Trabajar con una persona con VIH incomoda al 20% de los españoles

Han pasado 40 años desde que se declaró la epidemia de sida y, aunque la actitud de la ciudadanía con los pacientes ha evolucionado a mejor, un nuevo sondeo muestra que casi el 20% de los españoles se sentiría incómodo en la oficina si hubiera una persona con el virus en su entorno.

Coincidiendo con el Día Mundial del Sida se ha divulgado el estudio ‘Creencias y Actitudes de la Población Española hacia las Personas con VIH’, con el apoyo del Plan Nacional del Sida a través de CESIDA, Coordinadora Estatal de VIH y Sida. El sondeo muestra que un 19,3% de los ciudadanos experimentaría incomodidad en la oficina si un compañero de trabajo tuviera VIH. El porcentaje de personas “incómodas” aumenta de forma significativa cuando la pregunta es si les preocuparía que su hijo estudiara en un colegio con un estudiante en esa misma situación: llega al 36,5%. En otro entorno, el del comercio, un 23,3% de los encuestados declaran que les incomodaría ser atendidos por empleados con VIH.

En términos generales, y para la mayoría de los asuntos que han sido abordados en este nuevo sondeo, las actitudes y creencias en cuanto al VIH entre los españoles han ido evolucionando “a mejor”, con menor proporción de personas favorables a la discriminación o que basan sus actitudes en el miedo o el desconocimiento.

Este es el balance de María José Fuster, directora gerente de SEISIDA y autora del trabajo. A su modo de ver, la mejora paulatina en muchas de las variables observadas es valiosa, pero también deja en evidencia que hay mucho trabajo por hacer. El miedo, según este análisis, sigue estando detrás de muchas conductas discriminatorias. Las campañas informativas siguen siendo necesarias, pero sobre todo las iniciativas “en profundidad”, en ámbitos como los colegios o los centros de trabajo, que permitan abordar todas estas cuestiones con el tiempo y la reflexión que merecen y que pueden tener efectos positivos en la actitud que adoptamos ante las personas que viven con VIH. El porcentaje de personas que preferiría evitar el contacto con ellos no ha disminuido: El 32% de los encuestados intentaría enviar a su hijo a otro colegio si pudiera; el 25,2% pediría que su compañero fuera cambiado a otro sitio o se cambiaría si pudiera. Casi la mitad (45,8%) intentaría ir a comprar a otra tienda si supera que uno de los empleados tiene VIH.

En el apartado de acuerdo con políticas discriminatorias hacia las personas con VIH, este disminuye en general y de forma significativa entre los diferentes años en los que se ha llevado a cabo el estudio. No obstante, el 7,6% sigue estando de acuerdo en separar a las personas con el virus para proteger la salud pública, y el 5,5% sigue estando de acuerdo con la publicación de los nombres de los pacientes para que las demás personas “puedan evitarlos si así lo desean”. La culpabilización disminuye significativamente entre 2008 y 2021, y también entre 2012 y 2021. El 12,3% de los encuestados cree que quienes viven con el virus no toman medidas preventivas; el 9,4% opina que son culpables de padecer la enfermedad y el 8,3% que “tienen su merecido” si el VIH se ha contraído por consumo de drogas o sexo.

Además, en cuanto al conocimiento correcto e incorrecto sobre las vías de transmisión, el motivo erróneo al que mayor proporción de encuestados atribuye poder de transmisión es la picadura de mosquito (21,3%), que presenta una tendencia decreciente. A este error le siguen la creencia de que puede contagiarse el virus por compartir un vaso con una persona que vive con VIH, usar baños públicos y tos o estornudo de un paciente cercano.

