José Martínez Olmos, profesor de la Escuela
Andaluza de Salud Pública: “No hay que descartar
que en los próximos días tengamos que llegar al confinamiento domiciliario”

José Martínez Olmos advierte que no es seguro, ni siquiera combinado con la limitación de la actividad nocturna, que el confinamiento perimetral pueda evitar el colapso asistencial en algunas comunidades. Califica de preocupante la situación de las UCI en Aragón, Madrid, Granada, Ceuta, Melilla y Castilla y León, entre otras

Usted ha trabajado durante el pasado mes de septiembre en el grupo de expertos que creó la Junta de Andalucía para diseñar una acción conjunta a nivel autonómico ante la pandemia ¿Cómo ha sido la experiencia?

El comité inició su labor el 26 de agosto y terminó su trabajo a finales de septiembre, creando un documento que se envió a la Consejería. Ahora estamos pendientes de ver qué medidas de la propuesta se adoptan y cómo se ponen en práctica.

Ha sido una experiencia interesante en un momento en el que lo que hay que hacer es trabajar desde un punto de vista técnico en la gestión de la pandemia y, en ese sentido, todos tenemos que arrimar el hombro; todas las manos y todas las aportaciones que se puedan hacer son pocas.

¿Considera que dotar de pruebas de diagnóstico rápido a los ciudadanos para conseguir el autoconfinamiento es una medida adecuada, o puede chocar con la falta de medios o una posible falta de voluntad por parte de algunas personas?

Sería insuficiente. El origen y la necesidad del rastreo se basa en que nos encontramos ante una enfermedad asintomática en la que es prioritario detectar los casos positivos sin signos de enfermedad.

En el seguimiento de la pandemia es fundamental detectar precozmente los asintomáticos y hacer un seguimiento de todos los contactos, aplicando tanto la entrevista personal como la tecnología -como la app Radar Covid- para reconstruir la historia y la actividad de cada persona en los últimos días.

El seguimiento de los contactos es una labor de rastreo, una auténtica búsqueda. No comparto las sugerencias sobre el autoconfinamiento porque para ser efectivos hay que tener en cuenta la situación de las personas. No todos podemos dejar de ir al trabajo. Para que fuera eficaz sería preciso tener unas condiciones en cada domicilio y en las circunstancias de cada persona que hagan posible ese autoconfinamiento. Por eso es imprescindible el rastreo, y disponer de lugares preparados para que pueda acogerse a aquellas personas que no tienen condiciones adecuadas para el aislamiento.

Por supuesto, es importante garantizar la disponibilidad de pruebas diagnósticas, pero lo fundamental es el rastreo y asegurar el aislamiento cuando se detectan positivos. Si no lo hacemos, se nos escaparán los contactos, seguirán produciéndose contagios y tendremos la transmisión comunitaria sostenida, donde ya hemos perdido el control.

Diversas voces autorizadas han puesto de relevancia el fenómemo del ‘supercontagio’. Sostienen que un pequeño grupo de personas, en términos comparativos, han sido los que más han extendido la enfermedad ¿Es usted partidario de ejercer un mayor seguimiento sobre esos denominados ‘supercontagiadores’ para atajar la extensión de la pandemia?

Hay que tener en cuenta que el supercontagio es lo menos frecuente. Si nos ponemos a trabajar sobre lo menos frecuente necesitaremos aún más recursos, cuando lo que se está buscando es ser lo más eficaz; hacer más con menos.

Está claro que si el rastreo funciona, la incidencia no va a más. Si tenemos una buena estrategia de rastreo, lo normal es que los brotes no se nos vayan de las manos. Si hubiésemos tenido en su momento una buena dotación de profesionales para el rastreo no se habría producido la escalada de contagios a la transmisión comunitaria como ha sucedido.

Tenemos por por delante unos meses muy duros...

Ya tenemos días duros con ocupaciones altas en UCI, y las cifras de fallecimientos, desde luego, son muy elevadas. Para evitar que vaya a más es preciso tomar decisiones más contundentes. Si no se adoptan medidas eficaces con decisión, se puede asegurar que lo que nos espera es un periodo muy complicado.

Usted ha sugerido que es necesario, para que la atención hospitalaria siga funcionando, que el nivel de ocupación ronde el 50%.

En general, las Comunidades Autónomas caminan a niveles de presión asistencial superiores a ese. Algunas de hecho ya han superado ese umbral. Si no logramos detener la infección vamos a encontrar más pacientes, no solo de Covid-19, sino también otras personas enfermas que también requieren atención por otras patologías. Muchos de los que no son -aparente o inicialmente- graves van a quedar relegados. Ya se están generando retrasos en algunas patologías como cáncer y diabetes, entre otras.

¿Cree que es el momento de dar entrada a otras profesiones sanitarias, como la farmacia, para que ayuden a distribuir la carga asistencial?

En la actual situación, toda la ayuda hay que considerarla. Hablando de farmacéuticos, creo que pueden incorporarse a las labores de rastreo, como los veterinarios.

Es una labor que requiere un conocimiento sanitario que ellos desde luego tienen.

También pueden hacer una valiosa aportación en cuanto a divulgación en materia de vacunaciones. En una situación de emergencia como la que estamos viviendo todas las profesiones son necesarias, pero siempre recordando que debe llevarse a cabo en un marco definido por la autoridad sanitaria.

En la primera fase de la pandemia, ¿no hubiera sido buena idea dejar a las comunidades que hicieran ellas las compras por su mayor experiencia?

El problema no es que unos compren mejor que otros, sino que la demanda fue extremadamente elevada en todos los países para una producción que tenía sus limitaciones. Desde mi punto de vista, el problema fue la tensión en la demanda más que una cuestión de quién sabe comprar y quién no. Ni España ni Europa existía una reserva estratégica para disponer de los materiales que escasearon.Los sistemas sanitarios no se diseñan para pandemias.

Con la gripe A se habló de establecer una reserva estratégica, pero al llegar la crisis fue algo que no se pudo asumir.

Es preciso comprender que la inversión en prevención a veces no se utiliza. Hoy, en vista de lo que ha sucedido, queda claro que es mejor disponer de reservas. Si no tienen que utilizarse, mejor.

CCOO señalaba hace unos días que se está planteado prescindir de un 25% de la plantilla de la Agencia Española del Medicamento (AEMPS).

La agencia reguladora es un organismo muy necesario, fundamental tanto en España como en el sistema sanitario de cualquier país desarrollado. Es importante que su dotación no decaiga, aunque desconozco si esa situación se ha llegado siquiera a plantear.

¿Qué hemos aprendido de la pandemia?

Las administraciones tienen que tener claro que se deben definir escenarios en los que, con indicadores claros y accesibles, sepamos en qué momento estamos.

Un sistema que sea el mismo para todos, para dar respuestas similares a escenarios similares. No tienen por qué ser situaciones idénticas.

¿Cómo ve la situación después de la declaración del estado de alarma?

La situación es muy complicada y las medidas de confinamiento perimetral y restricción nocturna de la movilidad pueden no ser suficientes para evitar el colapso asistencial. Especialmente preocupante es la situación de las UCI en Aragón, Madrid, Granada, Ceuta, Melilla y Castilla y León, entre otras. No hay que descartar que en los próximos días tengamos que tener que llegar al confinamiento domiciliario como ha hecho Francia.