Una técnica pionera para el control de las infecciones

Ante el aumento de bacterias resistentes a los antibióticos y la pandemia por virus, la investigación ofrece una forma totalmente nueva de tratar las infecciones

Se suele pensar en los anticuerpos como defensores del organismo. Son sustancias que el sistema inmunológico produce para destruir bacterias, virus e incluso células tumorales. Los anticuerpos solo son los malos de la película en las enfermedades autoinmunes, que se caracterizan por una reacción alterada que envía a estos soldados a destruir, por error, tejidos sanos. Es lo que sucede, por ejemplo, en las enfermedades alérgicas. No obstante, hay otro papel dañino que los anticuerpos pueden desempeñar, y es el de apoyo de los virus y bacterias en su invasión del organismo. Hay tantos anticuerpos que la ciencia no ha acabado de identificar la función de muchos de ellos. Algunos anticuerpos peregrinos o sin función clara, acaban siendo aprovechados por virus o bacterias para invadir de forma más eficaz los tejidos de nuestro organismo. En palabras de alguien que lleva 20 años estudiándolos: “Los microorganismos patógenos -que causan enfermedad- son capaces de aprender para protegerse. Utilizan esos anticuerpos como escudo. En eso siempre van un paso por delante de nosotros”.

Son palabras de Rafael Máñez, responsable del grupo de investigación del Instituto de Investigación Biomédica de Bellvitge (IDIBELL). Su equipo ha desarrollado una técnica para eliminar de forma selectiva los anticuerpos que han cambiado de bando. Su trabajo tiene aplicaciones potenciales tanto en infecciones causadas por virus como en enfermedades provocadas por bacterias, ya que se fundamenta en la eliminación de esos escudos.

Hasta ahora, la eliminación de anticuerpos se realiza mediante técnicas extracorpóreas complejas que requieren medicamentos inmunosupresores. Además, el método extracorpóreo solo consigue eliminar los anticuerpos que ya circulan en la sangre. El organismo tiende a compensar esa desaparición con la producción de más anticuerpos, lo cual puede dar lugar a un indeseado efecto rebote. El procedimiento que estudian en el IDIBELL no solo permite prescindir de medicamentos inmunosupresores, sino que logra anular la respuesta de los linfocitos B, que son las células que producen anticuerpos.

En 2018, el equipo fundó RemAb Therapeutics, una spin-off del instituto, cuyo trabajo se centra en la eliminación selectiva de anticuerpos como nueva forma de tratar infecciones y, en el futuro, otras enfermedades en las que los anticuerpos facilitadores, que es como se denominan en jerga médica, desempeñan una función. El motivo de que la investigación de este equipo tenga en realidad una trayectoria de dos décadas es que la técnica empezó a estudiarse para eliminar anticuerpos que hacían que los pacientes rechazaran órganos trasplantados de origen animal (xenotrasplantes). Son los mismos anticuerpos que combaten ahora.

El tratamiento se puede administrar por vía subcutánea o intravenosa. Ha dado resultados positivos en el laboratorio, con muestras de tejido humano, y también en modelos animales. Se patentó en 2014, pero ya hay experiencia en su empleo en primates debido a las tentativas iniciales en el campo del trasplante, de modo que se conoce su perfil de seguridad. Los ensayos en humanos están previstos para el año que viene.

Uno de sus grandes valores es su originalidad. Cuando los patógenos aprenden a protegerse de los medicamentos, como sucede en la resistencia bacteriana a los antibióticos, la mejor opción es partir de terapias completamente diferentes, de modo que los microorganismos no encuentren mecanismos conocidos a los cuales ofrecer resistencia ni a los cuales hayan logrado adaptarse.

Pero no por original es poco conocido. De hecho, Rafael Máñez recuerda que las primeras descripciones de anticuerpos facilitadores en la bibliografía científica son de anticuerpos presentes en infecciones causadas por virus.

Existen datos que muestran que en una de las infecciones recientes conocidas por coronavirus, el MERS-CoV (Middle East coronavirus), que se transmite a las personas a partir de los camellos, algunas vacunas en investigación empeoraban la infección en lugar de prevenirla. Máñez recuerda que sucede algo parecido en la infección por dengue: la primera infección puede ser un cuadro clínico banal y, en cambio, si una persona vuelve a infectarse estamos ante una enfermedad grave. En ambos casos, los anticuerpos facilitadores son clave. Los primeros anticuerpos que producimos son aprovechados por el invasor para mutar de modo que en la segunda vuelta nuestras defensas sean ineficaces.

Por eso, identificar y eliminar los anticuerpos facilitadores que puede haber detrás de la infección por coronavirus constituye un tratamiento potencial. RemAb Therapeutics ya está trabajando para poder desarrollarlo lo antes posible. Es uno de sus frentes de investigación.

Uno de sus proyectos de investigación, centrado en la búsqueda de alternativas a los antibióticos para combatir las enfermedades infecciosas, ha sido reconocido por CaixaImpulse Consolidate. Colaboran con la Universidad Al-Imam Mohammad Ibn Saud de Riad (Arabia Saudí) para identificar y eliminar los anticuerpos que empeoran la infección causada por MERS-CoV.

La Organización Mundial de la Salud considera las enfermedades infecciosas de las vías respiratorias inferiores tercera causa de mortalidad en el mundo. No obstante, cuando los expertos en este campo se refieren al impacto de las infecciones en la mortalidad suelen señalar que las infecciones son muchas veces la complicación que desemboca en el fallecimiento. Con el matiz de que puedan considerarse más un detonante que la causa del fallecimiento en sí, como indica Máñez, el impacto de las enfermedades infecciosas es considerable.

Algunas estimaciones tasan el impacto económico de estas dolencias en el 15% del gasto sanitario. Según el estadounidense Instituto Nacional de Alergia y Enfermedades Infecciosas (NIAID), en aquel país eso supone 120.000 millones de dólares cada año.

En Europa, solo en el año 2007 se calcula que se produjeron 400.000 infecciones por bacterias multirresistentes, a las cuales podrían atribuirse de forma directa 25.000 fallecimientos. Cuando empezó a utilizarse la penicilina, la gran mayoría de las cepas de la bacteria Staphylococcus aureus eran sensibles al tratamiento. Ahora lo son menos del 5-10%.

En los estudios al respecto muchos autores señalan que este problema global se agrava con la escasez de tratamientos basados en nuevos mecanismos de acción para combatir las infecciones. RemAB Therapeutics está buscando el siguiente.