Salvar vidas y empleos

La crisis del coronavirus va a dejar una huella imborrable en esta y en las próximas generaciones. La Humanidad se está enfrentando a un enemigo invisible y despiadado que está arrasando millones de vidas humanas. Hemos aprendido ya varias lecciones, pero la más importante es que solos somos más vulnerables. Únicamente si trabajamos juntos -españoles, europeos y toda la Humanidad- seremos eficaces para acabar con el virus.

Quienes creyeron que actuando por libre, en un mundo cada vez más interconectado y globalizado donde las distancias ya no se miden en kilómetros, sino en tiempo, podrían proteger a sus ciudadanos se equivocaron. Porque nuestro enemigo no entiende de fronteras ni del color político de cada gobierno. También se equivocaron quienes en un intento de sacar rédito político plantearon la lucha contra la Covid en términos del tramposo dilema “salud o economía”. El primer derecho fundamental de cualquier persona es el derecho a la vida. Y sin vida no hay ningún otro derecho fundamental, ni económico ni social. Ahora bien, es posible salvar la vida y proteger el empleo, las empresas y el bienestar social. Sin vacunación y protección los europeos no seremos inmunes y sin fondos de recuperación poco habrá que recuperar. En menos de un año los europeos hemos logrado vacunas eficaces, pero tenemos por delante el gran reto de su distribución. Aunque no ha comenzado todo lo rápido que debería, desde la Comisión Europea se están aplicando todas las medidas necesarias para acelerar el ritmo y alcanzar ese objetivo de que a finales del verano el 70% de la población sea inmune. Vacunación masiva y firmeza para que se cumplan los contratos sobre las vacunas. No podemos tolerar que ninguna farmacéutica incumpla los acuerdos y dañe la credibilidad de Europa.

Pero la deseada inmunización no puede alcanzarse si no remamos todos en la misma dirección. La dejación de funciones de gobiernos nacionales como el español, que se resisten a ejercer una función de coordinación y liderazgo implementando un plan de vacunación nacional en todo el territorio, está retrasando la vacunación. Con un plan de vacunación nacional España no habría visto ralentizado su ritmo de vacunación tras los últimos retrasos de AstraZeneca y se garantizaría la igualdad de acceso a la vacuna en todas las autonomías.

Vacunación, prevención, innovación. Solo así podremos afrontar con éxito la recuperación económica y la lucha contra posibles nuevas pandemias y variantes del coronavirus. La vacuna es la esperanza para acabar con la crisis sanitaria, pero también lo es para acabar con la crisis económica. Son muchos los ciudadanos que han perdido su empleo, que han cerrado sus negocios durante esta crisis. Hay sectores industriales que han quedado devastados y sectores comerciales que ven con desesperación su supervivencia.

España debe aprovechar los fondos europeos para transformar y modernizar su modelo productivo. No podemos seguir siendo uno de los países más golpeados por la crisis económica, con más burocracia administrativa y con menos transparencia y controles. La mayor pandemia nos ha llegado a España con el peor gobierno posible. Los datos son demoledores: somos el segundo país de la UE donde más se ha incrementado la tasa de paro en 2020. Somos el país de la UE donde más creció el paro femenino, y también tenemos el dudoso honor de liderar el crecimiento en la desigualdad salarial y el paro juvenil. Mientras otros países de nuestro entorno eliminaban trabas e impuestos y ayudaban a las empresas, en nuestro país a día de hoy el Gobierno ha destinado cero euros a rescatar a la hostelería, el comercio y el turismo. Hace unas semanas prometía -con un año de retraso y después de que el confinamiento de los últimos meses haya provocado miles de empleos destruidos y miles de empresas cerradas- 11.000 millones de euros que aún no han llegado a los sectores económicos y a los autónomos, que agonizan.

Mientras que Francia y Alemania ya destinaron en octubre 10.000 millones de euros, e Italia y Reino Unido 5.400 millones de euros para rescatar con ayudas directas a los sectores más afectados por las restricciones, en España, el Gobierno se desentendía de la pandemia dejando en manos de las autonomías la toma de decisiones complejas para proteger la vida, y dejaba desamparados a comerciantes, hosteleros y trabajadores autónomos. Pero eso sí, mientras a éstos últimos se les incrementan sus cuotas y a las madres jubiladas se les reducen sus pensiones por el recorte del complemento de maternidad, se conceden ayudas millonarias a una empresa como Plus Ultra, que tiene vínculos con el chavismo. Mientras tanto, España supera ya los 4 millones de parados y las colas del hambre crecen sin cesar por todo el país. Empresas quebradas, cientos de miles de autónomos en cese de actividad y trabajadores en ERTE. Más paro, pobreza y desigualdad; esa es la factura de un gobierno social comunista que prometió que nadie se quedaría atrás, pero que se ha desentendido por completo de esta pandemia. Salimos más fuertes, decían. Mienten todo el rato y a todo el mundo. Esta misma semana el Banco de España desmontaba las cuentas del Gobierno rebajando en casi 4 puntos las previsiones del ejecutivo por el retraso en la vacunación y en la ejecución de los fondos europeos.

Desde el Gobierno -enredado en sus discusiones internas y por tanto sin un rumbo claro- se proponen subidas de impuestos, limitaciones a la oferta del alquiler, burocracia administrativa y rigidez laboral, medidas que no ayudan en absoluto a crear la certidumbre y la estabilidad necesarias para la recuperación y el crecimiento de la economía y el empleo. Y además quiere hacer todo esto sin contar con nadie, sin transparencia y sin control. Desde la UE y el Partido Popular hemos pedido muchas veces que los fondos europeos se gestionen con transparencia, control independiente y diálogo, contando con todos los sectores afectados, y las administraciones locales y regionales. Sánchez, en cambio, con el apoyo de Bildu y VOX, aprobó gestionar esos fondos sin control y a dedo. España no puede perder el tren para ponerse a la cabeza del crecimiento y la modernización en la UE. Tras la crisis de 2008, en 2014 fuimos ejemplo y envidia en la mayoría de países occidentales, Mariano Rajoy dejó un país que crecía económicamente, y que creaba medio millón de puestos de trabajo al año. Hoy añoramos esos tiempos no tan lejanos.