El cáncer se sobrepone a la sombra del coronavirus

Desde que la pandemia aterrizó en tierras europeas el resto de patologías pasó a un segundo plano. Los sistemas de salud de los distintos países cerraron las puertas a todas las enfermedades no urgentes que no tuvieran relación directa con el coronavirus e incluso todas las comunicaciones que se vierten a la opinión pública sobre investigación están estrechamente relacionadas con el Covid-19. Pero bajo el tsunami seguía habiendo materia gris y solo esperaban que amainase la tormenta para salir a relucir. Incluso en tierras estadounidenses, donde la virulencia de la pandemia es más alta hoy que en el resto del mundo, la ciudad de Chicago no ha faltado a su cita anual -por videoconferencias, eso s y ha expuesto todos los avances en torno a una enfermedad que no ha bajado el pistón de mortalidad.

Pero no solo el cáncer es una amenaza para la salud de la sociedad. Durante el Covid-19 se ha dejado de lado a muchas enfermedades crónicas. Sin el control diario que se proporciona de la atención primaria -ahora con más carga de trabajo por la necesidad de vigilar los posibles rebrotes de coronavirus- estas enfermedades pueden empeorar el estado de los pacientes y terminar en hospitalizaciones no necesarias. Una de ellas es la diabetes, también la hipertensión, pero no se puede olvidar al asma. Una patología crónica que se agrava en muchas ocasiones por circunstancias estacionales y que no ha tenido el espacio ni el protagonismo que se le debe dar.

No hay día que no se escuche aquello de que el virus ha cambiado la forma de entender la sociedad. Es cierto de forma general pero hay particularidades que no debemos dejar que cambien. La evidencia ha dejado claro que la estructura de los sistemas de salud pública no estaban a la altura de una catástrofe como esta. Es ahí donde se deben redirigir los esfuerzos para no ahogar a la atención primaria. Hoy están mermados y con sobrecarga de trabajo pero aún con más recursos no debe ser la función de este nivel asistencial el vigilar la entrada de posibles nuevas epidemias. Para ello hay otros mecanismos. Hay que recordar que si esta atención sanitaria colapsa, lo hará la salud de los españoles. Su tarea de prevención y control de la enfermedad es la fórmula mágica para seguir contando con un sistema de salud que aguante los envites económicos que se van a vivir.

La sanidad privada ha reiterado en varias ocasiones que se le deje activar la atención no urgente. Convendría también escuchar a los médicos de primaria decir que arrimarán el hombro como siempre en estos momentos, pero también que se debe artircular un equipo de apoyo que les permita seguir con la labor que hacen cada día.