Cuando Fuster se refiere a iniciativas que contribuyan a facilitar cambios de actitud hace hincapié en la idea de “empatía” que, en su opinión, puede faltar por falta de contacto con pacientes en el plano personal. Así, cuando el estudio indaga sobre el grado de contacto o cercanía con personas con VIH, en una escala de 0 a 10 (siendo 0 ausencia de contacto y 10 total cercanía), la media del grado de contacto se sitúa en 2,1. Los resultados se mantienen a lo largo de los años en las distintas oleadas de sondeos, sin diferencias significativas entre 2012 y 2021 ni entre 2008 u 2021. La mitad de los participantes indica que la relación más estrecha que podría tener con un paciente es la de amistad. Este grado de relación aumenta con respecto a 2008, pero disminuye respecto a 2012, siendo ambas diferencias estadísticamente significativas. A este tipo de relación, por orden decreciente, le siguen las praja estable, la inexistencia de relación, la relación como vecinos, la relación como compañeros de trabajo o de estudios y las relaciones sexuales esporádicas, en último lugar.

De cara a los pacientes, CESIDA ha presentado recientemente su campaña “Razones” para fomentar la realización de la preuba y evitar el diagnóstico tardío de la infección. Con motivo de la difusión de la campaña, la coordinadora recordaba que, cuando ya se han cumplido 40 años de los primeros casos diagnosticados de sida, la infección por VIH continúa siendo uno de los grandes problemas de salud mundial.

“La crisis por el Covid-19 ha puesto en peligro los logros alcanzados en cuanto a los objetivos ONUSIDA 95-95-95: que el 95% de las personas conozcan su estado serológico; que el 95% de los diagnosticados mantenga una adherencia adecuada al tratamiento; que el 95% consiga una carga viral indetectable, y por lo tanto intransmisible, además de alcanzar una buena calidad de vida”, advierten.

La organización ha recordado al respecto que, gracias a los avances en los tratamientos antirretrovirales obtenidos en los últimos años, la infección por VIH ha pasado de ser una enfermedad potencialmente mortal a convertirse en una patología crónica y manejable. Sin embargo, en España la tasa de diagnóstico tardío de VIH sigue siendo elevada, lo que supone una importante barrera para frenar la transmisión del virus.

En todo el mundo, según los datos divulgados estos días por UNAIDS, el programa conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/sida, se calcula que viven 37,7 millones de personas con VIH; 1,5 millones de personas contrajeron el virus en 2020; 680.000 personas fallecieron a causa de enfermedades relacionadas con el sida el año pasado. Un total de 27,5 millones de pacientes han tenido acceso a la terapia antirretroviral. Desde que comenzó la epidemia, se han infectado 79,3 millones de personas, y 36,3 han fallecido por enfermedades relacionadas con el sida.

De los 37,7 millones de personas que viven con el virus en todo el mundo, 36 son adultos, mientras que 1,7 millones tienen edades comprendidas entre los 0 y los 14 años, el 53% de los pacientes son niñas o mujeres. Se estima que el 84% de quienes viven con VIH conocían su situación en 2020. La estimación en números absolutos de personas con VIH que ignora esta circunstancia es de 6,1 millones de personas en el mismo periodo. A finales de 2020, había 27,5 millones de personas con acceso a la terapia antirretroviral, un total de 7,8 millones más que en 2010. En 2020, el 73% de los pacientes tenían acceso a tratamiento, esa proporción es del 74% entre los pacientes adultos, pero solo del 54% entre los niños menores de 14 años. En el caso de las mujeres, las mayores de 15 años tienen acceso a la terapia en una proporción del 79%, mientras que entre los hombres del mismo intervalo de edad la proporción es menor: 68%. El 85% de las mujeres embarazadas con VIH tuvieron acceso a las terapias para prevenir la transmisión del virus al feto de acuerdo con los datos recabados por la organización durante el año 2020.

Las nuevas infecciones se han reducido en un 52% desde el pico de casos de 1997. En 2020, los infectados fueron 1,5 millones, mientras que en 1997 el número de contagios fue de 3 millones. Las mujeres y niñas representan el 50% de los nuevos contagios. El descenso en el número de nuevos casos es del 31%, de 2,1 millones en 2010 a 1,5 el año pasado.