Un paso más en el tratamiento de la artritis psoriásica

La artritis psoriásica puede afectar al 20% de las personas con psoriasis. Puede ser una condición discapacitante, pero se van produciendo avances para controlarla y tratarla

La artritis psoriásica es un trastorno de las articulaciones que se presenta en algunos pacientes con psoriasis. Según diferentes estimaciones, entre un 10% y un 20% de los pacientes con psoriasis puede acabar desarrollando esta forma, más grave, de la enfermedad. En la mayor parte de los casos, la alteración de la piel es la primera presentación. La psoriasis se caracteriza por la aparición de lesiones enrojecidas o zonas con escamas. Es una enfermedad autoinmune, ya que es el propio sistema de defensas del organismo el que daña las células cutáneas.

Aunque la psoriasis aparece con mayor frecuencia en las rodillas, los codos y el cuero cabelludo, puede presentarse en cualquier otra parte del cuerpo, incluso en las uñas y los dedos de manos y pies. No es contagiosa, pero los expertos hacen hincapié en que se trata de algo más que una enfermedad de la piel.

Las personas con psoriasis tienen mayores probabilidades de desarrollar condiciones serias, incluyendo diabetes, dolencias cardiovasculares, depresión y artritis. Esta última es una complicación que incluye síntomas como dolor articular, rigidez e inflamación, que pueden presentarse en forma de brotes y alternar con periodos de remisión.

No está claro por qué el sistema inmunitario ataca los tejidos sanos, pero los expertos se inclinan por una combinación de factores genéticos y ambientales para determinar el riesgo de que una persona desarrolle esta enfermedad. Muchos pacientes con artritis psoriásica tienen antecedentes familiares de psoriasis o artritis psoriásica. Un traumatismo o una infección pueden actuar como desencadenantes en las personas que son genéticamente propensas. No existe un tratamiento que cure la artritis psoriásica, pero el diagnóstico temprano y el control adecuado por parte del médico contribuirán al alivio de los síntomas.

El manejo de la enfermedad con medicamentos ha experimentado avances sustanciales en la última década. Hasta entonces, los pacientes recibían terapias que en realidad se habían desarrollado para otras condiciones, como la artritis reumatoide. Un artículo publicado en marzo en la revista científica The Lancet advertía que solamente un tercio de los pacientes consiguen un control de la artritis psoriásica próximo a la remisión. En ese mismo número de la revista se daban a conocer los resultados de dos estudios que analizaban la eficacia de un tratamiento que tiene como objetivo inhibir un elemento muy específico de los mecanismos que provocan inflamación y daños en los tejidos sanos. Los dos ensayos son estudios fase III, la última antes de solicitar a las autoridades la aprobación para lanzar un medicamento al mercado.

Es uno de los medicamentos de la familia de las novedosas terapias biológicas que no han surgido de estudios dedicados a la artritis reumatoide. En The Lancet se sitúa la cantidad de tratamientos disponibles para la artritis psoriásica a medio camino entre la ausencia de terapias propias y la abundancia que permitiría empezar a estudiar qué medicamentos funcionan mejor en cada paciente. Eso sí, sumar otro -admiten- es un paso hacia la segunda situación, la más deseable.

En cualquier caso, los investigadores tienen ante sí el reto considerable de ofrecer terapias que consigan mejorar la calidad de vida de personas que viven con una enfermedad compleja y que puede afectar a diferentes órganos del cuerpo. Cuando los expertos han documentado las necesidades más acuciantes para los pacientes, el alivio del dolor ha resultado primero en la lista de síntomas que quieren desterrar, pero a este hay que añadir que las personas con artritis psoriásica quieren ser capaces de desenvolverse con normalidad, desempeñar su trabajo y las tareas cotidianas sin trabas, participar en actividades sociales y vivir sin fatiga y sin el estrés que se ha asociado a la enfermedad. En los estudios sobre calidad de vida, los pacientes han informado también de alteraciones en la calidad del descanso nocturno, un síntoma con un impacto considerable en diferentes dimensiones de la salud, el bienestar y el rendimiento.

Un equipo de investigadores españoles que analizó el coste de la psoriasis y la artritis psoriásica en cinco países europeos, incluía en su trabajo la consideración de que la introducción de terapias biológicas ha conseguido mejorar la calidad de vida de los pacientes con ambas enfermedades, aunque también advertían que podría haber incrementado su carga económica.

Los autores no solo consideraron las consecuencias en la calidad de vida de los pacientes, sino también el impacto económico de ambas dolencias en los sistemas sanitarios. En su análisis lamentan la falta de datos precisos y comparables sobre prevalencia.

En España, donde los estudios sobre la proporción de personas afectadas son escasos, se calcula que la psoriasis tiene una prevalencia que oscila entre el 1,2% y el 2,3%, mientras que la artritis psoriásica podría afectar al 0,17% de la población. Si se considera la proporción de pacientes con psoriasis afectados por artritis psoriásica, en España sería de un 9,8% y -en el extremo de mayor prevalencia- de un 13,8% en el Reino Unido.

El coste anual por paciente con psoriasis, independientemente de su gravedad, se sitúa entre los 2.077 y los 13.132 dólares por paciente y año. En cuanto a la artritis psoriásica, el coste anual por paciente puede ir desde los 10.924 dólares por año hasta los 17.050. El coste supera los 57.000 dólares por paciente y año si se incluyen solamente los pacientes graves. Los autores concluyeron que tanto la psoriasis como la artritis psoriásica están asociadas a un importante impacto económico. Usar los nuevos medicamentos es coste-eficiente, añaden.