Los farmacéuticos somos un freno al imparable avance del virus

Han pasado más de 226 días desde que se declaró el Estado de Alarma por primera vez. Sin embargo, incluso antes de que eso ocurriera, la Organización Farmacéutica Colegial ya se había puesto a disposición del Ministerio de Sanidad y de todas las Comunidades Autónomas para hacer frente a una emergencia sanitaria inédita. Hoy, cuando se acaba de declarar el segundo Estado de Alarma, nuestra actitud constructiva es la misma.

En medio quedan más de siete meses en los que la profesión farmacéutica ha dado lo mejor de sí misma en la lucha contra el Covid-19. Un tiempo en el que muchas de nuestras iniciativas se han materializado, evitando contagios -sobre todo entre la población más vulnerable-; y contribuyendo a evitar el colapso de otros recursos del Sistema Nacional de salud.

Así, según los datos del estudio realizado por la consultora GAD3, solo en el primer mes de confinamiento 850.000 ciudadanos recibieron atención farmacéutica en su domicilio, especialmente mayores de 65 años. Mientras que, en el caso de la dispensación de medicamentos de diagnóstico hospitalario en farmacia comunitaria, las experiencias de Cataluña, Andalucía o Cantabria han permitido acercar los tratamientos a pacientes vulnerables gracias a la colaboración entre farmacéuticos comunitarios y hospitalarios.

Por no hablar de la permanente monitorización de la disponibilidad de medicamentos a través del Centro de Información sobre el Suministro de Medicamentos (CISMED), cuya información ha permitido adelantarse a los problemas y garantizar la disponibilidad de medicamentos, en especial los relacionados con el Covid-19. En estos momentos, a la vista de la evolución de todos los indicadores, y ante las medidas de reducción de la movilidad e, incluso, confinamiento que se están adoptando en numerosas ciudades y Comunidades Autónomas urge recuperar todas esas acciones para garantizar el acceso a los medicamentos y cuyo impacto ha sido muy positivo.

Pero también es inaplazable adoptar otras nuevas que consigan frenar el imparable avance del virus. Porque esta segunda ola está dejando algunas evidencias. El principal reto al que se enfrentan las autoridades sanitarias -Gobierno y Comunidades Autónomas- es tanto ampliar la capacidad de rastreo y cribado del Sistema Nacional de Salud, como reforzar su capacidad asistencial para evitar el colapso de los centros de Atención Primaria.

Y para ambos desafíos, los farmacéuticos y la farmacia ofrecemos, una vez más, nuestra colaboración. Y es que es que llegamos donde otros profesionales sanitarios o recursos sanitarios no llegan. La red de 22.102 farmacias cubre al 99% de la población.

A partir de ahí, no existe ningún obstáculo normativo para que las farmacias comunitarias y los 54.000 farmacéuticos que desarrollan su labor en ellas asuman un papel más activo, desarrollando, por ejemplo, programas y campañas de salud pública que incluyan la realización de test serológicos a la población. Una práctica que ya es un hecho en las farmacias de la provincia de Ourense, donde, conforme a procedimientos enmarcados en protocolos definidos por las autoridades sanitarias, la Xunta de Galicia les ha confiado esa responsabilidad.

Todos sabemos que extender esta medida a otros puntos de España contribuiría, precisamente, a controlar la expansión de un virus que está batiendo todas las marcas de contagio, pues supondría multiplicar los puntos de rastreo y cribado, al tiempo que reduciría la presión y carga de trabajo de unos centros de Atención Primaria, cuyos profesionales se encuentran al límite.

Además, debemos tener en cuenta la recomendación acordada en la última reunión al más alto nivel del Consejo Europeo celebrada el pasado 29 de octubre, en la que los Jefes de Estado o de Gobierno de la Unión Europea acordaron apostar por los test rápidos como una pieza clave para la respuesta europea ante esta segunda ola, comprometiéndose a avanzar rápidamente en un enfoque común para su implementación y uso.

En esa misma línea, es incomprensible la escasa -por no decir nula- disponibilidad de vacunas de la gripe en farmacias, justo en unos meses en los que es fundamental que todas las personas de riesgo y sus cuidadores se vacunen para evitar la coincidencia de ambas patologías y sobrecargar, aún más, el sistema sanitario.

Es imprescindible garantizar la existencia de suficientes vacunas en farmacias, e incluso valorar la necesidad de contar con estos establecimientos sanitarios como importante recurso sanitario para la aplicación de la vacunación, siempre que exista una adecuada formación y los correspondientes protocolos definidos por las autoridades sanitarias, en línea con lo que se viene realizando en otros países de nuestro entorno.

En definitiva, la farmacia y todos los farmacéuticos estamos al servicio de la sociedad, de la salud y el bienestar de los ciudadanos. Nadie podrá decir nunca que la farmacia no hizo más durante la pandemia porque no quiso. Lo dimos todo desde el primer día; después, en la fase de desescalada, durante la vuelta al cole y los rebrotes; y, ahora, cuando la segunda ola está a punto de desbordarnos, queremos y podemos hacer más. Estamos ahí, en primera línea de frente contra la pandemia.

A la pregunta cuándo y cómo podemos frenar la curva, la respuesta es ahora y potenciando la labor de los farmacéuticos y la farmacia. Pero no depende de nosotros hacer de la farmacia una barrera todavía más eficaz contra el Cpvid-19. Son otros los que deben dar el paso. Mientras, el virus sigue amenazando nuestra salud, condicionando nuestras vidas, colapsando nuestro sistema sanitario y deteriorando nuestra economía.