La pandemia se lleva por delante
el diagnóstico precoz del cáncer

La Asociación Española Contra el Cáncer, entre otras instituciones, advertía en mayo que la crisis del Covid-19 estaba provocando una auténtica emergencia en la población que sufre cáncer, sobre todo si no lo sabe. Empiezan a conocerse los primeros datos que respaldan esa preocupación.

Posibles aplazamientos de los tratamientos, retrasos en las pruebas, consecuencias del confinamiento y paralización del país son los factores que la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC) señalaba como factores de una emergencia en cáncer. Esa alerta se hizo llegar en su momento al Gobierno y la Comisión para la Reconstrucción Social y Económica. Casi al mismo tiempo, en los encuentros científicos de la primavera, los especialistas en oncología hacían llamamientos similares, aún con pocos datos sobre la situación.

A la altura de julio empezaba a publicarse información más detallada. Por ejemplo, la revista científica The Lancet indicaba que debido a la pandemia, 8.500 personas residentes en Reino Unido con resultados positivos en las pruebas de cribado de cáncer colorrectal -de los cuales se estima que un 10% puede desarrollar cáncer- se habían quedado sin atención, interrumpiendo el proceso de diagnóstico o las pruebas que descartan la presencia de cáncer. Es solo una pequeña muestra. En una estimación más amplia, un estudio publicado en la misma revista calculaba que las muertes por cáncer que se ha tratado tarde por la pandemia vendrían a ser entre 181-542, solo en Reino Unido y solo durante tres meses. Los pacientes no diagnosticados y fallecidos podrían ser entre 401 y 1.231. En un editorial de la misma revista, se dice que “probablemente estas estimaciones están subestimando los fallecimientos por cáncer causados por el impacto de la pandemia en el Sistema Nacional de Salud británico (NHS).

Numerosos oncólogos han destacado que la atención imprescindible y urgente se ha mantenido, pero cuando abordan la cuestión de los pacientes “perdidos” no son tan optimistas. Además, se han encontrado con recomendaciones dañinas de las propias autoridades sanitarias, que han llegado a recomendar a todas las personas que tuvieren fiebre que se quedaran en sus casas. En muchos pacientes con cáncer, y según la fase de tratamiento en la que se encuentren, unas décimas de fiebre son un motivo más que justificado para acudir a urgencias. Pueden padecer complicaciones que solo se resuelven con atención inmediata.

No solo es una batalla de los oncólogos. La Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica ha tenido que pedir al ministro de Sanidad, Salvador Illa, que cambie el BOE, porque los enfermos respiratorios sí han de llevar mascarillas. En el caso de los pacientes con cáncer y afectación respiratoria, es otra recomendación contraproducente, según ha explicado la comunidad médica.

Un estudio publicado por la revista científica JAMA ha comparado la tasa de mortalidad por Covid-19 en 18 países. España está en segunda posición, solo superada por Bélgica, y por encima de Estados Unidos, un país en el cual no hay un sistema sanitario público comparable a nuestro modelo. Los investigadores quisieron dar un paso más y realizaron un cálculo del exceso de mortalidad por todas las causas, entre las cuales hay por supuesto que considerar el cáncer, que suele ser la segunda causa de mortalidad en los países desarrollados. Compararon la mortalidad por todas las causas en el año de la pandemia con las de los cinco años anteriores en esos mismos 18 países. Aquí España está en la primera posición, con una enorme diferencia sobre todos los demás.

En un hospital de Madrid se ha documentado que “la mortalidad por Covid-19 en pacientes con cáncer casi cuadriplica la de la población general”, según se ha publicado en Medicina Clínica. Un análisis de 19 hospitales, aunque también con series pequeñas de pacientes, arroja también un mal resultado en cáncer hematológico en el contexto de la pandemia. Se acaba de divulgar y está avalado por la Sociedad Española de Hematología y Hemoterapia.