Pagán, uno de los artífices para que no faltasen medicamentos

En los peor de la pandemia, Europa comprobó que no es autosuficiente en muchas de las materias básicas. Los productos farmacéuticos no son una excepción y se trabajó mucho para que en los peor de la primavera de 2020 no se produjesen desabastecimientos

Hace algo más de un año que comenzó una de las peores pesadillas que se han vivido en Europa. El continente estaba desamparado ante el coronavirus. Los países se mataban en un mercado persa para intentar conseguir equipamiento de primera necesidad para librar una batalla que no se conocía en Occidente. No había mascarillas, ni equipos de protección, ni test, ni respiradores, etc. Una de las regiones más ricas del planeta no tenía capacidad de autoabastecimiento, consecuencia de las políticas de deslocalización.

Sin embargo, una de las proezas que se produjeron en aquellos momentos fue la de evitar que los hospitales y las farmacias se quedaran sin medicamentos. Uno de los muchos protagonistas de esta historia de éxito es un español, Miguel Pagán, vive en Francfurt y trabaja para la multinacional farmacéutica Stada como responsable de la Organización Técnica Global, que engloba la fabricación y el suministro de la compañía. “Hubo miedo a lo que podía pasar, a no saber si podríamos seguir fabricando, abriendo las fábricas y si íbamos a poder tener todas las materias primas, que muchas vienen de China e India”, explica.

La antelación de Pagán permitió que la compañía pudiera seguir surtiendo medicamentos. “Pusimos también unos sistemas de seguridad y permitió que las fábricas pudieran trabajar con seguridad”, explica. La previsión fue, seguramente, la que libró a Europa de la escasez de medicamentos. “Aceleramos producción en los primeros meses, sobre todo de productos importantes, como oncológicos o cardiovasculares”, explica. Muchos fármacos de los que fabrica Stada se utilizaron para combatir al Covid. “No fabricamos vacunas, pero sí tenemos antibióticos, antivirales, medicamentos para el dolor, la fiebre, cortisona, etc.”, dice. Pero más allá de la seguridad en cada eslabón de la cadena de suministro, la sombra del desabastecimiento desde China e India seguía planeando. “Tuvimos muchas tensiones y preocupaciones. Nosotros tenemos una fábrica en China que fue cerrada totalmente por el Gobierno. Pero nosotros tenemos una estrategia de doble fuente donde para muchas moléculas teníamos alternativa, pero no de todo. La otra tensión grande que hubo fue cuando India cerró las fronteras por unos días y mucho medicamento viene de ahí”, explica.

Pero no fue el único pánico que afectó a la industria farmacéutica. “También tuvimos mucho miedo con la logística, porque sí hubo barreras en algunas fronteras fuera de la Unión Europea. Se ha trabajado durísimo para que no faltasen productos”, recuerda.