas”, recordaba en la reunión.
Hélène Bruguera, jefa de certificación de la Dirección Europea para la Calidad de los Medicamentos (EDQM), intervino en el encuentro para presentar los planes de su equipo en el futuro de los CEP, certificados de conformidad con la farmacopea europea. El proyecto implica variaciones para la mejora en el empleo de estos certificados teniendo en cuenta la globalización de la fabricación de principios activos, entre otros aspectos. No se espera que el modelo definitivo pueda estar operativo hasta enero de 2023, pero en su diseño se ha tenido en cuenta la opinión de todos los implicados, fabricantes incluidos.
Maja León Grzymkowska, de la Dirección General para la Salud y la Seguridad Alimentaria, anunció en el encuentro que el próximo día 26 de febrero se pondrá en marcha un Diálogo Estructurado con representantes de la industria farmacéutica, gobiernos de los estados miembros, pacientes y profesionales sanitarios para analizar a fondo las vulnerabilidades de Europa, “incluyendo la dependencia” en lo tocante a suministros de productos sanitarios. Entre sus objetivos está simplificar y hacer más flexible la regulación.
En España, la patronal Farmaindustria va a dedicar una inversión de 500 millones de euros, como adelantó El Economista, para atraer la fabricación de medicamentos esenciales. Esa inversión forma parte de un plan en el que participan 14 compañías nacionales e internacionales representadas en la asociación, además de 21 empresas auxiliares que colaboran en áreas como desarrollos industriales, materiales de envasado, ingeniería de procesos, digitalización y medio ambiente.
Su cuantía podría aumentar hasta los 800 o 1.000 millones si más empresas deciden adherirse a la estrategia, que ya ha recibido el aval del Gobierno, aunque tendrá que ser aprobada por el Consejo de Ministros.
Si hasta ahora la colaboración entre Farmaindustria y el Ejecutivo giraba en torno al control presupuestario -al vincular el gasto en medicamentos innovadores al crecimiento del PIB, con aportaciones económicas de las compañías en caso de que el gasto superara ese umbral-, ahora el objetivo será atenuar la dependencia exterior de bienes de salud básicos. La falta de producción en suelo nacional llegó a tomar un cariz dramático durante la primavera del año pasado, cuando el sistema sanitario se enfrentaba a la primera oleada de contagios por el nuevo coronavirus a la vez que se veían interrumpidos los suministros de elementos de protección y algunos medicamentos.
La idea es que cada laboratorio asuma la producción de ciertos medicamentos en territorio nacional para evitar depender de productores externos. La Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (Aemps) será el organismo que elabore la lista de fármacos incluidos en la estrategia por ser considerados esenciales, tales como antibióticos, o fármacos que se emplean en las unidades de cuidados intensivos. “En la mayor parte de los casos hablamos de medicamentos maduros, con muchos años en el mercado y que ya no tienen protección de patente, pero que siguen siendo los indicados para combatir ciertos síntomas o enfermedades, ha afirmado Juan López-Belmonte, presidente de Farmaindustria, en un encuentro virtual con los medios de comunicación. Según López-Belmonte, esta iniciativa, además de ofrecer mayores garantías para los pacientes, concreta en el plano industrial “la propuesta que venimos haciendo desde que el pasado verano participamos en la Comisión para la Reconstrucción Social y Económica, donde expusimos una serie de líneas de trabajo a través de las cuales la industria farmacéutica puede contribuir a la reactivación económica y social de España”.
Al plan se destinarán también fondos europeos. Las primeras estimaciones de Farmaindustria apuntan a que podría generar hasta 2.000 empleos.