La precaridad laboral afecta al 50% de los profesionales sanitarios

La infradotación de profesionales en la sanidad, que preocupaba antes de la pandemia, hace que los servicios sanitarios sigan tensionados entre oleadas de Covid. Las organizaciones profesionales hablan de condiciones laborales que invitan a emigrar y afectan seriamente a los servicios asistenciales

Con salarios inferiores a los del personal sanitario de otros países europeos, de acuerdo con los datos de las organizaciones profesionales, y una precariedad que afecta al 50% de los médicos, el sistema nacional de salud no consigue recuperar la actividad asistencial previa a la pandemia. Ya entonces diversas entidades advertían que el sistema necesitaba una revisión profunda y con urgencia.

Representantes del Consejo General de Colegios Oficiales de Médicos (CGCOM) han hecho hincapié en la necesidad de lograr iniciativas y compromisos gubernamentales.

Tomás Cobo, presidente del CGCOM, ha señalado que los salarios inferiores a los compañeros de otros países de la UE y la precariedad generan “situaciones inadmisibles”.

En su opinión, “es urgente reducir estas cifras, que el PIB destinado a Sanidad alcance el 7%” - en 2022 vuelve a situarse por debajo de este umbral - así como lograr un liderazgo dentro de la cogobernanza de un sistema nacional de salud dividido en 17 servicios autonómicos con carteras de servicios que presentan diferencias poco entendibles o aceptables, y con condiciones laborales distintas para los profesionales”.

Maribel Moya, vicepresidenta del consejo, considera que el dictamen de la Comisión para la Reconstrucción Económica y Social del Congreso de los Diputados es una oportunidad perdida al haberse quedado en mera “declaración de intenciones”. Para dar una verdadera solución a la cuestión es imprescindible, a su modo de ver, una visión integrada y global de todo el ciclo: desde la formación hasta el ejercicio profesional de los médicos. Ahora mismo, lo define como “una cadena con eslabones sueltos”.

El resultado es un sistema sanitario que responde de forma espontánea a las dificultades puntuales sin que las universidades, el ministerio de sanidad ni los gobiernos de las comunidades autónomas se hayan coordinado. La adaptación al marco europeo (Bolonia) ha acabado de complicar las cosas, y el resultado es que no existe una correspondencia entre los especialistas que se forman y los que el sistema necesita, ni en términos de áreas de especialización ni en cuanto a distribución territorial. “No hay una política de gestión de recursos, lo que se agrava con un altísimo nivel de precariedad y malas condiciones laborales que hemos soportado mucho tiempo”, indica. En el extremo opuesto, apunta que un sistema de salud robusto sería el que integra todas sus diferentes dimensiones -investigación, innovación, transformación digital, etc.- en un plan orientado a la eficiencia. “El sistema sanitario tiene que ser fuerte, pero sostenible”, declara. Por todo esto, reclama un plan de recuperación global y auténtico, que no consista en “poner parches”.

En el reciente XIV Seminario de Biomedicina, Ética y Derechos Humanos organizado por el Instituto de Ética Clínica Francisco Vallés, la Universidad Complutense de Madrid y la Fundación Asisa, Sara Bandrés, directora científica del encuentro, advertía que “hay que hacer frente al hecho de que nuestra sanidad está en peligro de extinción, con un sistema nacional de salud enfermo y que no es sostenible”.

María Torno, directora de planificación y desarrollo de ASISA, considera que, como toda organización, la sanidad tendrá que estar preparada, y ser flexible para responder ante crisis como la pandemia. “Los profesionales han respondido de una forma extraordinaria y generosa, pero tenemos que analizar cuál es la situación y preparar las estructuras de cara al futuro y cuidar a los profesionales”. En algunas especialidades se esperan numerosas jubilaciones en el futuro inmediato, una de ellas es medicina de familia, añade.

La Asociación Española de Pediatría, que representa a 14.000 especialistas, ha denunciado en varias ocasiones que el déficit de recursos de los pediatras obliga a otros profesionales a ejercer. Según sus datos, en Madrid más de un 30% de las plazas de pediatría están siendo ocupadas por médicos de otras especialidades de adultos. Según el análisis de la asociación, hay dos factores que explican el déficit de pediatras en AP (en este caso, en Madrid): Por un lado, la oferta insuficiente de plazas MIR para formar especialistas que cubran las necesidades de pediatras en Atención Primaria y hospitalaria; por el otro, las plazas que se ofrecen en los centros de salud son, en la mayoría de los casos, poco atractivas para los pediatras recién formados.

En la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (SEMERGEN) los ecos sobre falta de dotación en recursos humanos tienen décadas de antigüedad, hasta el punto de advertir que la pandemia en realidad ha venido a “dar la puntilla” a los centros de salud. En el último congreso anual de esta sociedad científica, Celia Cols urgía a “dar la vuelta a la falta de profesionales, una realidad que se prevé que puede empeorar si no actuamos”. La situación, según los datos presentados en el encuentro, es particularmente grave en las zonas rurales.

Un panorama similar pinta en lo que respecta al personal de enfermería. Un total de 1.822 enfermeros podrán formarse en una de las seis especialidades el próximo curso, según la convocatoria publicada en el Boletín Oficial del Estado. Una cifra que el Consejo General de Enfermería (CGE) considera que “es insuficiente y más en la situación actual en la que el sistema sanitario ha sido castigado fuertemente por la pandemia”, tal y como señala Florentino Pérez Raya, presidente del CGE.

El presidente de las enfermeras españolas estima que “la oferta de plazas aprobada por el Ministerio de Sanidad en consonancia con las comunidades autónomas debería alcanzar las 10.000 plazas anuales”. “Llevamos tiempo demostrando con informes el porqué de esta cifra y pidiendo al Ministerio que aumente las plazas para que la oferta sea la adecuada en base a las necesidades asistenciales de la población, y no vamos a dejar de reivindicarlo. Necesitamos más implicación por parte de las administraciones central y autonómica y soluciones reales para unas profesionales que se dejan la piel día a día”, declaraba en el momento de conocerse la convocatoria. Es una realidad que la pandemia ha puesto de manifiesto la falta de profesionales. “Todos los agentes de la sanidad coincidimos en que una de estas carencias es la necesidad de invertir en un aumento de recursos humanos, entre ellos, de enfermeras especialistas. Un ejemplo muy claro son las plazas de formación de enfermeras y enfermeros de Geriatría. Hemos visto cómo las residencias han sufrido como nadie las consecuencias del Covid y no encuentran enfermeras”, apunta.

Asimismo, Pérez Raya usaba otro ejemplo muy claro. “Una de las medidas que tuvieron que llevarse a cabo ha sido el montaje de UCI en tiempo récord en los lugares más inesperados de los hospitales como bibliotecas y gimnasios. Estas nuevas UCI había que dotarlas de personal con una preparación especial en cuidados críticos, por lo que ha sido necesario reciclar enfermeros en tiempo récord para que pudiesen trabajar allí con todas las garantías de preparación y entrenamiento. Hemos salvado la situación por el compromiso de la profesión con los pacientes y su voluntad firme de vencer al virus, aun jugándose sus vidas”, concluía.