La reindustrialización pasa por apostar
por el sector farmacéutico

Hasta ahora, y desde 2015, la colaboración entre los laboratorios y el Gobierno ha estado vinculada al control presupuestario, pero la realidad que ha dejado tras de sí la pandemia exige imaginación para que España pueda ser el receptor de unas inversiones que, además, favorecerán al empleo

La pandemia deja tras de sí un panorama desolador. Al drama sanitario y humano hay que añadirle el económico y laboral, que en 2020 ha dejado unos indicadores apocalípticos. En esas cenizas es donde habrá que comenzar a reconstruir y el sector farmacéutico se ofrece como uno de los motores de futuro. Farmaindustria está convencida de que España tiene potencial como el futuro gran laboratorio de Europa, pero para que eso se convierta en una realidad buscará que el Gobierno se involucre en una serie de reformas que facilite la atracción de fabricación.

El plan que se persigue implica modificaciones de legislaciones sanitarias, pero trasciende al departamento de Sanidad. Se requiere la participación activa tanto del Ministerio de Industria como también del de Ciencia e Innovación. Una de las claves será establecer una estrategia farmacéutica a medio y largo plazo en la que se reconozca la innovación incremental y que identifique medicamentos maduros que son clave para que su producción se rescate de países asiáticos como India o China.

Ambas medidas implicarían un cambio en el actual sistema de precios de referencia, un decreto que emana de Sanidad. Esta norma permite la bajada de precios de los medicamentos que han perdido la patente y que tienen competencia directa por parte de los fármacos genéricos. Se establecen conjuntos de moléculas basados en su principio activo y se iguala el precio por abajo, normalmente marcado por el precio con el que sale la copia al mercado. Es esta última parte la que se pretende modificar.

Gran parte de la fabricación nacional se basa en la innovación incremental, que es proporcionarle alguna mejora -ya sea por la vía de administración o por su celeridad en hacer efecto, por ejemplo- a medicamentos ya existentes. Hoy por hoy, estas mejoras no tienen ningún premio comercial porque al salir al mercado se igualan al resto de medicamentos de la misma molécula. Es decir, no hay ningún incentivo por mejorar medicamentos que llevan décadas en el mercado.

La otra medida, identificar medicamentos clave ya maduros, significa englobar en una categoría distinta a una serie de fármacos que a pesar de llevar años en la terapéutica siguen siendo esenciales. Un ejemplo serían los antibióticos. Estos medicamentos se encuentran a precios muy bajos porque el sistema de precios de referencia ha ido reduciendo su precio. Actualmente, éstos y otras moléculas, que por ejemplo han sido básicas durante la actual pandemia, tienen unos precios tan ajustados que su fabricación en España se hace imposible por los costes que ello conlleva. Identificarlos y establecerles un precio superior permitiría que se pudieran fabricar aquí.

Los ofrecimientos

Con estas peticiones también se encuentran las promesas del sector. Con un entorno favorable se comprometen a concentrar mayor producción en España y aumentar los empleos, que en este sector suelen ser cualificados y afectan al empleo juvenil. Además, barajan una serie de inversiones para crear nuevas fábricas y mejorar las ya existentes y potenciar la participación de España en investigación y ensayos clínicos. En este capítulo quieren impulsar la colaboración entre centros de investigación públicos, con grandes profesionales pero escasos medios. El resultado de ello sería que España también pudiera presumir de, por ejemplo, una vacuna como lo hace el Reino Unido tras la colaboración entre la Universidad de Oxford y AstraZeneca. Pero también hay otras opciones que se enriquecen de la fórmula de colaboración. Por poner un ejemplo similar al anterior, la compañía alemana Curevac también va a proporcionar una vacuna contra el coronavirus en los próximos meses tras recibir una inyección de capital,del gobierno teutón de unos 300 millones.

Sin embargo, el tiempo juega en contra. La competencia internacional en el entorno europeo por hacerse con las inversiones de la industria farmacéutica es muy alta. Europa ya ha dicho que se debe localizar la producción sanitaria para evitar situaciones como las vividas en primavera de este año, así como para estabilizar una balanza comercial. España tiene capacidad de exportación en este contexto, no en vano la balanza comercial es positiva en este sector. Incrementar las inversiones de este sector es capital para que la recuperación económica sea más rápida.

En el capítulo de peticiones, Farmaindustria también quiere sentarse con el Gobierno cuanto antes para establecer un entorno regulatorio estable que permita mantener las inversiones en el tiempo. Asimismo, quieren mejorar el acceso en España para los medicamentos innovadores. El tiempo mínimo que suele pasar entre que Europa aprueba un nuevo fármaco y España le ofrece cobertura pública es de seis meses -muchas veces es muy superior- mientras que en países como Alemania la decisión es al unísono de la actuación comunitaria. Además, en España está la peculiaridad de las comunidades autónomas, que son realmente las pagadoras de la factura y no el ministerio de Sanidad. Por ello, casi todas disponen de una Comisión que actúa como un nuevo examen al que ya se realiza.

Asimismo, y ante el inminente debate en torno al Plan de Genéricos y Biosimilares en el que trabaja el Ministerio de Sanidad, Farmaindustria pide competencia sin favoritismos para nadie. Desde la patronal no se entiende que, si dos fármacos están al mismo precio para el sistema público, haya una prelación en favor del genérico. Esto es así, entre otras cosas, porque por ley, cualquier medicamento que no se encuentra al precio menor de su clase se excluye de la financiación. En este capítulo habrá más problemas a tenor de las posiciones que ha ido tomando el Gobierno en los últimos meses.