Los datos de la vacuna abren la puerta
a prevenir el contagio

Las autoridades de la Unión Europea van a dar el visto bueno, de forma provisional, a las primeras vacunas frente al nuevo coronavirus en una reunión el próximo 29 de diciembre.

En la Unión Europea, 2021 va a estrenarse con dos vacunas aprobadas frente al nuevo coronavirus. Serán las que han desarrollado Pfizer y Moderna. Está previsto que la aprobación condicional (con revisión posterior de datos sobre seguridad y eficacia) llegue en un reunión de las autoridades de la UE que tendrá lugar el próximo 29 de diciembre. Se ha convocado otro encuentro el 12 de enero para subsanar, si los hubiera, problemas en el proceso, que se está llevando a cabo a una velocidad sin precedentes. España necesitará contar con un plan de vacunación listo para su inmediata puesta en marcha y dotarse de las dosis que estime necesarias. Ya se han garantizado 20 millones de la de Pfizer, una opción de compra dentro de la reserva europea con 200 millones de dosis. De Moderna se compraron ocho millones de dosis el uno de diciembre. Además de los interrogantes sobre qué vacunas y cuántas estarán disponibles en los próximos meses, sigue sin estar claro si tendremos una vacuna que evite los contagios y nos devuelva el modo de vida anterior a la pandemia. Los expertos están pendientes de que se den a conocer más datos sobre las que se están desarrollando, pero la información que se está divulgando hace que por primera vez -no sabemos por cuánto tiempo- la balanza se incline en favor de una vacuna que evite el contagio.

Protección directa o indirecta

África González, inmunóloga del Centro de Investigaciones Biomédicas (CINBIO) y catedrática de la Universidad de Vigo, explica que hay vacunas que pueden impedir que una persona enferme de forma grave, pero no necesariamente que no se infecte y que pueda mantener el virus en nasofaringe. En ese tipo de vacunas, existe la posibilidad de contagio a otras personas. “Esas vacunas deberían emplearse en personas vulnerables, para evitar complicaciones como la dificultad respiratoria, pero habría que mantener las medidas de prevención como distanciamiento, mascarillas y otras para evitar contagios”, declara.

Un tipo de vacunas diferentes son las esterilizantes. Su efecto sería no solamente proteger de la enfermedad, sino impedir que las personas produzcan virus y, por lo tanto, no serían contagiosas.

Javier Díez Domingo, responsable del área de investigación en vacunas de la Fundación para el Fomento de la Investigación Sanitaria y Biomédica de la Comunidad Valenciana (FISABIO), tiene la misma cautela que González al valorar las vacunas: hay que ver los datos publicados para tener una opinión firme, pero ha cambiado de opinión en cuanto a la posibilidad de contar con vacunas para el nuevo coronavirus que permitan evitar contagios. Hace unos meses, durante su intervención en un curso de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP) en Santander, tanto él como otros ponentes se mostraban de acuerdo en que era poco probable que pudiesen evitarse los contagios por SARS-CoV-2 con una vacuna. El motivo es que históricamente, este tipo de vacunas no se dan entre las que se han desarrollado en el pasado para prevenir enfermedades causadas por patógenos de la familia de los coronavirus.

Si una vacuna protege haciendo que las defensas bloqueen el virus, pero este permanece en la nariz, no hay enfermedad, pero puede haber contagio a otras personas. Este tipo de vacunas se conocen también como vacunas directas o vacunas de protección directa. Protege directamente a los sujetos vacunados. “Algunas vacunas, no todas -indica el experto- producen una actividad inmune tan intensa que bloquean el virus, lo neutralizan. Son las vacunas de protección indirecta”. Esas vacunas protegen indirectamente a otros sujetos, puesto que evitan que se produzcan contagios.

“Si me preguntan hace solamente 20 días si creía posible que se obtuvieran vacunas con una eficacia del 90% habría dicho que no. También habría dicho que la posibilidad de obtener vacunas con protección indirecta era casi nula. Siempre con la cautela de que no hemos visto los datos, las cosas están cambiando a un ritmo muy rápido, la posibilidad existe en el caso de la vacuna de Oxford -con AstraZeneca-”, añade.

Los dos expertos han sido tajantes en cuanto a la seguridad de las vacunas. “Algunas personas alegan que no les inspira confianza por el desarrollo tan rápido que han tenido, pero no se están saltando fases de desarrollo. Sencillamente se han solapado para acelerar todo el proceso. Al final, lo importante es que cuando las vacunas lleguen a ser aprobadas habrá como mínimo 100.000 individuos en los cuales se habrán probado. Es más de lo que tienen muchos medicamentos que salen al mercado, y el control de seguridad es muy estrecho”, afirma Díez Domingo.

Para disminuir los plazos normales de desarrollo sin pasar por alto ninguno de los requisitos de seguridad, África González apunta que las medidas que se han tomado han sido varias. Hay vacunas más sencillas -las de ARN y las de adenovirus- de obtener y de producir. Se han disminuido o eliminado las fases preclínicas -en ratones o simios-, que pueden requerir meses de estudio. Se han solapado los ensayos clínicos (fases I, II y III), avanzando sin que se haya completado la fase anterior. Además, se están fabricando antes de conocer los resultados de los ensayos. Por último, se ha reducido la burocracia aligerando los procesos de aprobación, se han firmado los contratos público-privados, con lo cual los gobiernos se han asegurado vacunas antes de que estén listas y se han definido los grupos a inmunizar antes de disponer de ellas. La seguridad se estudia en las tres fases clínicas: I, II y III. En la fase I se valoran dosis y toxicidad; en la II, seguridad y respuesta inmunitaria; en fase III, seguridad y eficacia en grupos con vacuna o placebo, expuestos posteriormente al virus para ver en qué grupos hay menos infecciones. Más adelante, las personas del grupo de control, a quienes se administra una sustancia inactiva -placebo- para hacer la comparación, recibirán también la vacuna.

“Lo que es muy importante -subraya- es que las agencias reguladoras vigilan la seguridad y la eficacia de las vacunas. Una vacuna puede ser menos eficaz, pero si es más segura, es la que se aprobará”.

González retoma un eslogan de Médicos Sin Fronteras que le parece muy ilustrativo en este contexto: “Hay algo que da más miedo que las vacunas: no tenerlas”.

Díez Domingo valora las vacunas como un apoyo muy importante en la pandemia, y ciertamente más efectivas que los confinamientos, pero advierte que no van a solucionar el problema. A su modo de ver, vamos a llevar la mascarilla por mucho tiempo, ya que “hasta que no esté vacunada una proporción de población suficiente para que el virus deje de circular no vamos a alcanzar la normalidad”. Sobre la seguridad, es tan tajante como su colega, e insiste en que en el momento en el cual haya vacunas serán seguras y efectivas.